LONELY BOY, LONELY GIRL
"But her
The colors of the city
Of the blue skies
One like her I'll never find again." - Ragazzo solo Ragazza sola, David Bowie
Tenía
la sonrisa de par en par abierta y me gustaría saber cuántos secretos se
escondían ahí dentro.
-
“Princesa, esa especie de mueca acabó conmigo el día que entraste por
la puerta del bar donde yo me creía inmortal las noches de viernes.”
Pero tú
solo eras fiel a Joaquín. Que confundida estabas, no era el único que supo
verte.
Te
sabías de memoria el juego del ratón y el gato.
Yo te
conocí gata.
Gata de
barra,
Gata de
noche,
Gata de
ciudad.
Sin
embargo, me acuerdo de ti, mientras te recogías la melena en un moño de esos
altos y despeinados, como a ti te gustaban, diciendo:
-
“No quiero jugar al pilla pilla esta vez. Porqué coño no puedo decir
que me quedo en su voz. Que me quedo con él.”
Yo que
moría por tus huesos de viuda negra pensé: Es un error.
Pero no
te lo dije.
Me
callé como hacen los buenos cobardes.
Los
expertos en guardar silencio por si decir la verdad hace un ruido demasiado
grande para su ya conocida zona de confort.
Guardaste
las garras como prometiste.
Con dos
cojones, chica de la calle,
Te
dejaste ver: Enamorada.
Tú que
eras mala – a veces.
Loca –
a ratos.
Temperamental
– desde que naciste.
Apasionada
– siempre, con todo.
Pero
también resultaste ser valiente.
Demasiado
valiente para el resto de nosotros.
Y sin
disfraz oscuro, sin labios granate, sin cigarro de estrella del rock muerta,
dijiste:
-
“Oye tú, duerme conmigo. Esta noche y mañana y las que vengan. Y no
quiero que me llames Marea porque me llamo – ”
Cuando
volvimos a la barra del bar seguías sonriendo:
-
“Ha salido mal”
-
“Igual si hubieses seguido siendo gata y no presa”
Sorbo.
Tequila.
Esa
puta mueca otra vez.
-
“Las gatas en tejados de Zinc calientes no huyen, aguantan.”
Y
comprendí que nunca fuiste ratón, ni presa, ni dejaste de ser gata.
Solo
fuiste, sincera.
Porque
huir de lo que sentías hubiese sido igual que huir de ese tejado de Zinc.
Porque
seguir jugando al ratón y el gato con aquel tipo, hubiese sido igual de cobarde
que verte despidiéndote de mi otra noche sin que yo dijese nada.
Como
todas las noches desde ese viernes.
Como
hice esa noche también.
Y te
alejaste vestida de blanco pero con el pelo más negro que nunca.
Y no
volví a verte.
Y sigo
siendo aquel cobarde.
Y tú.
¿Qué
será de ti?
Seguirás
felina, supongo.
Seguirás
en el césped del Retiro con una nueva novela.
Seguirás
escribiendo sobre un folio en azoteas con vistas a Madrid.
Seguirás
escuchando a Bowie mientras fumas en la ventana de tu cuarto a partir de las
tres, creo recordar que era la hora en que nunca sabías dormir.
Seguirás
yendo al “Cine Doré” sola, hasta que alguien sepa lo que es.
Pero
sobre todo, espero, que sigas mujer. Y sigas fatal.
Ya
sabes; vistiendo de negro sin que nadie se entere de que por dentro hay cristal
y se rompe fácil.
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