FELIZ CUMPLEAÑOS MAMÁ.
Mamá cumplía sesenta años.
Y sesenta es una cifra que no se cumple
todos los días (Ya sé que eso dicen también de los cincuenta. Supongo que a
partir de una edad, todo cuenta, de otra forma.)
Pero sobre todas las cosas, después del
año que llevamos, seguro que no podía ser un cumpleaños cualquiera.
Antes de verano, un Domingo de Madrid,
terrazas y sol, dijo que le haría infinita ilusión celebrarlo de una manera
diferente y especial.
En concreto en Ávila, en nuestro Pueblo.
Lugar que la vio crecer, lugar dónde la
cisterna de los baños eran los aplausos del público para una niña que soñaba
ser actriz.
Calles dónde le dio más de un disgusto a
alguna vecina, incluso a Nica y al abuelo “escapándose” con los titiriteros del
pueblo cuando se fueron de viaje porque ella también quería ser cómica.
Por eso, yo que voy cambiando a la
velocidad de la luz porque supongo que una muerte siempre nos cambia, recogí la
información y pensé: “De esto me encargo
yo Mamá”
Dicho y hecho. En Septiembre comencé el
periplo.
Era la primera fiesta sorpresa que
organizaba y no sabía muy bien ni por dónde empezar, pero sí sabía lo que
quería que sucediese y el éxito sería ver los ojitos de Sandri iluminados como
yo sé que se iluminan cuando la vida está esta vida.
Cuando el momento es mágico.
Preparé un grupo gigante dónde se
juntaron familia y familia elegida como dice ella.
Los hermanos, Nica por supuesto, sus
amigos más íntimos, los amigos de la infancia y su chico always su chico Charlie.
Que lío y que jaleo para organizarnos
todos, para trasladarnos, para reservar, para ponernos de acuerdo….
Que lío y que jaleo moverla hasta allí, porque como siempre sucede en la vida, lo que
en Junio era una ilusión, ahora, en Octubre resultaba casi una batalla.
El estado de ánimo de las personas cambia
en función de los sucesos. Esta es otra lección fundamental de la vida.
Que tira para delante y nos planta ahí en
un terraplén de tierra que unas veces se parece al paraíso y otras a un campo
de batalla.
Y ahí nos deja, impasiva. Lidia tú con esto.
En casa estos meses estábamos en el campo
de batalla.
Cada una de nosotras (porque Charlie
siempre es la bandera blanca que nos agarra fuerte al suelo) lidiando con la
suya.
En mitad de nuestras guerras personales y
a veces común llegó el Viernes.
Yo, con la ayuda de todas las personas
maravillosas que forman parte de la vida de mi madre y gracias a ella de la
mía, ya había conseguido montar el plan perfecto.
El cumpleaños perfecto.
Al final, si la compañía es la correcta,
todo lo demás importa bien poco. Eso ya lo tenía.
Pero si además el contexto acompaña, los
pequeños detalles como dicen, entonces tienes la jugada maestra amigos.
Asique el Viernes noche, nos la llevamos
a cenar.
Estuvo bien, pero ella andaba bajita de
animos.
Fuimos a dar un paseo y decidí empeñarme
en que nos íbamos de Karaoke.
Aquí un poco, si he de ser sincera, había
más necesidad mía por traerte un rato de vuelta Papá.
Que yo estoy mal, que desde Septiembre
estoy mal no es un secreto.
Pero es injusto intentar revivirte por la
fuerza, con un plan, que tú y yo siempre hacíamos de cabeza.
Si la vida iba bien, porque iba bien. Y
si iba mal, porque cantando cara a cara curábamos todo.
Tuve un choque de realidad fuerte cuando
comprendí que Mamá, no es tú.
Eso siempre lo he sabido, entiéndase. Pero
tú no estás y ella sí y yo estoy muy rota últimamente asique creo que Charlie y
Mamá, entendieron que era lícito lo que estaba haciendo.
No me recriminaron nada. Se hicieron los
locos.
Y yo en el fondo, sé que era tan
evidente…
Carlitos no ha entrado en un karaoke en
su vida. Pero Carlitos tampoco había bailado salsa entre millones de personas
hasta que ve mi tristeza y entonces tapona la herida, haciendo lo que haga
falta para sanarme.
Ese es el marido de mi madre.
Ese es mi Carlos. El hombre que más nos
ama en este planeta.
Asique se lanzó a la aventura y dijo,
venga yo voto porque sí.
Tú que tienes un carácter jodido, y sin
pelos en la lengua, fuiste mucho más reticente.
Dejaste claro que lo tuyo era El rincón del arte nuevo, El café libertad…
(yo también soy eso Mamá. Ahora más que nunca me doy tanta cuenta de que tengo
infinito de Luis y de ti. Infinito.)
No parabas de repetir que no pensabas
cantar, que no querías. Que no querías ir.
Pero al final lo conseguí.
Al final, todos hicimos un esfuerzo extraño
aquella noche.
Y joder, salió bien.
Es cierto que no te subiste a cantar
conmigo y yo, en parte porque te amo hasta rabiar y en parte (y lo sé y lo
siento) porque con Papá lo hubiese hecho ( y jo Mamá, echo de menos hacer las
cosas que hacía con él por si alguien que ya nunca será mi personita las hace conmigo. Por si así, consigo creer durante
unos minutos que ha vuelto a este mundo conmigo.) insistí demasiado en que
subieses.
Pero al final, me arme de valor, recopilé
a un chaval que andaba por allí y me subí a dedicarte una de nuestras
canciones.
Because
the night…
Gracias por enseñarme a patti Mamá.
Gracias por aquella vez en la que yo me tiraba en picado por la vida dispuesta
a destrozarme y tu sacaste la colección de vinilos para salvarme.
Entre risas, videos y garrafón pasó la
noche.
Y volvimos mejor de lo que estábamos.
Pero tanto Carlitos como yo sabíamos que faltaba lo bueno.
Que tú no ibas a quejarte, pero no estaba
siendo el cumple que esperabas.
Porque tampoco ha sido el año que ninguno
esperaba.
Por fin el Sábado nos pusimos rumbo a
Gredos.
Cabe decir por supuesto que gracias a
Nica. Porque Nica es la magia de la vida, todo lo bonito, la pureza y lo bueno
hecho mujer. Y sin ella, sin su llamada, esto no hubiese sido posible.
A partir de aquí, todo fue perfecto.
(Bueno, con las típicas alteraciones que quedan en recuerdos maravillosos.
Jorge, Leo y Angela corriendo por una cuesta a toda leche y acojonados porque
se habían equivocado de camino y estaban pasando frente al balcón, Carlos
corriendo por llegar y yo posponiéndolo, ambos por error de información.
Juanito y su zulo por el grupo, tus amigos diciéndome “coño, los que somos de
aquí no nos escondemos ¿no?, Yo llevándome todas tus regañinas porque no dejaba
el móvil mientras que lo único que hacía era organizar…)
Anécdotas. Anécdotas maravillosas.
Ocho de la tarde. Suenan las guitarras
fuera de casa.
Te asomas al balcón.
Absolutamente
todas las personas que amas en el mundo cantándote. Reunidas.
Gritando,
“Sandri baja”.
Te doblas. Te echas a llorar. Ríes y
sigues llorando. Me miras. Lo comprendes todo.
Yo me emociono.
De aquí en adelante ocurre todo como una
película. Una película en la que por fin nos merecemos un descanso y solo hay
hueco para el amor y la emoción.
Para la unión.
Nos recorremos el pueblo entero
enganchados de los brazos.
Con los músicos entre nosotros.
Cantamos las canciones típicas de cada
calle. Nos acompaña la luna que estaba gigante y tú y yo sabemos que el abuelo
estaba ahí. Celebrando los sesenta de su artista.
Celebrando que su mujer de noventa y dos
años se cansó menos que ninguno, subió las cuestas, se emociono por cada
rincón.
Celebrando que sus hijos son una piña
irrompible que le recuerdan cada día a cada segundo.
Celebrando que su nieta vivió para contarlo. (Tú me entiendes
Mamá).
Celebrando que tienes personas
maravillosas a tu lado que no dudaron ni un segundo en moverse desde Madrid uno
y desde el propio Arenal otros.
Pero allí estaban. Los fundamentales. Los
imprescindibles. Lo de verdad.
Te vi la cara y supe que lo había
conseguido.
Que lo habíamos conseguido.
Este sí era el cumple que te merecías.
Lleve a Nica al ladito mío (porque no me
he despegado de ella en todo el finde, porque soy incapaz de hacerlo y no
concibo que jamás ocurra.)
Y me fijaba en ella constantemente, a
nuestro pasito lento.
Observaba sus ojos en cada esquina por la
que cruzábamos y pensaba, madre mía, todo lo que estará recordando, todo lo que
cada acera debe de traerle a la memoria.
Supongo que una vida en cada soportal. Un
beso en cada fachada.
Fue precioso cuando pasando una casita
blanca, emocionada me susurró al oído:
“Cuantas
cosas me dice esta casa hija. Algún día te las contaré”.
Yo asentí y le bese la frente pensando.
Ay abuelita, no he parado de mirarte y créeme, que ya lo sé, porque tus ojos
son manantiales abiertos desde el alma.
Se me encogió el corazón un poquito
porque yo también he vivido tantas cosas en esas calles.
Tanta infancia, tantos amoríos, tantos
disgustos y risas… tanta juventud.
Hubo una canción en especial que quise
guardarme para poder citarla así.
No sé si se llaman canciones o mini
versos musicados porque lo fascinante
de las rondas es que en cada calle hay versos distintos que te describen algo
de la parte del pueblo o del barrio atravesado.
Yo, sin duda, de entre todas, me quede
con esta:
Todos lo
enamorados
Tienen pleito
con la luna.
La luna por
alumbrarles
Y ellos por
andar a oscuras.
Esto podrían ser versos de cualquiera de
mis poetas favoritos y no habrían salido mejor.
Pleitos con la luna…. Por andar a
oscuras….
Pelos de punta. Corazón en nudo. Que
bonito es mi pueblo coño. Que bonito son las personas.
Al acabar. La cena.
El cenorrio que narices.
Tú, la abuela y yo juntas. La mesa
gigante. Todas las personas que nos quieren a nuestro alrededor.
El vino. La risa, la comida.
Más vino, las charlas en sectores, como
siempre sucede en las mesas grandes.
Otra ronda de vino y comida, la gente que
se mueve de su sitio para ocupar el de otro y a la inversa.
Los chistes, los recuerdos, los besos.
Yo hablaba con Nica. Le daba besos cada
dos por tres y le preguntaba: ¿Eres feliz
abuelita? Y ella me miraba: No quepo
en mi ser.
Tú. Joder tu eras luz Mamá. No tenía ni
que preguntarte. Irradiabas felicidad. Volvías a brillar como tú haces cuando
eres más tú que nunca.
Otra vez vino.
Juan se levanta. Comienza a hablar del
abuelo. Silencio en la sala.
Todos con nuestro peculiar nudo de
estomago.
Lee sus versos.
Nos emocionamos.
Porque Juan es amigo, desde hace mucho
familia, para mi tío, para todos un sr humano excepcional y como profesión:
Artista.
Luego Chuchi que como digno hijo de su
padre es una copia exacta. Se le corta la voz. Se emociona.
Lloras Mamá.
Llora la abuela.
Yo quiero hacerlo y me freno porque no se
disociarte Papá de nada en esta vida y menos ahora. Porque me produce tal dolor
estos meses, que si echo de menos al abuelo que era poeta, me rompo por ti que
eras mi padre y soñador y ya no puedo ni llorar.
Sé que cuando pasé Noviembre volveré a mi
ser.
También sé que ahora no puedo porque ni
siquiera se poner por escrito lo que ocurre en mi cuerpecito cuando te pasas
por mi cabeza.
Brindamos por los que no están, pero que
nunca dejan de estar.
Les
damos nueva vida en verso. Nueva vida en la copa que alzamos por ellos. En las charlas
interminables donde sus nombres sobrevuelan de un lado a otro.
Y así, pasamos a las copas.
Porque cuando nos abrimos en canal, y
amamos mientras echamos de menos, todos necesitamos volver a la realidad un
poquito más despacio, y el Gin tonic,
siempre es un buen colchón para hacer el aterrizaje más suave.
Me gusta mucho hablar pero también
observar.
Luego lo comenté contigo. Pero me encantó
observar a Nica. Pequeñita y guerrera, cuidando cada detalle. Se aseguraba
desde su sitio de que todo estuviese bien.
De que los ojitos de todos fuesen
achinados y felices. Porque ella huele la tristeza a millas y se encarga de
barrerla.
Observe a Juan contando historias, tan
disfrutón y juguetón como es él frente a su público que le arropa y le quiere.
Observe a Chuchi y sus chistes ácidos con
los que todos cojeamos un poquito menos delante de la vida que a veces es tan
perra. Y no quiero ponerme a hablar de su poesía porque yo podría abrazarme en
sus versos y no me resguardaría del dolor, porque tampoco quiero. Porque tito y
yo, a veces, lloramos parecido.
Pili que yo sé que en realidad es su
mejor bastón. Porque es real y es incondicional.
A tío marce y su maravillosa familia que
no dudó ni un segundo en comerse cinco horas desde Bilbao para estar con su
hermana.
Mi tío que es el referente de control
emocional. Quien Jamás falta a nada importante.
Quién me arropó en el cumpleaños de Mamá,
porque no dude que contaría con él.
Quién me arropo el día que despedí a
Papá.
Porque tío Marce agarra fuerte y no duda.
Menchu y su melena rubia. Escuchando.
Atenta.
Que ganas tengo de que haga las
ilustraciones de mi nuevo libro.
Porque mi tía Menchu cuando dibuja
atraviesa la vida. Porque su trazo es huracán y lo plasma en papel.
Rafita y Raquel. Jo, me falto que mi tío
tocase la guitarra.
Porque mi tío tiene las vísceras y el
alma engachadas a las cuerdas y yo soy tan fan de él como lo eras tú Papá.
Raquel le hizo uno de los regalos más
preciosos a Mamá.
La cajita de su vida. Raquel es sensibilidad y nosotros hemos tardado muy
poco en quererla a nuestro ladito siempre.
Observe a mi tío Jorge. Sin
ti el mundo estaría mal hecho. Tengo poco más que decir al respecto.
Leito. La mujer fuego. La mujer titán.
Los ojitos agua marina que me acompañan desde peque porque ella jamás dejó de
ser la incondicional de Mamá.
Porque en todas las guerras, ante
cualquier batallón y a punta de pistola, seguiría posicionándose siempre a su
lado.
Leito. Lealtad. Eres un regalo.
Mi Carlitos. Sinceramente, hay dos cosas
que hago todas las noches.
Llorar(te) papá. Hablar(te) en papel o
mirando al techo. Quererte por siempre jamás hasta que no me queden días aquí y
después también.
Y la otra, es dar gracias al destino, por
ponerte en nuestro camino Charlie.
A día de hoy, Mamá y yo, seriamos heridas
abiertas sin ti.
A día de hoy, yo no habría entendido otra
forma de amar, sin ti.
Observe a todos y a todas.
No puedo escribir algo sobre todas y cada
una de las personas que estaban aquí porque tampoco soy quién para poner por
escrito muchas cosas que pertenecen a vuestra intimidad y a lo que habeís
compartido conmigo.
Pero diré, y sé que cada uno sabe quién
es.
Que en esa mesa había luchadores.
Luchadores ante el dolor y la perdida más
grande.
Guerreras que enfrentaron el pavor
directo a los ojos y dijeron. Peleamos.
Parejas que tras accidentes de la vida,
siguen poniéndole la chaqueta al otro para que no pase frío y después de subir
la cremallera, le acarician la mejilla mirándose a los ojos.
En esa mesa, creo que en definitiva,
había seres humanos que han vivido los escarnios de la vida y han elegido
apostar por las maravillas de la misma.
Por seguir, siempre pa lante joder.
Ha sido un fin de semana maravilloso.
Me siento profundamente realizada y feliz
porque la mujer que me dio la vida.
La mujer que realmente más se parece a mi
en este mundo, fue también la mujer más feliz el Sábado por la noche.
Ha sido un año de mierda.
Están siendo meses de mierda.
Mi cabeza no se controla, yo no me
controlo últimamente, hay noches, hay findes que pienso, ¿Por dónde vas Lucía.
Tanto te duele para esto?
Sí.
Pero a la Lucía herida de ahora, que
estará mejor, y lo sé, le duela lo que le duela, no olvida las prioridades.
No olvido ni olvidaré jamás mi casa de la
fuerza.
No olvido ni olvidaré jamás que aunque
nos tiremos los trastos a la cabeza tantísimas veces, aunque seamos tan duras
la una con la otra, a veces demasiado, aun con eso,
Hubo una parte de nosotras que estuvo, muy solitas a momentos, desde pronto.
Tú y yo.
Que hemos peleado juntas. Y que en las
tormentas más difíciles y han sido muchas, el bote salvavidas somos la una
agarrada de la otra.
Si tú saltas,
Yo salto.
¿Te acuerdas Mamá?.
FELIZ
CUMPLEAÑOS CASA DE LA FUERZA.
TE
QUIERO A RABIAR.
"Porque Tito y yo, a veces, lloramos parecido..." Qué bonito, sobrina. Sigamos siempre así, llorando por dentro y riéndonos por fuera como maravillosos payasos... Te quiero
ResponderEliminarYo sí que te quiero y te admiro. Mucho. Muchísimo.
ResponderEliminarQuerida Lucia, eres adorable y me admira tu capacidad para darle a cada uno su lugar, viendo con los ojos del corazón cada gesto, e incluso aprendiendo de ello. Te diré que al leerte me siento muy cercana a tus sentimientos y que los "21 gramos de alma" están muy orgullosos de la mujer que estas construyendo momento a momento. Yo te felicito porque se que hacer felices a quien amamos no es tarea fácil y ademas de un gran trabajo, necesita una gran generosidad. Un abrazo amiga casi virtual.
ResponderEliminarQuerida mujer,
EliminarSiempre me emociona leer tus comentarios. Una de las cosas por las que amo tener este espacio es porque me gusta creer que personas que quizás no nos hayamos cruzado nunca, aquí, podemos encontrarnos y acercanos un poquito más. Reír y llorar juntos.
Gracias por hacerlo conmigo.
Esos 21 gramos de alma, no solo dan titulo a una de mis peliculas favoritas, si no que siempre he creído que al final de todo, es el único peso importante.
Un abrazo gigante compañera.