COSTILLA SOBRE LA MESA.
"...como el aguijón a su veneno." - Amaral
Dame de tu piel un sorbo que ingiera como
elixir mortal antes de poder volver a decir:
Te amo.
Perdona las veces que no supe dormir sola
ni vivir sola ni vivir.
Reparte mis pecados por los diez
mandamientos que inscribí en tu espalda con sudor y tinta y deja de buscar la
sangre que guardé cortando estas muñecas con un boli de poca monta al escribir:
Para ti.
Déjame apagar las luces de Navidad y que
la ilusión se extinga porque a mi cuerpecito se le han fundido los plomos.
Vuelve a inventar las maneras de decirme
lo guapa que estoy cuando ya no me miras.
Cuando hace 7000 años que no me conoces
porque te he ocultado desde siempre que yo creía en el amor.
Vuelve a hacer trizas todo aquello en lo
que deposité mis credenciales.
Tienes razón al quitármela porque tú
lloras por fuera y yo por dentro y nunca me has besado entre las piernas.
Habrá que distinguir el amor del odio. Ya
me dirás cómo coño nos separamos.
Jugando con cerillas había que ser
gilipollas para pretender cuidar.
Luego le cuentas al resto porque ardes si
el ave fénix resurgiendo de las cenizas soy yo.
Luego me cuentas a mi, el secreto del
fuego.
Tengo tres candados enredados a las
puertas de mi imaginación que han perdido la llave después de sacarte de ahí.
Después de descubrir el puente atroz que
distanciaba la realidad del personaje.
Cuanta pena hemos dado.
Libera los cantos de sirena. Ahoguémonos
todos en la miseria de creer lo que queremos creer a pesar de ser tan evidente
tu mentira.
Llamad a los poetas y que uno de los
presos le dedique un verso a la chica que se llama Marea. Esa historia me
gustaría contarla.
Tengo la religión clavada en la espina
dorsal de una Atea y una voz agnóstica repiquetea que no merece limosna la
paralítica que fui.
A dónde vamos a huir cuando el amor se
haya convertido en Guantánamo.
A dónde voy a huir cuando el síndrome de
Estocolmo me folle entera.
Qué pasará si la siguiente boca que me
cruce no sabe de quién hablo cuando baile mi canción favorita.
Qué sucederá cuando compares sin querer y
ella no esté a la altura. Salta(s) en picado todo lo que fuisteis y a ver cuánta
mierda se nos acumula en los ojos.
¿La capacidad para destruir todo aquello
que amamos? Dímelo tú.
Mejor, susúrralo. Porque no me quiero
enterar.
A ver si nos aclaramos en esto de que
somos nuestro propio verdugo cuando besamos el cuello de quién lleva el
cuchillo.
Va a resultar verdad que el oficio de
escribir consiste en impregnarse de la memoria que dejaron otros a los que hace
tiempo aniquilamos para nutrirse del desastre provocado y culminar con éxito la
necesidad de rellenar folios en blanco.
Que masoquismo tan egoísta y nutritivo.
He vuelto a escribir sin sentido alguno.
Explícame cómo cojones tú lo has
entendido.
Comentarios
Publicar un comentario