LA CHICA SE PERTENECE.




"A estas alturas
todo lo que espero de ti
es que después de haber caído tan bajo
no esperes nada de mí" - I.X.







 
La memoria es condición sécuano de nuestra raza, y puede que algún día los recuerdos te traicionen.

                Jugando a ser dos gatos de madrugada correteando por las calles,
                El día que una chica por sorpresa y porque cree en ti, te suba a un escenario.
               Infinitas horas de conversación metidos en un coche mientras afuera en la ciudad,
         Compartiendo cama y porro si te pide una canción,
               El día que te de por hablar con estatuas en una plaza del centro y ella ya no esté.
             Si pidieses un rescate entrada la noche de Madrid a Chinchón y nadie se metiese en un taxi para salvarte,
                Bajar Gran Vía del brazo y con la risa muy fuerte,
                Eligiendo canción en un Karaoke,
                Escuchando música en directo. Descubriendo música en directo.
            
Incluso, puede que te traten de enseñar un local nuevo, bohemio y escondido en los bajos de un Madrid desconocido y cuando lleguéis esté cerrado,
Podría darse el caso de que os tiréis tupper en mano, guitarra al brazo y pardo adelante brindando por nada en concreto y por estar juntos en realidad. Rodeados de tercios y sol. Varias caladas después jugaréis a un trabalenguas y la vida pasará mucho más rápido y hasta pareceis felices.


Entonces,
En alguno de todos esos momentos, puede que me recuerdes.

O puede que solo sea, como tu dijiste, épocas en las que lo pasamos bien.
Quién sabe, es posible que nada de todo esto, si es que vuelves a vivirlo con quién sea, te produzca nostalgia, porque la nostalgia implica que dará igual estar haciendo una replica exacta de aquellos planes, la cuestión es, no poder hacer una replica exacta de la persona que tenías en frente cuando los hacías.
Las miradas cómplice, el tono de su voz, el olor de su perfume, el movimiento de su pelo, la forma de achinar los ojos cuando sonreía, sus converse en la guantera.
Los detalles. Ese es el verdadero problema.

Que ojalá la pareja perfecta.
Que tú no.
Que yo solo hago lo que hago porque bebo.

Vale. Pero mira a ver si la próxima vez que bebas no te da por preguntar como llamaríamos a nuestros hijos o sacar el repertorio de canciones que te recuerdan a mi. Y sobretodo, a ver si cambias de excusa para justificar lo que te apetecía hacer en el momento, porque beber, bebemos todos.

Que yo siempre me iré con quien me gusta.
¿Y cuánto te gusta para irte después de comerle la boca a otra por billonésima vez?
Aunque debería preguntar, ¿Cuánto nos respetas a cualquiera de nosotras para hacer lo que haces?

En cualquiera de los casos, ese ya no es mi problema.
Tú respeto ya no es mi problema.
Mi problema fue olvidar quién era yo y dónde estaban mis limites.

Lo he hablado con mucha gente y creo que yo no doy muchas cosas por ti.

Te corrijo, tú no das ni has dado nada por mi.
Y de todas estas historias que te cuentas y nos cuentas, esto es lo único real.
Tuviste que verbalizarlo para que yo lo recordase.
De tus cuatro minutos de monólogo me quedo con quince segundos, lo que dura esa frase.


Ha sido raro conocerte. Extraño y maravilloso.
También un quebradero de cabeza y un desgaste absoluto.

Me hubiese gustado no contestarte como lo hice, porque ahora que he recordado quién soy y cómo soy, no te habría mentido así.
Mis cinco minutos de vuelta son tan falsos como los tuyos.

La cosa es, que a estas alturas ya no importa.
¿Me quedan cosas por decirte?
¿Me gustaría que escuchases enumeradas todas tus capulladas?
¿ponerle nombre, verbos, acciones y hasta sexo a eso que tu llamas:
                                                 “dar a entender lo que no es”?

Pues pa´que, si tú todo eso ya lo sabes mejor que nadie.
Y mientras escribo esto, me está dando pereza seguir escribiendo porque yo,
Ya lo sabía,
Pero ahora,
Por fin,
Me he querido dar cuenta.

Me ha molado mucho conocerte.
Esa parte de la historia en la que no eres un cobarde - la echaré de menos.
Nuestros planes, esos los voy a echar de menos todos.
Juntos habríamos sido la hostia si tú no fueses cómo eres.
Ojalá hubieses sabido querer. Y ya de paso, como yo me merezco.




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