A DUSTLAND FAIRYTALE



"And were the dreams roll high
And were the wind don´t blow
Out here the good girls die
And the sky won´t snow..." A Dustland Fairytale








 

Pensaba que entre los escombros podríamos seguir encontrándonos como siempre hacíamos.
Si me faltaba el aire un boca a boca tuyo podría haberme salvado.
Pero eso sería sellar un pacto de silencio que llevábamos cumpliendo ya muchos años, y las promesas nunca han cumplido con nosotros, y desde luego, nosotros jamás supimos cumplir con ellas.
De verdad, creía que podíamos salir bien.
No lamento haber sangrado por la esquina del mismo muro mil quinientas veces, doscientas mil mañanas y todas tus noches.
¿Enserio merece la pena lo que dicta la razón y silenciar al corazón?
Yo no sé hacer eso.
El mío se revela y me palpita a gritos que no es sincero ningún pacto con las ideas sin contar con él.
Habla conmigo a través de taquicardias:

-       “Yo también tengo voz y voto, y si pretendes no escucharme, haré que lo hagas.”
Y entonces duele.
Y yo siempre he atendido el dolor. El mío, el tuyo.
Me podrás negar verdades, huidas, besos; pero no puedes negarme eso.
Tu dolor sonaba fuerte y yo le atendía paciente.
¿Se caminan las calles igual de la mano de quien te conviene que de quien quieres?
Explícamelo.
¿Es tan horrible arder más de la cuenta porque juntos prendemos mecha?
Convénceme de que se vive mejor sin quemaduras porque ni ella leña, ni tu puedes ser fuego al lado del agua.
A mi me parece aburrido.
Debo ser una ignorante.
¿Se para tu reloj vital cuando te cuenta cosas?
¿Cómo sonríe con una canción de Sabina?
¿Le cambia el color de ojos cuando te lleva a los bares secretos de Madrid?
¿Te lleva a alguno?
A mi eso de que todo es más fácil con alguien que no es complicado, no me vale.
A mi, que me compliquen, y mientras me sorprendan, a mi que me hagan sentir mal, peor, mucho, a raudales y mejor.
Dicen que las cuerdas, atan.
No pretendo romper vuestro lazo, tampoco podría, no creas que no lo se.
Yo nací loca, por eso mis nudos son pasionales y la mitad viscerales.
Pero un día Papa me puso Vetusta y “Bendita dulzura la tuya.”
Comprendí, que hay algunos que detrás de todas esa locura, encuentran exactamente eso, la dulzura frágil que se esconde.
Desde entonces, la paseo con orgullo.
Entiendo que con tantas tormentas uno necesita la calma.
Pero joder, es que se besa mejor bajo la lluvia.
No defiendo un torbellino constante, no pretendía que fuésemos eso.
Yo imaginaba bandera de paz, y tú y yo, querido extraño, la conocemos.
O no la hemos paseado en coche con la música a tope.
O no hemos saludado desde dentro hondeando la felicidad.
Sabemos hacer eso.
Sabemos tirarnos en el césped a pleno sol y se nos ha hecho tarde.
Que bonito. Eso, de que se te haga tarde sin perder el reloj pero si la noción del tiempo.
Reírnos. De ti y de mi.
Hemos paseado la risa en el metro con esas bromas que tanto odiabas que te hiciera y tanto disfrutaba yo.
Entiéndeme, soy del equipo de esa bandera. De los momentos buenos.
Permíteme la corrección. Buenos, se ha quedado pequeño.
Siendo ambos de extremos, será mejor hablar de éxtasis.
Porque nosotros solo sabemos estar en éxtasis o en banca rota.
Pero hay tantos que se conforman con estar.
Con estar bien.
En línea.
Uniformes.
Tú ahora también eres de esos.
Yo, no sabría.
A mi me gustaba lo de volar contigo y tocar el suelo cuando caemos de bruces contra él en una pelea.
Luego, volver a retomar el cielo.
Que le vamos a hacer. Pero no me niegues que tu eres tan pájaro como yo.
Aunque ya no quieras, aunque ahora camines, aunque tú no lo sepas, aunque yo sé que lo sabes, aunque tu sabes que lo sé.
Cuéntame, ¿Te escribe?
A mi me gusta que me lean.
Que te canten.
Joder, tiene que ser bonito.
Pero sabes, cuando me leen, realmente solo están poniendo voz a las palabras de otros.
Cuando te cantan ¿no es lo mismo?
Yo te he puesto a mi ser entero en folio.
Es distinto, quizás mas personal.
Mas persona.
Siento que nunca te pareciera especial.
Es que siempre me he desnudado mejor en papel que con mis manos.
Aún así, reconozco que me da pena.
Porque por muchos reproches que le añadas a mi apellido, no deberías dejarte en mi nombre todo el amor desmedido que apuntaba a tu sur. El norte lo habías perdido cuando te conocí.
¿Te he contado que eso es lo que más llegue a amar?
Fíjate, yo sin querer cambiar(te) y tú sin querer querer(me)
Cosas del azar, o de la vida.
¿Si volviésemos a hablar, me dirías que te parece raro eso de adiarte un día y luego acordarme de tus ojos cuando sonríes, aunque sea poco, de tus ojos cuando te digo que voy a enseñarte un rincón nuevo de nuestra ciudad, de tus ojos. Y entonces todo se me pasa y vuelvo a quererte otra vez?
Supongo que acabarías diciendo, lo que siempre acaba conmigo, lo que siempre acaba:
“Estas loca”
Y otra vez, me agarro fuerte, me hago dura, y vuelvo a pasear esa locura con orgullo porque, bendita.
Y porque, actriz.
Mi mejor papel ha sido el de quererte.
Lo he representado en tantos escenarios que ya ni me acuerdo. ¿Eso será verdad o estaré actuando?
Piensa en las veces que la sonreí.
Las que memorice mis líneas de amiga.
Ese guión de: Esto puedo aguantarlo por él.
Y luego pasaba texto para asegurarme de sabérmelo como es debido:
“Todo esta bien.” Mirando por la ventana para que mi lagrima te diese la espalda.
Ahí tienes la respuesta.
Una actriz ha de defender siempre su personaje, le guste o no. Es la regla numero uno del oficio.
Imagínate lo que ha llorado esta actriz.
En el fondo, será mejor tener al lado un mueble dócil, de esos que se amoldan a cualquier rincón de la casa, que sirve de mesilla de noche para encender la luz cuando echas de menos.
Un mueble que no sea difícil, cuyos bordes no te hagan daño en las rodillas si te golpeas contra su realidad en la oscuridad.
No puedo disculparme por no ser así.
Yo, sería casa. Tejado. Ventanas y puerta.
Yo, quería ser, contigo.
Pero definitivamente nunca mueble, nunca adorno.
A ti, que no creo que me llegues a leer, y si lo hicieses sabrías que este texto es para ti.
Este, sí. A pesar de que otros muchos no aún cuando lo parecen. Y sin embargo, ya sabes, te engañaría con cualquiera, antes de reconocerlo.
Pero esta vez, tan evidente y en botella (Por las compartidas) brindo entre versos sin tratar de decirte que te quiero.
Porque cuando me leo, reafirmo esa idea de que el amor, no podría dar como resultado esto.
Con esto habló de palabras que cuentan una historia en la que la princesa no se llama “Bella” si no “Lago oscuro”.
La princesa, era Maléfica y por vestir de negro el príncipe se confundió con aquella que vestía de Blanco pensando que todo se resuelve con una ecuación tan fácil como la buena y la mala.
Pero príncipe, en esto del amor, créeme, la mala lo ha hecho con mucha mas voracidad. La mala tenía tanto, tanto por darte que hasta se dio a sí misma.
Y ese príncipe luchó contra un dragón  por la niña de coleta baja y pelo liso y dejo a la chica triste de pelo rizado, la que lloraba a escondidas y escribía con un cigarro, contemplando su reino imaginario consumirse bajo las llamas del mismo monstruo que la acabó matando.
Ella no buscaba un caballero andante. Ella quería al chico del monstruo en la capucha y las despedidas en los ojos.
Y ahora, ya no quiere nada que no la quiera de vuelta.
Así que, esto, esto es, un: Gracias y un Lo siento.
Gracias, por ayudarme a escribir.
Lo siento, por no poder agradecerte absolutamente nada más.
El lago negro murió a manos del dragón que no era si no una bestial metáfora del amor.
El lago negro también se pincho con una rueca y acabó desangrándose.
Maléfica, no es la mujer que espera en lo alto del torreón tu llegada.
Y colorín colorado, el cuento es mío y el final, algo que se había alargado mucho más tiempo del necesario.

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