LA NAVE DE LOS LOCOS








"Después de tantas cosas aquí estamos"
-La nave de los locos (Quique G)





¿Os pasa a veces que cuando recordáis a vuestro “yo” del pasado no os reconocéis del todo?
Y cuando digo pasado, puede ser antes de ayer. Supongo que lo que quiero decir es que hay un momento concreto. Un día que lo cambia todo.
No creo que le suceda a todo el mundo.
Ni que sea necesariamente bueno o malo.
Sencillamente escribo acerca de ello porque a mi sí me ha pasado y aún me autoanalizo veinte mil veces al día reflexionando sobre ello.
Aunque eso siempre lo he hecho un poco sobre casi todo en la vida. Lo de darle vueltas y vueltas o cuestionar(lo) todo.

Yo sin embargo sí sé cuando llegó mi punto de inflexión.
Los días 15 sigo más triste que nunca. Quizás por eso hoy tocaba escribir.

He empezado un millón de cosas nuevas y la mayoría me aterran.
Alguna más que otra.
Pero no sé dónde leí que sí te da miedo, es cuando tienes que hacerlo. Era algo así al menos y yo utilizo un poco “a mi manera”.
Voy por las mañanas a unos talleres Teatrales increíbles en los que se trabaja con el cuerpo única y exclusivamente.
La meta, es que a través de revolcarnos, saltar, tirarnos por el suelo, gatear, brincar, hacer flexiones, bailar, sentadillas, mirarnos a los ojos, tocarnos, respirar…
A través de todo esto sin la ayuda de una sola palabra, quiebren todas las infinitas defensas que todos tenemos en el día a día, hasta que nuestro alma rasgue golpeando contra el suelo.

Nuestro profe siempre nos grita “como animales”. Y es tan real. Durante dos horas somos putos animales locos al contacto de la piel.

Acojona tanto. Y a la vez impacta. Darse cuenta de que existe un lenguaje corporal. De que socialmente nos hemos educado construyendo cien mil barreras para no frenarnos a contemplarnos fijamente, a olernos la piel, a quedarnos ahí, quietos y expuestos chorreando sudor sin decir ni una palabra. Extenuados.
Y más vulnerables que nunca.

Vulnerable. Que bonita me parece esa palabra.

Pues eso, durante dos horas la mayoría de los días comienzo siendo una pantera y acabo como Lucía.
Una Lucía que aún es muy tímida, que aún tiene millones de complejos con su cuerpo, que aún está superando sus miedos. Pero también Lucía descubriendo seres humanos. Descubriendo sensaciones.
Descubriendo.

El 14 de diciembre Quique González hace concierto presentando su nuevo álbum con García Montero.
Y esta nueva Lucía se ha pillado una entrada para ella sola.
Porque nunca en mi vida le he echado huevos a irme a un concierto sola.
Porque nunca en mi vida me habría atrevido a ir sola a un concierto que sé al doscientos por cien que me va a romper por todos lados. Por ti Papá el primero.
Pero hay otros aún en reconstrucción que también van a tambalearse.

Porque nunca en mi vida, porque sola, porque nunca en mi vida, porque sola,…

Hasta ahora.

Porque nunca en mi vida y sola van cobrando significados muy diferentes.
Van colocándose de manera distinta. Soy más solida. Aun me queda muchísimo.
Joder me queda la hostia. Pero flaqueando exactamente igual que antes, y eso ni pretendo ni quiero ni me gustaría cambiarlo, también he crecido en fuerza y valentía. Solidez. Solidez. Solidez.
De eso siempre me faltó mucho.
Por mamá, por Papá, por la infancia en general que se gesta de diferentes formas para cada uno, pero yo crecí así. Nunca supe ser suficientemente solida para mi.
Nunca me trate suficientemente bien.
Me he dado cuenta de que no he sido del todo buena conmigo.
Sigo sin serlo muchas veces y sobretodo muchas noches.
Quizás hay una parte de autodestrucción que no sé callar o no quiero.
Y me inclino mucho más por la segunda opción.
Pero a pesar de eso, voy encontrando una manera de construirme fuerte. De sujetarme con cariño.

Hablando sobre esto de que hay una parte que nunca sabré o querré. Bueno corrijo, “nunca digas nunca” asique mejor diré de momento.
Pues eso, que sobre todo esto he pensado hoy especialmente.
Vengo de un finde de tres días.
Tres días de jarana de la buena.
Porque sí. Porque me apetecía. Porque cuando “tacita a tacita se llena el depósito de la chica buena”  salta el sputnik.
Pero también porque quería silenciar, apagar o al menos bajarle el volumen a algún que otro sentimiento. O quizás a uno.
Da igual, eso es lo de menos.

Lo estoy pasando bien. En el amplio sentido de la palabra. Lo estoy pasando puto bien.
Hay mucha gente que me ha dicho que tengo una luz diferente.
No lo sé. Tampoco le doy muchas vueltas. Sonrío eso sí, porque siempre es bonito cuando te echan un cumplido.

Me vuelvo a ir por las ramas. Reconecto.
Hoy, volviendo de viaje porque el sábado nos fuimos de Madrid, he estado pensando mientras miraba las luces, la carretera, la tormenta golpeando encima y Mumford & Sons de fondo en un sueño que tuve.
Era algo asi como que estaba rodeada de perros. Y me gustan los perros. Me encantan.
Y yo jugaba con ellos y quería acariciarles. Pero cada vez que iba a hacerlo me mordían. Y me hacían daño. Muchísimo daño.
Lo que más recuerdo del sueño era la sensación de adrenalina. Me confiaba y me quedaba entre ellos, rodeada y notaba el subidón de la adrenalina minutos antes de que ZAS se abalanzaban y volvían a morderme.
Pero yo solo quería acariciarles.

Pues ha sido luego, en el coche de noche, hablando con Luis y Helen, con la grandiosa resaca del finde de tres días, cuando en un momento de silencio, me he apoyado contra la ventana y he tenido mucho miedo.

Me ha dado miedo entender el amor así.


Y es completamente contradictorio porque yo tengo clarísimo qué quiero cuando pienso en “amor”.
También tengo bastante claro que no quiero. Y eso, sobretodo es importante.
Pero eso no ha impedido que me entre angustia pensado que una cosa es lo que conscientemente sé que ansío y otra, muy diferente y mucho más puñetera, lo que inconscientemente quizás busco, lo quiera o no.

Soy una intensita. Ya lo sé.
Me gustaría tanto saber quién me lee. Que desconocidos en sus casas encuentran este blog a veces y si alguien de verdad llega al final alguna vez.
Joder, me imagino que pensarás si eres de los/as que suelen acabar estos come come de cabeza que tengo y siempre dejo por aquí.
¿Qué te angustia a ti? ¿También te pasan estas cosas? ¿Quién eres?
A veces me molaría saber quién se acerca a mi detrás de una pantalla de ordenador.
A veces me gustaría haberme acercado a ti y que nunca me hubieses echado.
Que nunca me hubieses dicho lo que me dijiste porque es la primera vez que no puedo ¿perdonar?.
Nah, mentira cochina y gigante. No tengo que perdonarte porque nunca me arrepentí ni lo hago ahora de nada que tenga que ver con haberte conocido.
Bueno, de follar más. Mucho más. Porque cuando a veces te vienes a mi cabeza por algo, me imagino diciéndote las ganas que tengo de que lo hagamos en todos lo lugares del mundo de todas las maneras del mundo.
De hecho, incluso aunque suene masoca te volvería a conocer todas las vidas que me tocasen.
Supongo que es más bien que no puedo olvidar lo que dijiste.
Y por encima de todo, no quiero olvidarlo.

¿Veis lo que digo? Cuando escribo, me vuelvo transparente y llego a lugares donde no tenía pensado.
Esta semana te has hecho presente y será eso.

Es día quince y necesitaba vomitar porque siento que me estalla la cabeza y la vida cuando llega esta fecha. No es que te piense más este día.
Si lo que justamente no sé dejar de hacer es pensarte papá.
Pero es que hoy, duele extra. La fecha de partida parece siempre un puto reloj despertador de mierda recordándote que es la hora o en este caso que es la fecha incluso aunque no sea el mes.
Y joder, como me gustaría mandar a tomar por culo el despertador. Que nunca hubiese existido una fecha para decirte adiós.
Aún me dueles desde las entrañas y sigo procesando cómo colocarlo para sufrir menos.
Despacito. Tiempo. Ya lo sé.
Tú y yo habríamos ido juntos a escuchar a Quique y Montero. El nuevo disco se llama “Las palabras vividas”. Habríamos comentado mínimo una hora lo muchísimo que nos gusta el nombre del álbum, así para empezar.
Me acuerdo tantísimo de los momentos en coche subiendo a la piscina cantando cuando éramos reyes.
Porque éramos reyes Papá. Fuimos todo.
No sé muy bien qué voy a hacer con la sensación de soledad allí. Tengo un poco de miedo. Bueno vale, estoy acojonada.

Pero Papi, tienes que estar orgulloso de mi sabes.
Por mi bien deseo que haya muchas cosas, alguna en concreto que no puedas ver, que nunca desde ningún lugar supieses que sigue sucediendo.
Es que a veces me duele todo un poquito demasiado y a veces también me pone cachonda jugar siempre al borde del precipicio. Es una mezcla extraña pero forma parte de mi.
Pero sí quiero con toda mi alma que veas como enfrento mis inseguridades.
Cómo voy peleando por mis sueños.
Cómo voy embarcándome en nuevas aventuras.
Estoy siguiendo, cojita y llorándote mucho y muy fuerte.
Pero estoy caminando papá.
Estoy caminando.

 

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