GUARDAOS BIEN QUE VIENE EL FRÍO









Hoy he ido al cine a ver la última de Woody Allen:  A rainy day in New York.
Me ha encantado.

Era Lunes. Mi mañana ha sido cuánto menos extraña.
Luego un rato de hurgar en terapia, que por lo general me gusta.
Pero aún así revolver conflictos con uno mismo siempre genera una cierta confrontación.
El cielo estaba nublado.  Fin de la temporada, adiós queridos, guardaos bien que viene el frío… (cancionaca de vetusta para los curiosos.)
Pues eso, que volvemos a los días grises de lluvia.

Papá decía que nací un día llenito de sol.
Mamá siempre me ha dicho que el día que nací no podía ser más gris ni más lluvioso.
Esto es cojonudo. Porque uno de los dos esta equivocado. Y me jode que uno no recordase de que color estaba el cielo el día que yo llegaba.
Ahora ya, me quedaré con la duda.
Pero en general mi cumpleaños siempre suele coincidir con la llegada de los cielos de invierno y los días grises de otoño que siempre me han puesto un poco triste.

Todo esto no era para daros una charla meteorológica la verdad. Sorry.
Era para decir que me ha parecido un día estupendo para meterme a ver una vuela peli en VO mientras afuera en la ciudad sigue lloviendo.

Y efectivamente Woody Allen siempre es un acierto.
Es curioso ver como ha ido evolucionando su cine.
De sus pelis más clásicas a tramas que por decirlo de alguna manera son menos surrealistas pero igual de ácidas y a la vez con ese punto algo romántico que tienen la mayoría de sus pelis.

Esta era la historia de un chaval, peculiar, digámoslos así. (Claro que a mi me ha vuelto loca desde el minuto uno de la peli vestido con aires de poeta intelectual algo zarrapastroso y a la vez extrañamente atractivo) y por supuesto nada más abrir la boca para decir que el era más como Charlie Parker.
Para los que no lo sepáis (me encanta pensar que por este diario virtual os descubro cosas. Por si alguna vez vosotros queréis descubrirme las vuestras.) Bueno pues,  Charlie Parker es uno de los personajes de ficción creados por John Connolly para protagonizar sus novelas de misterio.
Y os soplo por aquí que no hay mejor descripción para Charlie que la del antihéroe cargando con sus culpas y remordimientos.
Comprenderéis porque me ha molado tanto esa frase. Yo siempre he tenido una cierta predilección por los antihéroes.
Por supuesto si hablamos de Charlie Parker también hay que pensar en uno de los saxofonistas más importantes.
Y realmente el personaje de Gatsby (ojo al detalle del nombre. Porque en las pelis todo pasa por algo siempre.) era una mezcla perfecta de ambos Charlie Parkers.

Vale, pues tras babear un rato con el prota.
Y luego volver a la realidad pensando, como siempre cuando vuelven a encenderse las luces y me  toca recordar que se me ha agotado la hora y media para fantasear, me digo:  tía, que Gatsby no existe y lo que dice, lo dice a través de Woody Allen que evidentemente sí, es un grande.

A ver, leñe. Mi maldita manía de entrar en detalles con todo.
Yo quería comentaros la historia.
Gatsby y su chica (Elle fanning esta maravillosa) se van a Nueva York para que ella pueda hacer un reportaje sobre un director de cine para la uni.
Él prepara un día en pareja maravilloso.
Pero las cosas se complican y acaban viviendo dos aventuras completamente distintas.
Ella con el director, el productor y con un actor. Ingenua, inocente y alocada.
Él vagabundeando por Nueva York y encontrándose con una morena llamada Chan en el set de rodaje de una película alternativa con la que acaba pasando el día.
Las dos actrices estaban inmensas en los personajes.
Elle fanning interpretaba a la novia de camisita y jersey, falda, manoletinas y pelo rubio liso casi impoluto.
Selena Gomez era de moño, deportivas y algo más cañera.
Me ha encantado ver el trabajo de ellas como actrices porque al final siendo lo que yo he elegido como profesión mola mucho observarlo desde fuera.

Hablando de cosas que molan, hay dos momentos perla de Chan (el personaje que interpreta Selena) que básicamente se pasa el día picándose con Gatsby maravillosos.
Uno es hablando del pasado, y de una breve relación que éste tuvo con la hermana de Chan mientras pasean el MET.
(Evidentemente el momento pasar parte del día viendo galerías de arte, museos etc me ha dado envidia porque es típico plan que a mi me encanta) pero si al planazo le añades la conversación cuando ella se gira y le dice:

Me hubiese gustado que vuestra relación hubiese sido fructífera.
Después de tantos gilipollas al menos tu eras un gilipollas especial.

La segunda intervención que me ha encantado porque también me ha parecido muy yo ha sido el momento en que el pobre Gatsby no para de hablarle de su novia y entonces tras una mirada que anda entre la compasión y el estar hasta los mismísimo le sonríe dulcemente y le dice:

No sé muy bien como decirte esto sin que te lo tomes mal.
Pero estoy harta de escuchar el nombre de tu novia. ¿Qué hacemos?

Pero sonriendo. Recalco.

De estas han tenido miles.
Elle, en su papel como Asleigh también tiene momentos literalmente sublimes.
Lo que pasa que no me he sentido tan identificada como con el otro personaje.
Eso también es lo que me encanta de ir al cine y conectar con las historias.
Cuando a veces ves en boca de otros personajes cosas que tú también has pensado o dicho. Comportamientos dónde te ves reflejado y situaciones parecidas o incluso iguales a las tuyas propias en tu día a día. (El momento de Gatsby vagabundeando por la calle solo. Literalmente eso ha sido y sigue siendo parte de mi día a día.
La conversación con su madre.
Sus momentos románticos de poeta torturado bajando al bar a por una copa.
Me he reído mucho.
Y salir del cine con una sonrisa es casi la mejor parte después de la de poder evadirte de la realidad por unas horas.

En cierta manera las tardes o las noches de cine. Porque ir al cine cuando ya esta entrada la noche siempre será de mis planes favoritos. Igual que los cines de verano al aire libre.
Bueno pues eso que los días de refugiarte en el cine los he visto toda la vida algo así como tardes o noches de renovación.
Entras de una manera y si tienes suerte con la peli, claro. Sales de otra. Completamente distinta.
Eso es guay.

Hasta aquí mi critica cinematográfica porque realmente lo único que tengo que deciros a los que estéis hoy perdidos leyéndome es que os vayáis al cine directos a verla.

Ah, hoy me he acordado de otras dos palabras que me encantan y se me olvidó dejar por aquí.
Las descubrí este verano en el cumple de mi tío Marce.
No es coña que algún día hare un diccionario de palabras especiales.
Deberían existir más cosas así. Libros raros. Diccionarios raros.
Hay diccionarios para poder traducir. Para los significados del día a día.
Pero joder, si le quieres decir a alguien Este momento de los dos se va a quedar conmigo por siempre. Pues deberías poder tener un diccionario donde encontrar la palabra para ese tipo de sensaciones de las que siempre decimos “jo, no sé explicarlo, ¿tú me entiendes?”
Me parece que las sensaciones especiales deberían tener su propio libro donde ser encontradas y reconocidas.

En fin sí. Que algún día dejaré de daros la chapa y haré mi propio diccionario.
Vale. Pues las dos palabras que descubrí celebrando el cumple de mi tío y no las había dejado por aquí son:


ETERFÍMERO – Dícese de aquello que durando un lapso muy corto de tiempo permanece en quien lo vive durante toda su existencia.

INMARCESIBLE – No puede marchitarse.

Parece una gilipollez pero tú imagínate decirle a alguien.
Te quiero de una manera inmarcesible.
Pues bueno, hay dos opciones. O que yo no me eche novio en mi vida porque les asuste a todos.
O que puedas compartir por un minuto un lenguaje secreto en el que el resto de la población escucha:  de una manera inmarcesible” y piensan esa tía está como una regadera.
Pero tú y yo sabemos que lo que hemos escuchado es “Nosotros no nos vamos a marchitar. Este amor no se marchita”.

Siento ser una intensita de narices pero a mi estas cosas de la vida. Estos mini detalles son los que me parecen realmente importantes de una persona.
El otro día por ejemplo, amanecí en casa de alguien. Y por algo que ahora mismo no es relevante me dijo: Al revés. Si así molas más. Y se refería a que llevaba el pelo resacoso en un moño rapido y alto con una cuerda que ni siquiera era goma de pelo y una cara con cero maquillaje y una noche de traya previa. 
Y aún así, para esa persona, yo estaba mejor así que teniendonos que cubrir con las mil capas de maquillaje que camuflan otras mil capas de inseguridades.
Esos detalles, aunque no lo diga, porque no lo hago, son en los que yo reparo y me gustan.
Y si por aquí, que es el único lugar donde no juzgo lo que escribo, ni lo que pienso, ni si hay algo oportuno o inoportuno.
Aquí, me abro para que quienes me encontréis podáis acercaros un poquito más a mi y a mi forma de sentir y de vivir las cosas.
Asique eso, siento la intensidad. Pero si no os contase estas cosas que me conforman como persona, no estaría dejándome conocer realmente. Y eso, es trampa.


El Miércoles es mi cumple. No quiero que llegue ese día.
A mi que siempre me ha encantado el día de mi cumple…
Pues estoy acojonada. Porque evidentemente no es que el cambio de que no estes lo note aquí papá.
Porque lo noto en absolutamente todo. En mi inclusive.
En mi sobretodo.
Pero ya no vas a ver los veintiséis ni todos los demás.
Ya nunca verás si tengo una arruga nueva de reír o un hoyuelo diferente.
Ya no verás cuando me corto el pelo porque estoy muy triste o por el contario porque me siento más guapa y segura que nunca.
De aquí en adelante no me verás crecer.
Y el Miércoles pasaran doce horas eternas y largas en las que me llegaran mensajes y a ver quién consigue hacer algo parecido a lo que tu hacías.
A ver quién me versiona canciones con todos nuestros momentos.
Quién me dice en un párrafo gigante que soy especial. Y bonita. Y que se sienten orgullosos.
No vamos a quedar para comer y celebrar.
No me vas a fagocitar a besos.
Tú ultimo recuerdo de mi será vestida de negro con el pelo muy rizado y negro.
No me vas a ver cambiar.
Yo tampoco a ti. Yo que te imaginé tantas veces como serías jugando con tus nietos a volarles como hacías conmigo.
Ahora tenemos que conformarnos con esto Papá.
Con que nuestros recuerdos se han quedado congelados en cajitas.
Tú te llevaste el mío de veinticinco queriéndote tanto que no hay ninguna palabra, ni siquiera de esas que tanto me gustan para describirlo.
Y yo, con un legado que ahora me pesa porque me siento solita con esa caja de recuerdos.
Porque no quiero que nada se me olvide. Porque no quiero olvidar el tacto de tu piel.
De tus manos. De tu calvita cuando la acariciaba.
Y mientras que no quiero que eso pase, no puedo ahondar en ellos porque no estoy fuerte para eso Papá.
A ver con qué valor enfrento el dieciséis de Octubre sin ti.
Porque a día de hoy tampoco sé muy bien como estoy enfrentando los días sin que estés.

A veces me da miedo pensar en qué pasaría si a mi me pasase algo.
Si enfermase. Si cualquier desastre.
Quiénes me echarían de menos.
Me gustaría tener la certeza de que alguien me quiere con esa sensación de que si desapareciese el mundo se convertiría en un lugar un poco feo.
Y la tengo. La tengo de muchas personas.
Pero no sé.  Supongo que lo que yo quiero muchacha de ojos tristes es que mueras por mi.
Pues eso. Que hay días que echo de menos algo así.

Por hoy me despido.
He recomendado una peli.
Os he descubierto palabras.
Y he compartido con vosotros este lastre que arrastro desde que no estas y reflejo en todo lo que escribo.
El hecho de cumplir años en dos días.
El hecho de que después tendré que enfrentarme a Noviembre.
Tengo pánico a Noviembre. Tengo mucho pánico y no sé a quién pedirle un abrazo desde que no estas.
Tengo gente maravillosa al lado, pero yo me entiendo.

Los abrazos son siempre diferentes.

Cada persona tiene una manera de abrazar distinta. Y lo que sentimos en cada abrazo varía en función de quién nos lo de y cómo sea su manera de usar los brazos y las manos.

Debe de haber tantos abrazos como personas.

Y por eso digo, que yo me entiendo cuando digo que no sé a quién pedirle un abrazo cuando no aguanto el papel de Lucía valiente. Lucía fuerte. Lucía enfrentando la vida sin padre. Lucía de juerga. Lucía de noche.
Cuando solo quiero ser Lucía. Y pedir un beso o un abrazo. Y ya no estas.

Bueno, creo que ya ha sido suficiente vomitona por hoy.

Buenas noches compis y ¡eh! A partir de ahora, si antes no lo hacíais empezad a fijaros en los abrazos.
Yo creo que es lo más bonito de la vida. Estos detalles tan pequeñitos que nos conforman a todos.
¡Descansad!


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