Y AUNQUE LOS AÑOS VUELEN Y NO QUIERAN ESPERAR
Últimamente leo mucho teatro. Hacía tiempo que no leía teatro.
Creo que ahora coincide porque cada vez estoy más cerca de conseguir mi sueño.
Desde Septiembre la vida ha sido una sucesión de momentos nuevos, mágicos, inesperados y en muchas ocasiones de no parar. Pero eso, he descubierto con los años, que es lo mejor que nos puede pasar. – Para luego valorar cuando lo hacemos. Lo de parar, claro –
Vivir sola ha sido, o bueno, está siendo toda una experiencia y muy gratificante.
Me he descubierto muchas cosas a mi misma. O muchas cosas sobre mi misma.
Buenas, malas y medio medio.
Ha sido como tener una relación intensa con alguien que soy yo. Y la verdad, no me caigo nada mal.
A veces pienso que desde que llego esta pandemia, algunos, o por lo menos yo, hemos empezado una vida diferente.
Muchas cosas han seguido ahí, donde siempre estuvieron.
Otras, se han reafirmado quedándose más fuerte todavía.
Y algunas, se evaporaron.
Y como con todos los cambios, también dieron pie a nuevas aventuras, nuevos encuentros y nuevas anécdotas y personas.
Recuerdo a la Lucía que fui y me reconozco en la nueva Lucía.
Nueva no implica que lo antiguo ya no esté. Solo, que adquiere una nueva forma.
Mi Lucía de hoy, le gustaría bastante a mi Lucía de ayer. Creo que eso significa que voy bien.
Escribo menos por aquí. Muchísimo menos.
Creo que quizás es, uno, y no tan romántico, porque ando muy liada con trabajo.
Pero, sabéis, también creo que tiene que ver con que ando bastante ocupada viviendo. Eso es mucho más romántico, ya lo sé. También es bastante importante.
Siempre he vivido de manera intensa. No ha cambiado. Pero quizás reflexionaba constantemente en papel. Lo cual es bueno. Escribir es mi rutina favorita y no me gustaría perderla nunca.
Sin embargo, de un tiempo a esta parte, tal vez reflexiono más por las noches, junto a mi almohada, mientras le cuento cosas a Papá con la cabecita en dirección al techo (aunque a mi me gusta más decir al cielo).
Me he enterado de alguna cosa que, no sé, nunca me imaginé.
En aquel tiempo no podría haberlo imaginado porque en aquel tiempo, la simple idea de que algo así pudiese pasar me habría reventado de arriba abajo.
Y no exagero. Siento que en aquel momento el dolor habría sido insoportable.
Llevo ya sabiéndolo un tiempo y fue curioso, tampoco utilizaría la palabra “bonito” porque no sé si es algo bonito, pero fue curioso darme cuenta, después del evidente impacto, de que recordé, y en mi cabecita, con todo mi amor, le mandé un beso gigantesco en la distancia y le dije “vas a hacerlo bien. Lo vas a hacer genial. Yo confío.”
Él no se imagina que yo lo sé. Él y yo, ya solo somos personas que una vez se conocieron, tal vez se quisieron a su manera, y después, como dice la canción: “seré cosas que se cuentan.”
Pero ojalá, si la magia existiese, él supiese que aquel día en que me contaron la noticia, yo sonreí, me alegre y ante las hipótesis de todos los demás, yo sí confié y confío.
Yo sé, que lo vas a hacer genial.
(Ya no sé si me lees, pero si lo sigues haciendo de vez en cuando, y tú sabrás quien eres: No tengas miedo. Y si lo tienes, no te preocupes porque es normal. Porque es lo más aterrador y también lo más bonito del mundo lo que te va a pasar. Y vas a estar a la altura, si concentras todo el amor que llevas dentro. Esa personita, no merece otra cosa que absolutamente todo el amor que tienes. El mundo luego se encarga de mostrarnos lo demás. La cara más feucha de la luna. Prepárale para que pueda contrarrestar con el amor que tú le enseñes que existe.)
Por otro lado, sigo siendo Cantinflas. Sigo sin saber hacer bien la compra. El super me parece una gincana. Sigo riendo muy fuerte y tengo unas patitas de gallo en los ojos que lo demuestran. También lloro muy fuerte cuando lo hago. Como antes.
Me siguen encantando las madrugadas y las noches de insomnio, el cigarro y el sonido de Madrid en silencio desde mi ventana del baño.
Sigo siendo la princesa de Sabina y la Buena chica de Enrique Urquijo.
Tito George sigue salvándome la vida siempre.
Y volví a meterme en una historia extraña, intensa e inesperada. Llena de altibajos, pero en este caso, a diferencia de la anterior, los altos son muy altos y hacen que todo merezca la pena.
A diferencia de la anterior, la persona que comparte la historia conmigo se hace más daño de lo que yo vi hacerse y a veces tengo mucho miedo, mucho más de lo que tenía.
Pero también, cuando no se trata de cuidarse él, cosa que no tiene ni idea de hacer y yo le temo, cuando se trata de cuidarme a mi, lo hace como nunca sucedió en la anterior.
Supongo que porque esta historia es de dos, y la otra fue siempre más mía.
Aquí, me dan un lugar en su pecho y sus brazos. Aquí me besan mientras yo abro una cerveza y pongo música rara sentada en la encimera y él cocina.
Aquí nos reímos en el salón fumados con un colacao al que le hemos colado almendras y sabe raro.
Juega con mis leotardos.
Paseamos el retiro y bebemos cerveza después.
Desayunamos tostadas y me tapa los pies cuando tengo frío.
Tenemos un sexo que nunca había tenido y me quita miedos y vergüenzas y hasta, nos adaptamos a la distancia… no sabía que la tecnología podía servir para tantas cosas…
Aquí, en esta historia, también he llorado porque no me da miedo lo que hace cuando está conmigo, al revés, aquí, me cuidas y siento hogar.
Pero me aterra lo que haces cuando estas solo contigo. Porque llegas a ser tu peor enemigo. Y utilizas demasiadas cosas para eso, demasiadas.
Nica sigue siendo la mujer de mi vida y Sandri sigue siendo mi titana favorita.
Con su misma mala uva, pero con sus mismas virtudes a partes iguales.
Sigo echando de menos abrazarles, y por supuesto a Charlie.
Y, sigo teniendo unas amigas que a veces pienso no me merezco.
Sí, las personas que me rodean, son las más maravillosas del mundo.
Parece, que todo haya cambiado, y lo ha hecho, muchísimo,
Parece casi otra vida, otra historia, otro lugar…
Pero lo importante, se mantiene dónde debe estar.
Creo, que, en definitivas cuentas, andamos más que bien.
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