COBARDE.









Hay personas a las que se las conoce mejor desde fuera que desde dentro, por eso cuando te enamoras de ellas las desconoces. Y yo le sabía desde fuera, pero llegaron los sentimientos a ponerme esa venda preciosa sobre los ojos. Por suerte o por llamarlo de alguna manera hay muchos ojos que ven lo que tú no.
Mi gran error fue pensar que era distinta. Que yo era yo, y que me quería más que a las anteriores, aun sabiendo cómo había sido con ellas. Cómo va a serle fiel a una mujer en esta vida o en cualquier otra si no es capaz de serle fiel a sus propias verdades. Si no tiene principios, pero sí muchos finales, y ninguno de frente. Porque es cobarde. Porque jamás dejó de ser un adolescente con poca autoestima, y yo pensé que era un hombre porque le vi llorar. Porque le sequé las lágrimas incluso cuando no lo mereció.
Qué ingenua. Me hizo prometer y prometió a quien más respeto tenía que nuestros hijos tendrían mi sonrisa; que si niño y niña, que si su piel, que si la mía. Que si tendríamos un gato o un zoológico en nuestro hogar. Ese que sabía que tanto ansiaba porque nunca tuve.
Viví engañada, porque él vive en su propia mentira y me parecía una realidad increíblemente bonita. Me mantuve de respirar el dióxido que él soltó hasta envenenarme, hasta hacerme más y más pequeña. Ya no quería fotos nuestras, ya no me llevaba por bandera, ya no presumía de mí y espero que por vergüenza. Porque tenía que agachar la cabeza ante esos ojos abiertos que veían cómo probaba otras bocas, y cómo cerraba la mía con poemas.
Poemas que me dejaban con hambre y con sed. Porque el humo no siempre alimenta. Aunque supongo que en realidad es que dejó de quererme y no supo ser valiente. Yo que sé. Me alcanzó como a una utopía, y me arrastró hasta hacerme tragar la arena de su propia realidad.
Mentiras, mentiras y mentiras. Qué bien mentía.
Él ya tiene su historia y sé que en el fondo le encantará ser un bohemio escritor, con un codo en la barra y el otro brazo rodeando la cintura de mujeres con las que tapar tanta soledad. Con una vida en bragas, literal y metafóricamente. Escribirá a otras y ojalá no vuelvan a creerse sus mentiras.
Benditas bocas que hablan. Benditas. Aunque ahora sólo sean el eco que aún no llega a calarme los huesos. Ya sabemos que el “te mereces a alguien diez veces mejor”, “estás guapísima hasta llorando”, “el tiempo todo lo cura”, lo sabes pero no lo quieres asumir. Porque lo más triste es que el dolor se calma volviéndome a poner esa venda del principio. Porque es lo fácil. Porque aún amas, aunque sea con dolor y odio.

                                         - Sara Buho. 




 

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