METRO DE MADRID.
"Este libro es para las diosas, las brujas, las malditas,
las locas"
- M. Sotomayor (Para el Prólogo del libro de Irene X)
En el vagón de metro volviendo de la psicóloga he reparado en dos chicas sentadas frente a mi.
Una a la derecha y otra a la izquierda.
La primera, de mandíbula y nariz fina,
cejas y ojos en sintonía… estructura ósea de las bonitas joder. Rollo nariz
Lana del Rey y labios en forma de corazón. Las chicas guapas supongo que las
clasifican y sí, verdaderamente lo son.
Iba muy arreglada, bolso grande, pantalón
negro y botines.
Esas chicas que siempre están
“oportunamente perfectas” para cualquier ocasión del día a día.
La segunda, vaqueros desaliñados
combinados con botas, bolso pequeño en bandolera y jersey lila. Moño alto,
despeinado.
Tenía la nariz redondita y sinceramente
su mandíbula no encajaba a la perfección con el canon. Tampoco la combinación
de colores que había elegido iban en sintonía.
Bueno, pues la chica guapa será nuestra
Chica A, para que sea más sencillo.
Y la chica de la calle, será nuestra
Chica B.
A, estaba con el móvil. Sonreía picarona
frente a la pantalla. A veces mandaba audios a sus amigas. Supongo que estaba
contenta porque parecía que todo le iba muy bien con Chico Y.
Así se ha pasado el trayecto. Todo el
rato.
Sin embargo, Chica B, llevaba un libro
gigantesco, de lo que en leguaje de a pie llamamos un tocho.
Y he reparado en como según iba pasando
las páginas leía muy bajito casi en susurros. Diseñaba con los labios casi como
si besará el aire, las palabras.
Me he quedado prendada de Chica B.
Era un contraste muy fuerte porque
estaban al lado una de la otra y rozaban la misma edad. La mía.
Y de repente ha sido como ver a mis
amigas, o revisar cualquiera de nuestras conversaciones de grupo parecidas a
las de Chica A.
Pero a mi quién me ha cautivado, la chica
a la que quería decirle: “Hola, nos tomamos un café y me cuentas que estas leyendo”,
la chica a la que no podía quitarle los ojos de encima, era a la Chica B.
Supongo que esto puede resultar algo
frívolo. O raro incluso.
Supongo, que yo me he enamorado de B
porque me he sentido muy identificada con ella.
Con sus vaqueros y sus botas, con su moño
de llevo trotando desde las 8 de la
mañana, con los pequeños momento de tiempo donde me sumerjo en un libro y
sus historias. Dónde me hago preguntas sobre el mundo. Dónde le pongo forma a
mis porqués, a los interrogantes del día a día.
Espero que me entendáis si me leeis. Mis
amigas, la mayoría serían chica A.
Y yo sin mis amigas no sabría vivir ni
sería quién soy.
Pero la verdad, es que las conversaciones
sobre chico D,E,F,G… sobre el vuelo a Ibiza y cuándo reservamos para comer en Beso, qué día podemos ir de Shopping o
sobre Vox, Vox y Vox; jamás podrán llenarme ni formar parte de quién soy.
Exactamente igual que mi nariz también es
redonda y como Papá decía un guisantillo.
Mi mandíbula tampoco encaja y no sé que es depilarse las cejas.
Mi pelo es ondulado y unos días esta
harmonioso y más liso mientras que con tres gotas de lluvia se vuelve leonino y
voluminoso. No me peino, pues sinceramente poco y si eso al salir de la ducha
mojado. Me hago el moño porque el día tiene muchas horas y quiero ir cómoda.
En definitiva, yo quería hacerme amiga de
Chica B y no dejarla sola al bajarme en la estación.
Cuando viajo, en metro o en coche nunca
puedo llevar un libro entre las manos porque me mareo. Jo, me mareo muchísimo.
Sin embargo es fácil que me encuentres con los cascos y un cuaderno. Os prometo
que mis cuadernos son súper bonitos, como mis diarios, están elegidos por algo.
Y me verás escribiendo.
Observando el entorno como lo he
observado en el vagón hoy, y ahora escribo esto.
Intento observar la vida y a veces, casi
siempre, la plasmo en papel.
Y claro que me gustaría ser igual de
guapa que chica A.
Y claro que me gustaría no tener la
necesidad de embadurnarme la cara en maquillaje los fines de semana porque soy
lo suficientemente segura de mi misma como para llevarla despejada, tal y como
lo hago entre semana.
Pero también os confieso, que no sabría
ser la chica sin libreta, sin papel y boli.
La chica sin canciones tristes ni poetas oscuros.
La chica sin el libro entre las manos.
Y por eso Chica B, tú nunca sabrás que me
fijé en ti aquél día en el trayecto de la línea azul.
Ni sabrás que alguien te escribió un
texto.
Ni sabrás que yo chica B, soy muy
parecida a ti.
¿Pero sabes qué pasa? Yo siempre he
soñado con que alguien repare en mi cuando yo ni siquiera me doy cuenta, como
yo contigo hoy, y me escriba una canción, un verso o me dedique un trazo en un
papel.
Jope, eso tiene que ser súper bonito ¿no
crees?
A mi me lo parece. Tú también me lo has
parecido. Y aunque nunca lo sepas, aquí te lo dejo.
Hablando de libros, y ojalá chica B
tengas ya alguno esperando en casa para reponerlo porque al que ibas leyendo le
quedaban cinco hojas, yo me he comprado dos a los que les tenía infinitas
ganas.
Soy forofa de muchas autoras, pero hay
dos en concreto que siempre me acompañan.
Da igual la época, buena o mala de mi
vida, siempre están ahí.
Sus líneas son material para vivir, al
menos para mi.
Angélica e Irene.
De A, me he comprado “Dicen que nevers es más triste” de I, “Las manos en la sangre”.
Por aquí os dejo a vosotros, amigos ya,
porque si leéis con cierta asiduidad este blog creo que me conocéis mejor que
muchas de las personas que están en mi vida y se toman cañas conmigo.
Porque aquí, aquí soy Lucía hasta la
médula. Y eso, en el día a día no se puede ser, creo que nadie puede, con la
misma pureza que en una habitación con vistas al mar en soledad.
Y para mi, esta es mi habitación con
vistas al mar.
O como diría mi admirada y también amada
Virginia Woolf: A room of one´s own.
Asique lo dicho, aquí os dejo algunas
partes del libro de Angélica en este caso, que es por el que he empezado y ya
van varias puñaladas en el costado. Además es curioso la relación que todo parece tener siempre con todo, puesto que ella cita Trópico de Capricornio escrito por el maravilloso Henry Miller, autor del que también soy seguidora y amigo de Anaïs Ninn de la que estoy terminando sus diarios. Otra joya imprescindible. Y así, irónicamente, todo parece entrelazarse sin saber muy bien como.
Respecto a las puñaladas de Angélica que dejó por aquí, creo que vosotros ya entendéis a qué tipo de puñaladas me refiero. A esas que duelen pero gustan.
Y es que si me leéis, aunque habrá algún
despistado que se acabe de encontrar con esto, los demás, algo en común
tendremos ¿verdad?.
Y por eso, os dejo fotos y títulos de las
cosas que amo, para que vosotros, si las desconocéis, podáis amarlas también.
Ojalá alguna vez me escribierais para
decirme qué amáis vosotros.
¿Le habéis dedicado palabras, sonetos,
dibujos a alguien?
¿Lloráis con novelas?
¿Fumáis mirando Madrid de noche?
¿Echáis de menos a las tres de la mañana
en un bar del centro a una persona?
¿Sonreís con una canción?
¿Os vuelven locos las pelis en blanco y
negro?
¿Cómo sois?
Seguro que moláis un montón.
Ojalá nos diera tiempo a conocer a muchos
más seres humanos de los que da tiempo en una vida ¿verdad?
Aunque, yo creo que a veces, es
suficiente con quién se cruza en la nuestra.
L.
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