CUANDO LA NOSTALGIA APRIETA.

 

 


 

 

Te haría un montón de preguntas. Te preguntaría si tú también te acuerdas de qué hacíamos exactamente en estas mismas fechas hace un año. Es impresionante, uno verdaderamente nunca piensa en lo feliz que esta siendo mientras lo está siendo. Uno a veces ni se da cuenta. Incluso se queja o piensa que estan siendo épocas duras hasta que luego, tiempo después, por ejemplo un año, como ahora, se da cuenta de que estaba siendo feliz. De que ahora, volvería a ese momento.

En aquella época. Es decir exactamente estos meses hace un año, habíamos logrado mudarnos a nuestro pequeño rincón de un sofá cama, cocina y baño. Y ahora, todos los días me invaden recuerdos de nuestros paseos por el parque, todas las cenas que nos hacíamos cuando refrescaba un poquito más en las noches por las terrazas del barrio. Volver a casa de la mano. Ver películas y documentales comiendo helado. Recostarme en tu pecho. No me daba cuenta en aquel momento de que era tiempo contigo. Tiempo precioso de compartir, de mirarte a los ojos, de tener tu olor cerca, de escuchar tu voz, de poder tocarte. Me pongo casi a llorar mientras escribo esto porque sé que no volveré a hacerlo. Tenerte cerca. Ser nosotros juntos. Compartir un hogar. Tú eras mi casita. Tú eras esa canción. Y a veces pienso que si no escribiese estaría mejor pero también creo que entonces me lo guardaría todo y he aprendido ya que eso nunca es bueno. Siempre estalla por algún sitio o se queda enquistado. Es mejor que me atreva a enfrentarlo y al dolor de ver nuestras imagenes pasar mientras tecleo letras en el ordenador. Si enfrento bien este echarte de menos tan gigantesco, tengo fé en que sanará antes.

Me resulta increíble darme cuenta de eso que te contaba antes. En aquella época, aunque sí era consciente de la felicidad tan grande que tenía estando contigo, no me daba cuenta de la verdadera dimensión de esa felicidad. Me doy cuenta ahora. Al no poder volver a esos paseos. A esa casita. A tu pecho. Ahí es dónde todo lo vivido coge perspectiva. Porqué las cosas cogen perspectiva cuando se acaban? Que injusto. Ahora, puedo volver a instantes super concretos de nosotros caminando por Palos de la Frontera (nuestra calle. Recuerdo hasta el número del portal) y siento que casi lo conseguimos. Te lo prometo Jorge, estuvimos a punto de que saliese bien.

Quizás me autoengaño pienso ahora. Quizás esto es producto de que tu ausencia me haga tanta pupa. Quizás eso es lo que me hace pensar que si los dos hubiesemos tenido trabajo a la vez, que si yo en Madrid no me hubiese centrado tanto en estar metida en casa (lo hacía porque era la primera vez de todo y estaba aprendiendo. Era la primera vez que vivía con alguien. Era la primera vez que empezaba a enamorarme mucho más que nunca. Era la primera vez que me habían pasado también tantas otras cosas como la casa anterior con esas otras chicas. Era la primera vez que también trataba de cuidarte y tal vez, erroneamente intente abarcar muchas más cosas de las que podía y de las que tenía que abarcar). Entiendeme, estaba aprendiendo y quizás por eso me metí en casa más de la cuenta, en vez de seguir con la vida que siempre he llevado aquí. De ver a mis amigas. De darte más libertad y usarla yo también.  Si hubiesemos seguido despacito así, tú con tu trabajo, yo con el mío, haciéndonos viajes y excursiones, caminando de la mano y paseando a Trufa por el parque. Tú cocinando cosas ricas y yo dedicándome a provarlas (sonrío al escribir eso) pues igual, todo hubiese salido bien. Igual, hoy no estaría escribiendo esto. 

Pero no fue así. Lo sé. Lucía lo sabes. Me repito. Y aún asi, vuelvo a Palos de la Frontera aquel verano, vuelvo a cada momento de felicidad contigo y se borran las peleas, se me olvida todo y soy incapaz de retener lo malo. Y solo pienso en lo mucho que te agradezco haberme amado y haberme cuidado lo mejor que has podido y lo mejor que has sabido. Te prometo que ocupas un lugar tan enorme en mi corazón que solo el hecho de pensarlo me hace tener miedo de no poder recomponerlo y dejar hueco para otro. Me da miedo seguir enamorada de ti para siempre. Ya no sé en qué fase del duelo estoy pero solo hay lugar para la nostalgia. Sabes? He perdido peso (estoy tratando de recuperarlo) pero lo peor no ha sido eso, lo peor ha sido que se me ha llenado la carita de granos. En serio, no es exageración, parezco una adolescente de 16 años y el dermatologo me ha dicho que es porque estoy somatizando por la piel. Imagínate. Todo lo que te echo de menos, todo lo que me pellizca el corazón sin ti, está saliendo por mis mejillas, y mi frente. Un granito por cada lagrima? Un granito por cada vez que nos recuerdo sonrientes y al otro lado de la cama ya no estás tú? Un granito por todo lo que viviré y ya no te podré contar? Un granito por todos los segundos en los que ya no escucharé tu voz? Un granito por un chat de whatsapp que antes era el primero siempre y se irá convirtiendo en el último de todos? 

Qué duro pensar que así acaban las historias siempre. Aunque acaben bien, como nosotros. Aunque acaben desde un lugar en el que nada malo tengo ni puedo decir de ti porque lo único que siento es un amor gigante y si me vienes a la cabeza es siempre jugando en la cama conmigo, viendo programas chulos de Youtube, cocinando cosas ricas mientras yo servía el vino, besándome, durmiendo siestas eternas agarrado de mi mano, comiendo hamburguesas, haciéndonos masajes, riéndonos en la piscina, bailando en las calles de Madrid o Valencia, robándo medallitas o piedras en la ciudad de Roma, un beso en la Fontana Di Trevi... ves, no puedo seguir. Me pongo a llorar. Había aguantado hasta aquí sin hacerlo y ya han empezado a caer lagrimas porque cómo se hace esto cuando tu nombre solo trae las cosas más bonitas del mundo a mi cabeza. Te quiero un montón. Y no quiero ni pretendo que eso cambie. No va a cambiar nunca. Y por eso me duele. Me duele que todas las historias acaben así, incluso las que acaban bien. Amas y después, te conviertes en un desconocido. Ojalá pudiera correr y abrazarte super fuerte y prometernos cuidarnos siempre y agarrarte la carita y mirarte los ojitos y decirte otra vez que te quiero un montón y no me gusta nada la vida sin ti. 

Tengo que parar de escribir porque no quiero seguir llorando. Ojalá estés bien. Me pregunto mucho si te acordarás de mi tanto como yo. Supongo que es algo que nunca sabré. Estoy bien, a pesar de todo, estoy bien y tratando de seguir con mi vida y no se me da mal. De verdad, estoy muy orgullosa de mi, orgullosa de escribirlo todo aquí para no mandarte ningún mensaje a ti. Orgullosa de tener energía aunque a veces solo quiera llorar y sin embargo no hacerlo y accionar. Estoy orgullosa y estoy bien. Es solo, que la vida me parecía mucho más bonita cuando tú estabas en ella. Te mando tres besos de buenas noches. Frente, mejilla y labio. Y si me concentro mucho imagino que mis labios te tocan y puedo dartelos y todavía estás cerquita y me escuchas decirte te quiero.


Lu.




Comentarios

Entradas populares