UNA VITRO TE PUEDE HACER LLORAR.

 

 


 

 


 

Aprieta el gatillo.

Así está mi cabeza. Disparando recuerdos. Tengo miedo. Me da un montón de miedo pensar que yo me he quedado con más recuerdos que tú. Eso es posible? A veces me vienen imagenes de cuando paseabamos juntos agarrada de tu brazo - pocas veces conseguía que me dieses la mano - pero a mi me valía con engancharme a tu brazo. Y me encantaba cuando me cogías de la nuca. Eso siempre me pareció sexi. Ibamos por la calle a por carne rica para hacer buenas hamburguesas. Recuerdo los paseos, las compras. Recuerdo que mientras tú cocinabas yo preparaba el queso y el vino. ¿Te acuerdas de aquellas noches? Hubo una genial. Hicimos todo eso y además nos quedamos hablando hasta las mil de anédotas tuyas. Me contaste un montón de cosas. Privadas. Cosas de verdad. Las cosas superficiales bah, a veces están bien, pero las de verdad, esas que sabes que cuando alguien te las cuenta se está abriendo a ti, esas son las importantes. Y tú me contaste esas cosas durante un montón de horas y luego, no recuerdo cómo, la conversación nos fue llevando por ahí, te mire a la cara y te dije: "Puede que no sea tanta coincidencia. Puede que inconscientemente tú estuvieses buscando a alguien como yo. Tan cariñosa, tan llena de amor que a veces se le desborda a chorros y hasta me paso. Pero a mi me gusta ser asi. Y creo, que aunque a ti a veces te cueste, aunque a ti a veces el amor te de miedo, también te gusta mucho que yo sea asi. Y que sea asi contigo." Me miraste y sonreíste y se te pusieron los ojitos verdes un poco aguosos, como a ti se te ponían, sin llorar pero cristalinos y me dijiste - con esa medio risa que te salía cuando te ponías nervioso- "Oye no me hagas llorar eh..." y luego esa noche hicimos el amor.

Me aterra haberme quedado yo con los recuerdos en mayor cantidad que tú. No se trata de competir. Se trata de que a veces me consolaría pensar que si tú tuvieses tan intacta la memoria como la tengo yo te sería imposible no escribirme y decirme que necesitas besarme y abrazarme. Me da miedo, quizás pena, quizás rabia, quizás todo un poco pensar que igual tú tienes la capacidad de recordar al 50/50, un poco lo bueno (no todo) y un poco lo malo. Ya sé que hubo peleas. Ya sé que no siempre fue fácil o casi nunca. Pero fíjate, a mi todo eso, aunque no se me borra, se hace leve, se difumina, se queda pequeñito en comparación todas las cosas bonitas. Me ha pasado siempre. Tampoco lo cambiaría. Creo que me gusta como soy por lo general. Cuando escribo me doy cuenta de eso, sí, de que me gusta sentir como siento y amara como hago. Pero puede que por eso también sufra más, hasta que los dolores se colocan.

¿Porqué tú puedes aguantar mejor que yo sin escribirme? ¿Porqué no me dices que me echas de menos como si tuvieses un agujero gigante en el estomago, como si te hubieses quedado con hambre? Igual no me piensas como yo a ti. Igual me he quedado yo con la mayoría de recuerdos y por eso te me cuelas como si hubiese rendijas en mi cerebro y apareces en tantos lugares, esquinas, olores, calles. Te veo con tanta nitidez.

Una vitrocerámica te puede hacer llorar. Sí. Sabías eso? Yo lo aprendía cuando te fuiste de casa y durante dos semanas creí que ese dolor acabaría conmigo. Fue tan agudo, tan palpable, casi podía tocar el dolor como si fuese un humo gris. Como el humo gris del cigarro. Lo podía tocar. El dolor era así. Y un día miré hacia la vitrocerámica y me eche a llorar porque de pronto nos vi aquella noche cocinando arroz -el arroz del cheff ese que tú habías buscado- y yo preparaba los condimentos y los extendía por toda la encimera y tú no me dejabas cocinar pero me dejabas acercarme y oler, rellenar las copas de vino y reír. Me dejabas reír. Yo te impulsaba siempre a todo de la mejor forma que podía y que sabía: "Mi amor pero qué bien cocinas. Mi amor, pero cuánto me cuidas." Mi amor. Sí. eso te decía yo siempre. Y ese día nos vi y de pronto pestañee y deje de ver nuestras siluetas allí, deje de escuchar la risa y contemple una cocina vacía y una vitroceramica apagada y comprendí que esa noche no cocinarías y yo no reiría, ni al día siguiente ni nunca. 

Ese día entendí que una vitroceramica te puede hacer llorar.

Ojalá estés bien. Sigo pensandote mucho. Y lo hago con muchísimo amor. No sé si podrías imaginar con cuánto. Sigo pensando que eres lo más bonito que me ha pasado.


Lu.

 

 


 






Comentarios

Entradas populares