EN EL AIRE

 


Te hablo desde aquí a veces. Desde aquí hablo a tantas personas a las que ya no puedo hablar.

Mañana estreno en el mismo lugar donde una vez tú estuviste, también en mi estreno y fue el comienzo de la segunda parte de nuestra historia. Porque nuestra historia ha sido tan larga, ha tenido tantas partes. Al final sí que da para esa peli, aunque esa peli ya no hablará de nosotros, eso se queda ahí, entre nosotros.

Te pienso. Qué largo se está haciendo todo lo nuestro, estoy cansada de ello, de esto, cansada de quererte incondicionalmente. Trato de tomarlo con filosofía. Tengo que volver a echarte de menos porque ahora es la primera vez que estoy cumpliendo el contacto cero. Que me he impuesto el contacto cero. Todo lo de antes, ya sabemos lo que ha sido. 

He empezado una serie nueva y no la estoy pudiendo ver del tirón porque desde el primer capítulo me han dejado claro que es la historia de dos personas amándose erróneamente durante dieciséis años. Rehaciendo sus vidas, volviendo, alejándose pero pensándose, sin dejarse ir, en dieciséis años. No tengo ni idea de cómo acaba. Voy por el segundo capítulo y voy mal, voy a trompicones, a veces la quito a la mitad. Porque me da miedo, me aterroriza pensar que eso pueda ser mi caso, ya ni si quiera hablo de ti, porque francamente no tengo ni idea de si tu lo llevas mal, fatal o cojonudamente bien. ¿me piensas? A veces lo dudo y me entristece. Nunca he logrado descifrar al cien por cien cómo gestionas tus emociones aunque he conseguido hacerme una idea aproximada, pero ninguna clara o certera.

Tengo miedo de no olvidarte. Olvidarte sanamente, si es que eso se entiende - no me voy a poner a explicarlo-.

¿Has visto lo que ha sucedido en Valencia? La semana que viene iré a ayudar, trato de colaborar con todo lo que puedo, escribí a toda la gente que allí conocí y que a día de hoy siguen estando en mi vida.

Me contaron que el techo de la oficina en la que ensayábamos voló. Pero todos están a salvo. Menos mal. Se me ha revuelto mucho el corazón con lo sucedido porque todo lo vivido allí que nunca se ha ido de mi mente volvió con una nitidez precisa. La sensación de pertenencia a Valencia aunque sea como una segunda ciudad a la que se pertenece por cariño y memoria. Y pensé que es muy posible que tú esa sensación no la tengas y entonces pensé que eso es porque allí no fuiste feliz. Me duele profundamente eso y entonces trato de pensar que algo sí, que en la pequeña burbuja/mundo que era el nuestro y los ratos compartidos de paseos y amor sí fuiste feliz. Y aún así, como una revelación sigo creyendo que mi sensación de pertenencia con respecto a la ciudad es mucho más fuerte que la tuya y eso me deja una pregunta, o es una conclusión: entonces, ¿fui yo más feliz que tú allí? Esto último me da una pena tremenda y lo alejo. Lo alejo sin poder alejarlo del todo.

Siento que la ciudad así, golpeada, es una especie de metáfora de nuestra historia ahora: golpeada.

Todas las historias que se acaban se han golpeado, tampoco hay que ponerse tan dramática, me digo. Pero de nada sirve decírmelo porque un poco es así, una ciudad golpeada en la que se fue feliz con alguien que ya no está, deja una historia golpeada y un saco de recuerdos felices. 

¿qué habrás pensado tú de todo eso? ¿te habrás acordado de nosotros? 

Reduzco mucho la magnitud de lo que está pasando allí únicamente hablando de nosotros. Por supuesto que va mucho más allá, pero aquí, puedo aislarlo. Aquí puedo reducirlo a nosotros porque es un pequeño espacio para hablar de lo que no hablo en alto. De lo que ya ni hablo. Porque ya no hablo de ti, incluso intento no hablar de ti conmigo, pero te paseas a veces a tus anchas en forma de recuerdo. Te recuerdo con claridad absoluta y te echo de menos muchas veces. Ya sabes, tus brazos, tu olor, tus ojos, tus besos, tu compañía. 

Me jode un poco quererte tanto. Y ya es raro que eso lo diga eh. Con lo que me gusta a mi querer. Pero sí, me jode un poquito. Porque me he visto obligada, forzada a dejar de hacerlo - desde un lugar romántico- porque no me has dejado otra. Y literalmente siento que es así. No me has dejado otra.

A veces, me enfado. Me enfado porque pienso que el que fue tu mejor amigo y yo, compartimos estancia en tu vida durante la misma época, el mismo tiempo. Y ahora, creo, que ninguno de los dos estamos ya en tu vida, ni tú en la nuestra. Y a veces pienso si de alguna manera no has sido tú quién nos ha llevado a tomar esa decisión a ambos y me pregunto si lo has hecho a posta. 

Recuerdo que me contabas como tu amigo se alejó de ti y no entendías porqué. Pero ahora que me veo a mi, forzada por tu conducta tan pésima conmigo a hacer lo mismo, alejarme de todas las formas posibles, me pregunto si no lo has hecho con ambos, Si alejarnos fue una respuesta automática que los dos hemos hecho porque no nos has dejado otra.

Lo siento. Escribo lo siento porque a veces me imagino que accedes a este lugar y lees esto y sé que leerlo te dolería y yo no pretendo hacerte daño. Te lo prometo. Es solo, que aquí, hablando a un fantasma en un monólogo puedo decir todo lo que posiblemente a ti nunca podría decirte de estar frente a frente. Nunca pude expresarme cómo me gustaría en lo que a emociones o sentimientos se refiere porque te producen demasiado pánico.

Me enfado y pienso que es muy injusto que a dos personas que te demostramos tantas veces y de tantas formas cuánto te queríamos nos hayas acabado forzando a alejarnos. Pero justo, según lo pienso, cuadra el hecho de que tal vez, quererte, era algo que tú no querías soportar. Quizás no quieres soportar el amor de nadie. Pero eso no te hace malo. Creo con todo el dolor de mi corazón que tu no eres consciente de eso. Se me hace muy duro pensar que es justamente el hecho de darte amor lo que avecina tu huida. 

El otro día vi una obra de teatro y me atravesó una frase:

"Porque yo te amo Juana. Y yo, sostengo todo lo que amo"

Quizás tú no puedes hacer eso. Sostener lo que amas o el amor de quienes te aman. 

Por favor, no te enfades conmigo. Sé que nunca leerás esto pero si lo hicieses, no te enfades. Solo hay mucho dolor detrás de estas palabras. Me duele que pueda tener razón. Que lo que digo tenga un punto de realidad enorme y eso es doloroso, porque yo quería que me hubieses dejado quererte siempre. Es muy posible que lo hubiese hecho siempre, si hubiésemos los dos, sanado nuestros apegos. Sanado muchas cosas.

En fin, voy bien. Es largo asumir la ausencia de alguien. Es largo asumir siempre la realidad porque no se adecúa a lo que imaginábamos. Pero estoy en ello y hay un montón de cosas que van muy bien y me aferro a ellas. A mi crecimiento personal, que sé que es lo importante pero también lo es el amor y para mi, tú eras importante. Me hubiese gustado saber querer mis cosas y quererte a ti y poder combinar bien lo mío, lo que tiene que ver exclusivamente con mi vida y mis deseos y metas y a ti; y la persona a la que amaba. Y que todo eso hubiese encajado en la misma ecuación. Habría sido bonito. 

Deseo que estés bien aunque me jode mucho que no te hayas plantado en mi portal. Já, me río yo sola escribiendo esto. Ese era el deseo oculto. Siempre es ese el deseo oculto. Te bloqueo, desaparezco, hago el contacto cero, le olvidaré me obligo a olvidarte PERO ojalá no me des el tiempo de hacerlo porque aparezcas en un acto de amor total a decirme cara a cara que lo sacamos adelante. Que has visto la vida sin mi y no la quieres así. La quieres junto a mi. 

Que inocente. Ese es el deseo oculto pero no es la realidad. Me hice una promesa a mi misma para hacerlo más llevadero. Me dije, que haría las cosas bien, que verdaderamente me prometía y requeteprometía no romper el contacto cero. Pero eso sí, si aparecías para arreglarlo, para intentar sacar adelante lo nuestro juntos, entonces aceptaría y mientras no aparecieses en mi portal en ese acto absolutamente idealizado en mi cabeza, yo me mantendría firme en mi promesa de la distancia absoluta.

Ahora me doy cuenta que todo eso que pensé, es una forma de protegerme. En el fondo de mi ser, cada día, cada mes, cada segundo y hora que eso no sucede es, un día, un mes y un tiempo más que soy fuerte y me impido caer en la repetición constante de buscarte. Aferrarme a ese deseo de que aparezcas en el portal solo hace que, frente a la realidad tangible de que no sucede, mi olvido pueda consumarse y hacerse realidad en algún momento. 

Xacobe Pato tiene razón: No duele tanto cuando se acaba como cuando se está acabando




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