LO QUE YO TE PROMETO, O NI ESO, YO QUE SÉ
Dicen que lo más próximo al inconsciente que tenemos son los sueños. Quizás si eres capaz de recordar un sueño puedes desenredarte un poco después, dándole vueltas a qué significaba y tal vez vislumbrando algo -aunque no sea mucho. Yo soy de las que creen que eso es mejor hacerlo en el diván con un profesional-.
Pero en cualquier caso, sí es lo más próximo a lo que tenemos oculto en las profundidades asomándose un ratito.
Yo, desde hace un tiempo, tampoco mucho, he empezado a tenerte en mis sueños. Apareces. Y aunque no los recuerdo con exactitud hay ciertas cosas que se repiten de una forma u otra y esas, la mayoría se quedan registradas cuando despierto y son muy nítidas.
Las veces que te sueño se repiten dos cosas. En algunos, nunca te encuentro y sin embargo yo te busco. te busco por ciudades, en fiestas perdidas en lugares extraños y hasta por bosques mágicos. Se supone que alguien me ha contado que estás. Que he visto tu silueta perderse entre la multitud. Es decir, hay un hecho certero que es que tu cuerpo físico está en el mismo lugar en el que estoy yo. Pero nunca nos encontramos. Yo te busco. Y nada. Creo que me despierto antes de desistir de la búsqueda en el propio sueño. (que fastidio esto último).
En otros, sí nos encontramos. Lo que suele pasar en estos otros sueños es que tú no te pareces casi nada a ti. En estos sueños suelo estar al límite por algo. Suele aparecer una carretera y otras veces suele ser de noche. La cuestión es, que estos sueños destacan porque tú me buscas, me persigues, me quieres. No solo me quieres, también quieres decirme que me quieres. Y además de esto, lo que más destaca, es que en estos sueños yo, o alguna otra que suele ser una amiga (sin embargo esa amiga soy yo a la vez. ¡el poder de los sueños!) te dicen: "Es tu forma con el apego. te pasa algo con la manera de vincularte. Tienes miedo a los vínculos". Y tú, escuchas. Procesas. Y vas en mi búsqueda. En estos sueños siempre me despierto antes de que me encuentres. ¿Curioso no?
Luego está la vida fuera del sueño. Cuando estoy despierta. En está también soy dos a veces. Esa que entiende bastante de qué van sus sueños y los que estos la indican. Igual que entiende bastante todo lo acontecido en el pasado y en el pasado reciente. Y ha asumido o está cada vez más férrea en asumir. Hay una parte de todo lo entendido que ha calado hondo. Pero está esa otra que te sueña y le sigue costando esa vuelta a casa por la misma acera en la que al doblar la esquina imagina que vas a aparecer a, no sé, declararle tu amor. Es decir, que no serías tú si eso pasara claro. Y a esta otra parte de mi le cuesta el discurso consigo misma entre la esperanza y la misma yo que se dice: eso no va a pasar. No ha pasado. Y ya tarde si pasara no? no sería él. Porque es exactamente eso lo que no te va a dar: Estar. Quedarse. Estar contigo.
Realmente, lo único que me da mucha fuerza es que al final del día, cuando estoy completamente sola con mi cabeza, hablando, discurriendo entre la esperanza y la realidad actual; siempre gana esa parte en la que el pasado y el pasado reciente, -sobretodo este último- han calado hondo. Eso significa que a diferencia del año pasado, estoy mucho más fuera que dentro. Supongo que es cuestión de tiempo.
Mira, esta canción, también la podrías haber escrito tú.
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