TE DOY MIS OJOS
"Desde el puñal que evoco tu sonrisa él duerme los cuentos que le diste se abren eco el Robin Hood doblaba nuestra esquina muerto la mansedumbre que crecía cuervos." - Liliana Celiz.
Aquí
está. Todo lo que te entrego. Todo lo que mereces. Todo lo que te amo.
Y me
señalaste con el brazo un sinfín de cabezas sin cuerpo postradas a mis pies. Un
legado de muerte y terror.
Tú
propia maravilla.
Vamos,
¿es que no estas contenta? Sonríe.
¿Qué te
pasa? ¿Porqué no te mueves?
Nunca
estas conforme con nada, ¿Acaso no sientes? ¿Dónde están tus sentimientos?
Tanto
amor guardado, tanto amor que me pedías, tanto bla bla bla, y cuando por fin te
lo doy, cuando te doy una parte de mi, ¿Tu que haces? Quedarte ahí, quieta y
muda. Pálida.
Eres
una egoísta, una jodida egoísta.
Y yo
soy bueno. Repite conmigo, Yo soy bueno, porque yo soy inocente. Porque yo te
cuido y pienso en ti y por eso te entrego todo aquello que me pides.
Pero yo
no quiero esto. Yo quiero amor. Quiero tu amor. Quiero que me quieran. Quiero
que me vean, quiero que se preocupen por mi.
Quiero
tu amor.
¿De qué
amor me hablas? Puta mentirosa de mierda. Eso es lo que eres.
Me
hieres. Me haces daño. Siempre pidiendo por esa boca y nunca conforme.
Te doy
las muertes que he causado.
Te
entrego todos los corazones que rompí.
Te
muestro los rostros de aquellas que se creyeron mis palabras.
He
convertido sus almas en estropajos de usar y tirar con los que he envuelto
todos tus regalos.
Las he
amado como me pedían para que no tuviesen nada que exigirme cuando huyese.
Y a ti,
que te subo a lo alto de la montaña para que toques la luna – si no llegas es problema
tuyo.
A ti,
que te dejo echarme de menos entre semana para llamarte los viernes cuando voy
hasta el culo, porque quiero que veas lo que me importas joder, la única en la
que pienso cuando necesito que me cuiden, tú, tú, tú.
A ti,
que te he hecho llorar más que a ninguna para distinguirte del resto.
A ti,
que te he prometido todo aquello que siempre supe que no podía cumplir, para
concederte el capricho momentáneo.
A ti,
que te has creído todos mis cuentos, porque me esforzaba en inventarlos.
A ti,
todo te parece poco porque la única que nunca me ha querido eres tú.
Y mi
dignidad violada con la agresión de tu palabra. Y mi cuerpo encaminándose hacía
ese rebaño de cadáveres adivinando que ese es su destino.
Tú me
agarras de las piernas y me lloras y me gritas.
¡No me
dejes! ¡No me abandones joder! ¿Qué hago solo? ¿Qué hago si me dejas solo?
Te he
dado todas las muertes que tengo y ahora me vas a abandonar.
Abandonar
al único que te ha querido, que te ha dado lo que le pedías. Al único que te ha
hecho un regalo en toda tu puñetera vida.
Pero
yo, ya no te veo. Porque yo, ya no siento.
Porque
veo un manto rojo de sangre sobre el que empañar mis manos y beber.
Saciarme
del sufrimiento de todas esas bocas que mataste para no sentir el mío. Para
callar la angustia. Matar ansiedad.
Me
quito este luto negro. Quiero zambullirme desnuda. Tengo moratones que me
cubren.
Enganchas
mi pelo con pasión, girándome la cara a la altura de tu boca.
Mírame.
¡Mírame te digo! Repite conmigo, Yo soy bueno, porque yo soy inocente. Porque
yo te cuido y pienso en ti y por eso te entrego todo aquello que me pides.
Repite.
Repite conmigo.
Tu eres
bueno. Tu eres bueno porque me cuidas y piensas en mi.
¿Y?
Tus
manos me aprietan. El cuero cabelludo se me agrieta. El cuero cabelludo se me
agrieta. Me tiras de la sien. El cuero cabelludo se me agrieta.
Y me
entregas todo aquello que te pido.
Ahora,
ya puedo soltarte. Ahora, que has entrado en razón, te dejo caer. Junto al
resto de las muertas. No te impediré abandonarme. Puedo soportar el dolor.
Y me
sueltas.
Y me
caigo.
Y me
golpeo.
Y me
rompo.
Y me
parto.
Y
sangro.
Y
sangre.
Y roto.
Y
muerte.
Y tu
asesinato.
Y tu
asesino.
Y mi
suicidio.
Y mi
sumisión.
Y dolor.
Y duele.
Y me
duelo.
Y mi
duelo.
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