CARTA PARA TI.



Ante esta iniciativa tan preciosa y necesaria que me recuerda porque amo tanto la literatura,
y también me cerciora y refuerza este pensamiento que ya dejé por aquí hace unos días sobre como, además de los médicos cuya labor es indiscutible y absolutamente fundamental, TODOS los seres humanos y todos los gremios podemos aportar un granito de arena con el que acabar edificando murallas de amor.


Quiero dejar por aquí mi carta porque lo bonito de este diario virtual es que tampoco sé quiénes me leeis, y no sé si algunos de vosotros estaréis en casa padeciendo también, aunque con síntomas menos graves el puñetero virus este.
Si ese es el caso, también quiero acercarme a vosotros tal y como lo he hecho en mi carta para los pacientes de hospital y como pretendo hacer cada semana.

Porque quiero mandar una carta diferente cada semana para asegurarme (que al menos por mi parte) siempre haya un enfermo que pueda estar algo más acompañado.

Aquí os la dejo, para estar cerquita de vosotros si estais atravesando esto.



CARTA.



Hola querida/o

Amiga u amigo.

Sé que no nos conocemos, que no puedes ponerme cara pero eso es lo de menos.
Lo importante es que estoy aquí, contigo.
A través del papel y perdida entre letras, pero a tu lado.

Mi nombre es Lucía.
Tengo veintiséis años y me dedico a la interpretación y a la literatura.

¿Cómo serás tú? ¡Que intriga!

Hay algo que sí sé de ti aunque no nos conozcamos. ¿Sabes que es?
Lo valiente que eres.
Lo infinitamente fuerte y valiente que eres.

No son tiempos fáciles. Para nadie.
Pero comprendo que para ti aún menos.
Es duro el silencio. Y la soledad, que es importante a veces, también puede hacerse pesada y poco llevadera.

Mientras te escribo desde mi cuarto, llevamos muchos días encerrados por aquí también, estoy mirando a mi ventana.

Tengo una ventana grande por donde entra la luz.
Hoy hace sol.
Los rayos iluminan las aceras, se oyen pajaritos a veces.
Aquí en Madrid no estamos acostumbrados a notar el silencio de los pájaros porque es una ciudad que muy pocas veces está en silencio.
Pero ahora sí que lo está.
Si te acercas a tu ventana como yo, podríamos los dos juntos escuchar.

¿Qué vistas tienes desde allí? No hace falta que sean gran cosa,
pero acércate a la ventana conmigo, mientras me sostienes en tus manos y miremos juntos o juntas el cielo.

Seguimos compartiendo el mismo azul y las nubes, aunque estemos alejados y aunque ni siquiera nos conozcamos.
Y ahora mismo, lo estamos observando a la vez.

No tengas miedo ¿vale?
Nos vamos a recuperar todos y todas.
Aunque ahora estés algo malito y eches de menos muchas cosas y a muchas personas, te prometo que todo pasa.

Y ahora, comprendo que mientras me lees, pienses, Já que fácil decirlo desde tu casa.
Te entiendo.
Claro, claro que sí es mucho más fácil decirlo desde casa.
Aunque también echo mucho de menos pasear mi ciudad, rascarme la nariz mientras paseo el Retiro y la alergia me anuncia la llegada de la primera.
Llenarme de chapetas los mofletes con una buena cervecita al sol, y clavar mi naricilla en las mejillas de las personas que quiero mientras las beso.

Todos echamos de menos la normalidad del día a día.

Por eso no quiero que te sientas solo/a con esto.
Todos echamos de menos las mismas cosas con la diferencia de que tú eres un/a valiente que esta teniendo que enfrentar esos mismos sentimientos desde un mayor silencio.
Te admiro.

No te conozco pero te admiro y todas las noches velo por vosotros y os mando un beso de buenas noches.
Yo creo, o al menos me gusta creer que algo así estamos haciendo todos.

Yo no soy creyente (mira así me vas conociendo un poquito más) pero tengo en el cielo a personitas preciosas que quiero y sé que velan por mi.
Y a ellos, les pido por todos nosotros.

Allí dónde estás los médicos se desviven por todos vosotros y te prometo que desde fuera estamos haciendo todos una labor extraordinaria para cumplir con lo que se nos ha pedido y poner todas las medidas entre absolutamente toda la población y todos los sectores profesionales para conseguir que esto llegue a su fin lo antes posible.

Te lo comunico para pedirte que aguantes el tirón un poquito más.
Te prometo que va a pasar pronto.
Y cuando te quieras dar cuenta estaremos pegando millones de arrumacos y caricias. Fuerte. Muy, Muy fuerte.

Bueno, creo que tengo que ir despidiéndome ya.
Me ha encantado compartir este ratito contigo.
Te voy a pedir dos últimas cosas, y porfa, intenta cumplirlas… yo lo voy a hacer.

Una, sigue así de fuerte. Y de valiente. Te admiro mucho de verdad.
Dos, cuando te apetezca que estemos juntos o nos demos un abrazo o nos tiremos millones de millones de besos, así, a distancia, acércate a la ventana, si por cualquier cosa no hubiese, cierra los ojos, imagina el cielo azul, las nubes y escuchemos juntos el sonido de los pájaros.

Allí, junto a la ventana compartiendo el mismo cielo, o en ese rincón de nuestra imaginación donde lo recordamos, tenemos una cita juntos.
Estoy cerca de ti amigo/a.
Y estoy contigo.

Me despido mandándote kilos y kilos de amor y mimos.
Mi padre y yo teníamos un lema y quiero compartirlo contigo:

SIN MIEDO Y A POR TODAS.

L.

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