LOS BESOS DE AGUA.
Son raras las vueltas verdad?
A mi siempre me parece como si el mundo se hubiese quedado en pause y el play llega con Septiembre.
Cada septiembre, la vuelta al ruedo.
Al llegar a Atocha siempre recuerdo a Papá.
Aquella madrugada sin móvil, asustada, con la ayuda de una viejecita maravillosa a la que inmediatamente después, cuando estuve sana y salva en casa le dedique una entrada.
Papá me vino a rescatar. Rescatarme se le daba tan bien…
Hoy he llegado solita a Atocha y bueno… pero bien. Porque soy una tipa dura de pelar, como William munny papi, tengo que recordar a tus personajes para envalentonarme ante el dolor. Ya sabes.
Creo que la primera noche sola en casa la supero.
He vaciado maletas. Ordenado todo. Duchita… y ahora diario y lectura.
Tengo a todos mis peluches a mi vera.
Hablo con Nica cada noche y como dormimos agarraditas de la mano, el miedo, siempre se hace más pequeño.
Puf, mañana llega A, la chica Irlandesa.
A mi me gusta mucho cuidar a las personas y hacerlas sentir como en casa.
Yo, por experiencia propia sé muy bien lo que es un Erasmus, una ciudad nueva, la distancia de las personas que amas… y voy a tratar de que esté lo más feliz posible el tiempo que se quede en casa.
Por otro lado, menudo jaleo, todavía no sé cuidarme del todo a mi misma, y pensar en cuidar a otro.
Es raro el concepto de cuidar. Porque creo que se cuidar a las personas. Creo que aptitudes para eso me sobra.
Es en el aspecto menos complicado del cuidar dónde fallo, sabéis.
Y con eso me refiero a tener la nevera bien, es decir, mañana yo sola en el super, haciendo un pedido, yo, que acabo de aprender a pelar pepinos y tomates…
Estoy nerviosa. Quiero que la nevera este perfecta.
Estoy nerviosa, porque aún no sé cocinar bien.
Estoy nerviosa, porque A puede flipar con mis monólogos junto a la vitrocerámica y las cazuelas.
Esa es la parte sencilla de cuidar.
Y sabéis cuál es la que se me da bien a mi? La otra. Porque yo siempre he pensado que la otra es la importante.
Hmmm, como os lo explico?
Pues, a ver, si tenemos tres panecillos, unos tomates y algo de carne, aunque la nevera este coja de cualquier otra cosa, entonces yo le digo a A que qué canciones le gustan. Y también le digo que si le molan las hamburguesas. Entonces le confieso que no tengo ni idea de cocinar pero que me encantaría que nos enseñásemos nuestras canciones preferidas a todo volumen en la cocina, mientras mano a mano, nos improvisamos unas hamburguesas gigantes (o espachurradas, es lo de menos) y nos echamos una mano juntas, mientras cantamos y revolvemos toda la cocina.
Yo creo que si me conocéis un poco, me habréis entendido.
Puede que sean las peores hamburguesas de la historia.
Pero el momento mientras las cocinamos, juntas, y cantamos, y, en cierta manera hacemos equipo ahí, entre los fogones, y ella siente que no está sola ni va a estarlo (aunque sea porque tiene a un pequeño desastre que soy yo cerca) en una ciudad desconocida e inmensa, porque todas las ciudades son más grandes cuando no están tus seres queridos, - eso, es cuidar.
Y para mi, esa es la parte complicada de las dos formas de cuidar que hay.
Y siempre me he encargado de ser buena en ella. La otra… bueno, la otra es importante seguro. Claro, no morir de inanición, tener cama, techo etc, todo eso es muy importante, pero quizás esa forma de cuidar es esencial para otro tipo de personas.
Para mi, el cuidado tiene que ver, con la cara menos visible. Creo que en un banco perdido de la calle, yo me apañaría para hacer sentir a la otra persona cuidada.
Y eso, no sé, eso para mi es importante.
A veces pienso si las parejas se conocen de la forma en la que yo intento conocer a las personas.
Esto lo pienso mucho en general no solo con el amor. Pero con el amor, un montón.
Con esto no quiero decir ni de lejos que mis formas sean mejores ni nada por el estilo.
Es solo que a veces me hago muchas preguntas y supongo que es aquí donde mejor las lanzo.
Por ejemplo, ya os he contado muchas veces que una de las cosas que siempre me ha salido preguntar a las personas a las que he amado (y aquí esto es importante. Cuando hablo de conocerse o de las conversaciones o preguntas, no quiero que penséis que me refiero a cualquier cita o con cualquier persona. Hablo de esas personas a las que queriendo o no, acabas de darles un cachito de tu corazón aunque tú aún quizás no lo sepas.)
Vale, pues a esas personas a las que yo he amado, en momentos solos, siempre me ha parecido muy importante preguntar: eres feliz? Eres feliz ahora? Eres feliz aquí?
Normalmente no me atrevo a añadir el “conmigo” pero es justo por eso por lo que lo pregunto. Porque si en ese instante compartido están siendo felices, lo están siendo contigo. Esto es una pregunta súper importante sabéis.
Otras, de estas cosas que yo pienso si los demás harán cuando se amán es poner la mano.
Os explicaré esto porque no creo que lo entendáis.
No sé si os ha pasado estar con alguien y notar que esa otra persona esta nervioso, triste, enfadado, cansado.. pueden ser mil cosas, pero de repente, y puede ser por algo que sucede en el momento o algo que trae de casa, no está como siempre está.
Entonces sutilmente, en una parte de su cuerpo, el truco es, que la otra persona no lo note jamás o casi nunca.
Tu dejas que tu mano roce su muñeca. O le das un mechero pero te encargas de acariciar algún dedillo con el tuyo, o tocas su hombro para preguntarle algo o indicarle algo.
La otra persona no va a notarlo. Es importante eso.
Pero tú tienes que dejar esa caricia en su cuerpo. Y luego, escucharle si lo necesita o hacer como si nada si también lo necesita y estar muy sonriente y hacerle bromas como si no te dieses cuenta de nada hasta que cae en una. Una le hace reír, y sonríe.
Y él o ella no lo saben, pero acaban de empezar a volver a estar felices o al menos –menos mal de lo que estaban y además, os prometo que aunque creáis que no, y aunque ellos tampoco lo han notado conscientemente, tú caricia se ha quedado.
La caricia es solo una forma secreta de decirle al otro – voy a estar aquí. Sea lo que sea que te pase.
Hmmm, otra que para mi es de las más bonitas del mundo, y la aprendí de Mamá, son los besitos diminutos, tienen que ser súper suaves y pequeñitos por toda la cara.
Cuando la persona a la que quieres está cerca de ti. Le pides que cierre los ojitos.
Y tu, muy despacito y con muchísimo amor y sobretodo súper suave, no de una manera marcada en plan Muuuuacka de esos besos que se escuchan mucho, no. Suaves y silenciosos, casi como si fuesen gotitas de agua, vas por toda su carita, dándole besitos.
Está es una de las muestras de amor más preciosas y valiosas que yo guardo conmigo.
Nunca se la he visto hacer a nadie salvo a Sandra conmigo cuando yo era muy pequeñita.
Se me quedo grabada porque me hacía sentir paz. Y me hacía sentir amada.
Y supongo que pensé que cuando yo amase mucho mucho a alguien, querría transmitirle esa sensación de paz y de amor.
Es fuerte, porque estos besos, son muy característicos de mi, ya os digo que nunca se lo he visto hacer a nadie.
Sin embargo, yo solo se lo he hecho a una persona.
Recuerdo que a esa persona solía decirle "tranquilo, no te voy a besar en la boca. Cierra los ojitos."
Y se dejaba. Me daba pena decirle eso porque claro que hubiese acabado en su boca. Pero en aquella época eramos amigos. O yo intentaba que lo fuesemos o más bien, creo que yo me daba cuenta de que estaba dando besos de agua y nunca había sentido las ganas de darselos a nadie y sabia lo que so implicaba. Y tuve mucho miedo. A veces darte cuenta de que alguien es especial, asusta mucho.
Esa persona nunca supo que aquellos besos que durante años, esporádicamente a veces le di, eran mis besos de agua. Pero la cuestión es que lo eran.
A veces pienso en eso y digo, joder, cómo es que sucedió con esa persona y no con Javier, por ejemplo.
pero quizás, es, porque cuando era
adolescente y tuve esa relación (que me marcó bastante porque fue de las
primeras) pero, era algo más intenso, muy pasional, estamos mal luego bien luego
nos puteamos y nos peleamos en la calle y taxi arriba y taxi abajo. Era, diferente.
Javier fue importante para mi, mucho. pero nunca le di esos besos.
Quizás los guardaba. O quizás, aunque fuese adolescente, era lo suficientemente madura para sentir dentro de mi, que, tal vez porque yo aún me sentía menos mujer de lo que sabía que iba a llegar a ser, no nacía en mi una muestra tan tan tan profunda como lo son, esos besitos de agua (como yo les llamo).
No lo sé. No es algo consciente. Esa es la magia y la sinceridad de esos besos.
No se piensan. Están y de repente con alguien te nacen.
Entonces alguien, es muy especial.
Los besos de agua se los pienso dar a toneladas a mis chiquitajos.
Por las noches, antes de dormir.
O cuando estén malitos y se tumben conmigo en el sofá y les abrace muy fuerte.
O cuando estén tristes.
Les pienso dar muchos besos de agua para que sientan paz y nunca jamás duden cuánto les quiero.
Alguna cosa más? Los piecitos. Yo lo llamo así.
Y evidentemente tampoco se hace con todo el mundo.
Es algo así, como jugar y divertirte. Pero, te miras a los ojos, y vuelves a ser un poco niño.
Se trata, de que dos personas puedan divertirse juntando los pies y viendo quién le come más terreno al otro.
Como un pulso pero con los pies.
Lo que pasa que nadie entiende lo que se esconde detrás.
Veréis, lo primero de todo es quién acepta sin cuestionarte jugar contigo a “Hacemos piecitos”.
Eso es lo primero, y ya te dice muchas cosas. Como que no estas equivocada pensando que es especial.
No todo el mundo se adentraría a jugar a piecitos con ese nombre, de buenas a primeras.
Y lo segundo, es que el secreto de todo, es solo, que durante lo que el juego dura, las dos personas se tienen de frente, y están haciendo el idiota y divirtiéndose.
Pero como si volviesen a ser niños. Dos idiotas aparentemente frente al mundo que durante un rato, van a mirarse a los ojos y pensar: que te gano eh.
Y de verdad hacen fuerza por ganar.
Cuando pienso en esto recuerdo a C.
Aunque ya hace tiempo de C y de él guardo un recuerdo increíble y le tengo un cariño gigantesco… nunca se porto mal conmigo.
Aquellos meses juntos fueron la hostia.
Pero recuerdo que en Lisboa, quise jugar con C.
Y le dije una noche después de llevarnos comida a la habitación y estar tirados en la cama, “Jugamos a piecitos”.
Y sí. Jugó. Jugó por mi. Pero jugó después de hacerme varias preguntas sobre qué coño era eso, porqué me gustaba eso, cuál era la gracia de eso.
Y se le notaba que se veía ridículo haciendo eso.
Y yo, aunque lo aparte rápido de mi cabeza, pero, mi corazoncillo supo que no iba a ser.
Tal vez sería un tiempo largo. Pero no iba a ser.
Puede que os parezca una imbécil por esto pero…
Lo entiendo. Quizás algún día cambie. Pero la verdad es que de momento no parece que vaya a pasar.
Soy como soy supongo y sigo creyendo firmemente que hay cosas que el corazón nota tan jodidamente fuerte, que aunque racionalmente con la cabeza traten de apagarse, no se consigue.
El corazón tiene maneras de gritar más salvajes de las que podemos imaginar.
Bueno, mira llegados a este punto no sé porqué os cuento todo esto.
Creo que es por lo de las preguntas que a veces me hago.
¿Las parejas, se llegaran a conocer lo suficiente?
¿me habré conocido yo lo suficiente con mis parejas?
¿Se harán preguntas de este tipo o pensarán como yo sobre estas cosas?
A veces pienso si soy rara. Rollo, estas cosas que son detalles que le hacen a uno ser quién es, pero que son peculiaridades muy personales, las tendrán los demás? Cada uno las suyas claro.
Quizás es porque cuando alguna vez a mis amigas les he preguntado si ellas tienen algo muy concreto que hacen cuando aman mucho a alguien siempre me contestan con cosas que son…pues joe, las universales. Todos sabemos o hacemos eso.
Lo digo porque yo suelo callarme pero es que si a mi me hiciesen la misma pregunta que yo les hago – Qué es algo típico tuyo cuando amas a alguien?
Pues yo contestaría por ejemplo: Los besos de agua.
O cualquiera de las otras que os he contado. Esas cuatro son mis peculiaridades cuando amo.
No son muchas. Pero es que no tienen que serlo. La cantidad a veces hace perder la magia. Solo tienen que ser verdad.
¡Ah! Ya sé porque lo cuento aquí, claro, precisamente por esto que acabo de escribir.
Porque cuando yo lo pregunto y obtengo las respuestas universales, me siento algo tonta, insegura y cursi, diciendo: hmmm la mía es preguntarle si es feliz aquí en este preciso momento.
O, ah pues la mía es jugar a piecitos.
Bueno.
¡¡¡¡¡¡SUFICIENTE.!!!!!
Es mi primera noche sola, y la soledad, Septiembre y volver a darle al play, me pone de un moñas insoportable…
Sorry por la intensidad, pero eso, también debe de ir en mi ADN… que coñazo de mujer…
A pesar de todo, dadle una vuelta.
A mi me gustaría que la persona con la que yo esté, tenga algo muy concreto que hace cuando ama. Y me gustaría que no fuese cualquiera de las cosas típicas que todos hacemos. Y esas cosas están genial eh, jamás osaría decir que no. Y además, soy la primera a la que le gustan porque creo que soy una enamorada del amor.
Pero, jo, es que me parece que tiene que haber más gente que le pase lo que a mi.
Yo creo que tiene que ser muy bonito poder confesarle a alguien que yo tengo besos de agua.
Y poder, en algún momento saber, que esa persona tiene otra cosa secreta. Y que haya querido compartirla conmigo.
Empeiza Septimebre ojillos… fin de la temporada… "guardaos bien que viene el frío"…
(Aunque ojalá tarde )
L.
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