TUMBADO AQUÍ CONTIGO ME QUEDARÍA UN PAR DE AÑOS.





Estoy en medio 
de los problemas
cuando preguntas
¿Dónde estás?





 
Las paradas en Madrid durante el verano siempre me han resultado extrañas.
Pero últimamente, bueno no. Miento. Desde que tú te fuiste todo me resulta extraño.
Yo misma soy extraña hacía mi misma.
Todo es distinto. Este verano es distinto.

El blog ha cambiado y ahora está adoptando la forma de un diario virtual.
Supongo que es porque de repente solo me sale escribir así.
Sin pensar demasiado, impulsivamente y sobretodo de forma brutalmente sincera.
Como en los diarios. Y yo soy experta en diarios porque de hecho llevo toda la vida con ellos.
En mi cuarto habrá un total de cinco o seis completos.
Empecé con once o doce años a escribirlos (En la época de la Bravo y la Super Pop, imagínate…) y así hasta hoy.

Bueno eso, que las paradas en Madrid, en concreto esta parada de este verano sin ti, es rara.
Nunca he sabido mantenerme constante. Mi psicóloga me ha contado que por lo visto hay más personalidades como la mía, ligeramente bipolares.
Pero nada grave, no en plan medicación o algo así.
Es sencillamente que hay personas que nacemos con una extraña capacidad de vivir todo en los extremos y no saber lidiar muy bien con los puntos medios.
Es decir, que yo sé sentirme jodidamente feliz, prácticamente vivir en éxtasis o estar en la más puta mierda y un poquito más aún.
Eso, lo extrapolamos a todo. Imaginaos como he sido en el amor.

Estos días me pregunto ¿qué coño está pasando conmigo?
¿En quién me voy convirtiendo?
He dejado casi de fumar y voy al gimnasio (bueno en verano voy menos, pero coño, solo el hecho de que yo este yendo a un gimnasio ya es raro.)
Lo de fumar me tiene puteada y con muchísimo mono, algunos días más que otros y  no sé muy bien porqué lo he dejado pero lo he hecho.
Vale, sí, por las noches con copas y en determinados ambientes tipo un festi, verbenas o joder, si tengo el mar cerca, es de madrugada y hay estrellas en el cielo pues algún piti cae, obligatorio. Pero de normal, entre semana y habitualmente, ni un solo cigarro.
Raro.
Raro.
Rara.
Estoy rarísima.

También he dejado otro vicio casi igual de (no voy a decir malo porque a mi me ha encantado y sería una hipócrita si lo denominase así) pero sí igual de adictivo.
Y tenía unos ojos y unas manos preciosos. De verdad, preciosos.
Pero bueno, es lo que hay. Creo que estoy creciendo y que esta vez va enserio.
Me jode eh, me jode porque no podéis imaginar cuanto me gustan a mi los vicios.
Una vez hablé con él de esto mismo. Que éramos carne de cañón para esas cosas.
Si probábamos algo teníamos un noventa por ciento de posibilidades de que nos gustase más de la cuenta. Y solía ser así. Y más si era dañino.
Creo que compartíamos el gusto por la autodestrucción aunque no la misma capacidad para llevarla a cabo. O sí.

Pero bueno, el caso. Que me siento cambiada, distinta.
Y no sé hacia dónde voy. Ni si quiera sé si ando buscando algo o qué hago en realidad.
Ando bastante perdida, redescubriendo cada día cosas nuevas por aquí dentro.
Con esto de aquí dentro me refiero a sentimental y psicológicamente. En el cerebelo y en la patata.
Cuánto más ahondo en ello solo saco una cosa en claro y esa la puedo afirmar con una certeza tal que duele y me desgarra.

Hay un antes y un después de la muerte de mi padre.

Para todo lo demás, cosas cómo si seguiré comprando los tangas de encaje granates, negros y blancos,
El helado de kínder y yogur de frutas del bosque,
Perder la cabeza por una tarta de queso y sobretodo si la hace Nica,
Y cosas así, ya sabéis de la vida en general y de nada en particular,

Para todo eso pues, joder, no sé.

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