SÁBADO 16 DE MAYO.








 
Hay muchos días que agradezco viajar en el tiempo.
Aún no existe una máquina con la que poder viajar al pasado o al futuro, como en la peli. A veces me pregunto si existiese ¿tendríamos el valor de utilizarla? ¿Cambiaría algo? Sé a que lugares iría. Sé que momentos sin duda alguna reviviría.
Pero ¿qué consecuencias tendría? Y respecto al futuro ¿realmente me gustaría conocerlo? ¿Perdería magia el presente si lo hiciese? La magia de lo desconocido tal vez…

Afortunadamente, a pesar de no tener una máquina para poder hacerlo, yo cuento con la literatura y con los millones de cuadernos que tengo.
Ese es mi billete al pasado. Con eso viajo. Viajo a tantos lugares y momentos…
Soy capaz de viajar incluso a personas.

Me he pasado la mañana releyendo libros y biografía que guardo de Marilyn Monroe.
No sé si alguna vez os he contado la obsesión que tuve con ella desde pequeñita.
Me he visto todas sus películas y me he visto todos los documentales posibles.
Uno de mis libros favoritos de hecho se llama “Sesiones con Marilyn” y trata de las sesiones psicoanalíticas con su terapeuta.
Es un libro muy tocho pero fascinante. Sobre todo si además, compartes la afición por el psicoanálisis y los mundos internos, las batallas constantes entre lo consciente y lo inconsciente.
Ya desde bien chiquitaja le dije a Papá un día (lo recuerdo perfectamente) yo tenía el pelo cortito, unos diez años y era fin de semana.
Estábamos en la segunda casa de papá en Villalba, al lado de la abuela, de Nica (que es la madre de mi madre pero para Papá, durante toda la vida fue una segunda madre… incluso cuando se divorciaron, Nica, siguió formando parte de la vida de papi).

Era por la mañana. Papá recogía la casa y yo terminaba de ver un documental sobre ella.
Luego nos íbamos a ir a la piscina.
Íbamos todas las mañanas de verano juntos a chapotear.
Nos pasábamos el día jugando.
No necesitábamos a nadie más.
Luego le hacíamos visitas a la abuela. Millones.
Y al acabar el documental le dije:

-       “papá, ya sé que quiero ser de mayor. Quiero ser la mujer que descubra que pasó realmente con Marilyn. Porque jo, todos entienden al mito. Pero nadie entendió realmente a la mujer detrás de la estrella.”
Recuerdo que papá no dijo nada al principio.
Se quedó quieto. Me sonrío y me abrazo muy fuerte.
Súper fuerte. Me comió a besos. No sabría explicároslo.

Y luego me dijo:

-       Estoy muy orgulloso de ti enanilla. No sabes cuánto.

Ese fue el capítulo de Marilyn. Esa fue la mañana de Villalba.
Pero ahora, entiendo muchas cosas que antes no entendía.
A veces vuelvo a ese recuerdo porque ahora me parece cada vez más bonito.
Los años a veces nos permiten ver con mayor claridad los momentos vividos.





 
He encontrado entre mis cuadernos uno precioso en el que tengo apuntados muchas cosas.
Entre ellas, paginas enteras dedicadas a cosas de las que no sé y quiero aprender o investigar.
A veces leo algo en un libro, veo algo en una película o escucho a alguien hablar de algo de lo que no sé pero me interesaría investigar y aprender.
Me gusta cuando las personas reconocen no saber algo precisamente porque no hay nada más bonito como alguien aceptando su desconocimiento sobre cierto tema y con unas ganas voraces de aprender.
También me parece precioso que es precisamente eso lo que permite que otro nos enseñe o poder enseñar a otros.
Ese compartir entre seres humanos es de las cosas mas bellas de la vida.
Al menos a mi parecer.

Y en ese cuaderno, apunto diferentes nombres para luego buscar información sobre ellos y adquirir conocimientos.

También he estado leyendo un libro cojonudo.
Es un libro que contiene toda la poesía española de 1935 al 2000…
“La poesía es un arma cargada de futuro” decía Gabriel Celaya.
Y así lo creo yo también.

Mañana es el cumpleaños de Papá.
Cuando tenía dieciséis años mi padre llegó al Chalet de majadahonada donde vivía y le pidió a mi abuela Consuelo (os he hablado poco de mi abuela por parte de padre y era una mujer muy peculiar. Algún día os hablaré de ella. Sí. Se lo debo y me apetece)
Bueno, disculpad esta tendencia a irme por las ramas siempre.
Llego a casa y le pidió a mi abuela una bandeja entera y gigante de macarrones gratinados un poco churruscaditos y gratinados para el solo.
Ese era el regalo de cumpleaños que quería.
Papá nos contaba esa historia millones de veces.
Y a mamá se le ha ocurrido que cocinemos juntas una bandeja gigante, intentando imitar los macarrones de mi abuela (que es casi imposible porque Consuelo era extraordinaria en la cocina pero solo con dos cosas. Los macarrones y las paellas.
Las hacía de una manera especial. Nunca he vuelto a probar unos macarrones ni un arroz como los suyos.)
Pero aunque sea imposible que salgan igual es una manera de homenajear juntas a Papá y también a la abuela.

Es curioso porque mientras que Nica fue fundamental en la vida de mi padre.
Consuelo sin embargo lo fue para mi madre.
Tuvieron una relación muy especial y complice.
Creo que sabe más secretos mamá de ella de los que nunca supo Papá.
Es curioso. Algun día hablaré sobre todo aquello….

Lo que quiero decir, es que de alguna forma en esta ultima época me estoy reencontrando con mi madre de una manera diferente.
Algo de aquel roto tan profundo que se generó en un punto de mi adolescencia con ella, se vuelve a reconstruir.

Me gusta que se le haya ocurrido ese homenaje para celebrar el cumpleaños de Papá.
Y creo que lo que más me gusta de todo, es que a pesar de las idas y venidas entre ellos, me doy cuenta finalmente de porqué Mamá fue la mujer con la que Luisito, con todo lo veleta, Peter pan, soñador y demasiadas veces niño perdido que fue, decidió tener una hija.
Porque fue Mamá la mujer.
Y me reconcilio por fin con ello, porque durante mucho tiempo pensé equivocada que no era ella.
Ahora, mi corazón se recompone dándome cuenta de cosas, que tal vez por el dolor, o por la juventud una es incapaz de ver.

Nosotras te seguimos celebrando papá.
Al final del día, nosotras sí que fuimos “tus chicas” y siempre te guardamos muy adentro.
Charlie, maravilloso como es, ayudará a que nos zampemos esa bandeja en tu honor.
Porque Charlie vale mucho y nos quiere con todo su ser.

Al final era cierto,

Solo el amor nos salvará





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