TOO FAR GONE








En mi cumpleaños de los 20, allá por 2014, P y A, mis amigas de la universidad, me regalaron las memorias de Neil Young.
En mi opinión esa es una de las mejores cosas de las personas que estudiamos carreras artísticas, sobretodo arte dramático. Creo que incluso muy jóvenes nos conocemos por dentro de una  manera que casi asusta. No porque seamos más inteligentes que el resto, ni muchísimo menos.
Sino porque es la magia del teatro. Lo que viven los estudiantes de teatro en su día a día, los ejercicios a los que nos enfrentamos y la necesaria introspección diaria, casi generan una sensación de familia y hermandad que no he visto nunca en ninguna otra carreara.

Por eso me hicieron un regalo tan molón. O, al menos eso me gusta pensar a mi.

Recuerdo que en aquellas Navidades, J andaba por Cancún.
Y yo me pasé casi todos los días mandándole imágenes con las citas que más me gustaban.
Para mi, era como si así, él pudiese leerlo conmigo.

Yo pasé largas temporadas de aquellas navidades en casa de Nica.
Me gustaba amanecer, sobretodo los días que hacía sol aunque hiciese frío, ver las flores iluminadas por el sol (las flores de Nica siempre me han encantado) y los rayos entrar de golpe por la ventana, sin pedir permiso.
Desayunábamos juntas. Siempre lo hacemos. Porque hablamos mucho.
Nica y yo hablamos horas seguidas sin respiro.

Luego me sentaba en el sillón – trono (como yo le llamo del abuelo) y mientras Nica hacía sus cosas yo leía.
Me gustaba el sillón trono porque mi parte izquierda del cuerpo quedaba a la sombra pero la derecha, mi codo y mi mejilla, estaban expuestas al sol.
Me rozaba ligeramente, olía las flores de Nica y estaba prácticamente al lado de la terraza asique también veía el cielo.
El sillón trono del abuelo estaba estratégicamente colocado.

Así me devoré el libro en unas navidades y a medida que lo fagocitaba le mandaba fotos a J para que él lo hiciese conmigo.
Para mi era una manera de seguir juntos en la distancia.

Que inocente era. Seguir juntos con una persona con la que siempre estuviste separada… supongo que yo no lo veía así.
No me importaba que no tuviésemos etiqueta, que él andase enamorado de otra por aquel entonces; a mi me importaba que sentía magia entre nosotros.
Algo diferente a lo que se da con el resto de personas.
A mi me importaba que me había puesto el mundo por montera (siempre he sido una chica muy vergonzosa e insegura pero para el amor, creo que bastante decidida o kamikaze…todavía no sé cuál sería la correcta) y en esa testarudez mía, aunque todos y todas me decían que era imposible, yo sabía que algún día dejaría de quererla a ella y se daría cuenta de que sin saber cómo, se había enamorado de mi.

No. No ocurrió nunca eso. Lo de enamorarse de mi digo.


Pero en cierta medida, leímos aquel libro juntos.

Lo malo de vivir muchas cosas con una persona durante muchos años, es que no puedes evitar tropezarte con ellas un día cualquiera.
Es inevitable.

J y yo hemos leído mucho juntos (aunque solo sea porque todo lo que yo descubría siempre sentía la necesidad de compartirlo con él).
También hemos escuchado mucha música juntos y descubierto temazos.
(Por lo mismo. Nos gustaba compartir descubrimientos.)

De hecho, cuando nos conocimos, creo que una de las primeras imágenes que guardo en mi memoria fue la de estar tirada en su cama con un libro de Becquer en las manos y un lápiz.
Él andaba en una silla de frente con una birra.
Habías más gente en esa habitación. Más amigos.
Amanecimos todos allí.
Pero yo estaba absorta en mi libro y solo él se interesó por saber qué subrayaba.
Luego se lo dejé de nuevo (porque el libro era suyo) para que él encontrase lo que yo había subrayado y que hiciese lo mismo.

Así fue un poco como empezamos a conocernos.

No creo que en seis años nos hayamos cansado nunca de enseñarnos cosas.
Si soy sincera creo que J me ha tratado muy mal en general.
Y también creo que me ha tratado como yo he dejado que me trate.
No todo va a ser su culpa porque es mentira.
Creo que tendría que haberse dado cuenta mucho, y cuando digo mucho, habló de años y años atrás de que yo era algo importante. De que podíamos haber tenido algo importante.
Pero creo que sobretodo YO tenía que haberme dado cuenta de que soy importante, para no permitirme ser tratada de otra manera.

En definitiva, como acaba pasando siempre, la culpa no es del otro, es nuestra en última instancia aunque resulte más sencillo buscar culpables fuera.

Pero a pesar de todo, sí puedo afirmar que en seis años, eso es lo más bonito de nosotros, jamás nos llegamos a cansar realmente de aprender el uno del otro.
Lo que siempre recordaré de J, es que año tras año, cuando quedábamos, seguía notando que me miraba con admiración, y yo a él.
Que seguíamos siendo partículas de un mundo que queríamos seguir conociendo.
J y yo, hicimos bien eso.
Porque hay un montón de parejas, y de pilles, y de rollos, y de amantes, y de yo que sé porque hay tantas definiciones modernas ahora para hacer ramificaciones de algo tan bonito como el amor, el sexo o el deseo… ramificaciones que me complican la cabeza y no me gustan nada. Y hay un montón de peña, en definitiva, que se acaba casando a los seis meses.
Que sienten que ya lo conocen absolutamente todo del otro y no hay el mas mínimo misterio que quede…
A nosotros eso nunca nos pasó.
Nos conocíamos más que nadie y siempre queda el misterio y la sorpresa ante nuevas facetas de nuestra personalidad, de nuestros gustos…

Me enrollo con todo esto porque cuando me re encuentro con algunas cosas, pienso en J y pienso en mi, y pienso en los años y años que hemos ido dejando atrás.

Actualmente también pienso mucho en Z (vamos a llamarle así. Se ha ganado la letra incógnita, uno para diferenciarle y dos, porque desde J, no me había vuelto a ilusionar por nadie, excepto un novio que ahora es ex y amigo. Un ex al que siempre le desearé lo mejor.)

Pues ahora, cuando pienso a veces en J o en Z,
En los años que han pasado,
En las memorias de Neil Young que me recuerdan quién fui,
Las de patti Smith,
Las novelas de Salinger o Antoine de Saint-Exupéry…

Cuando la literatura en definitiva me retrotrae a mi persona y a la evolución de mi persona con los años me da por pensar que ya no me puedo conformar.

Que quiero que alguien pelee por mi.
Que no, igual no quiero “The fairy tale” como decía Pretty Woman (aunque siempre la entendí y durante toda mi vida yo también la quise) pero sí quiero las suficientes agallas para amar.
Para sentirme amada. Para sentir la entrega igual que yo lo hago cuando amo.
Siempre he pretendido amar con todo mi ser. Con toda mi carne.
En la vida en general eh
A mis amigas, a mi familia… yo amo con la carne.

Así que no sé,
En realidad no sé que venía a escribir… eso a veces me pasa.

Creo que todo se podría haber resumido en que hoy me he re encontrado con Neil Young y he pensado, que ya no me conformo.
Que ya no quiero puntos medios.
Quiero realidades y quiero el valor suficiente que supone amar.
En todas sus vertientes y máximas expresiones de la palabra.

¿Conclusión? Que lo que podría haber escrito en cuatro líneas me ha llevado tres hojas….
Supongo, que esa soy yo.










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