ANDANDO DESPACITO.

 

 


 

 

 

 Va despacito. Es verdad que tiene similitudes con la muerte. Claro, es un duelo. Despides a una persona que ha formado parte de tu vida, le dices adiós y esa persona marcha. Pero sigue viva. Sigue, lejos de ti, pero sigue. La muerte al menos se impone. No hay que entrar en cuestiones como si se quisieron ir o no, qué habría pasado de hacerlo mejor, de haber cambiado cosas... No hay tentación de llamar, de volver a encontrarse, de segundos intentos...

Sinceramente esperaba llevarlo peor. No lo quiero decir muy alto porque sé que vendrán momentos muy duros y prefiero sencillamente encontrarme con ellos, tampoco quiero anticiparlos. 

Me he demostrado cosas y he aprendido cosas sobre mi misma. Algunas negativas, conductas de las que no estoy orgullosa y que ahora tendré que convertir en lecciones a trabajar sobre mi persona. Pero también he comprendido aquello que decía mi abuela: "que dios no nos de todo lo que podamos soportar porque lo soportaríamos". es verdad. Después de la muerte de mi padre yo pensaba que no era posible alcanzar niveles de dolor - que aunque diferentes- están en el grado más alto. Pero sí lo era. Lo ha sido desde el momento en que ví como nuestra relación se iba haciendo pedazos hasta hacerse y tuve que vivirlo desde aquí.Porque a final de cuentas tú podías irte a Madrid, otra casa, otra cocina, otras calles, otra gente, otra rutina que nada te harían recordar, más que, espero, quiero pensar, que por las noches cuando los recuerdos bonitos te invadiesen porque eso supongo que siempre sucede. Casi que quiero pensar que sí que sucede. Pero yo me quedé. Yo tenía que terminar la gira. Yo viví tres semanas tu ausencia desde nuestra casa. Aquí, en la casa que habíamos compartido seis meses no podía escapar de los recuerdos en cada esquina, cada encimera, cada utensilio incluso había sido utilizado por nosotros. La vitroceramica en la que hicimos paellas juntos - tú más bien y yo te miraba y reíamos con un vino-. El sofá en el que nos tiramos - yo sobre tu pecho- , en el que jugamos a peleas, en el que amoldabamos nuestros cuerpos casi uno encima del otro porque apenas cabíamos. La cama. Una cama infinita porque allí cualquier momento alcanzaba todas las posibilidades del mundo y cualquier momento era infinito porque allí a tu lado el mundo era siempre un lugar mejor y sobretodo un lugar de paz. Dormir contigo implicaba sentirme protegida y arropada y jamás tener pesadillas. Tuve pocas. Y si las tenía despertada y me acurrucaba en tus brazos mientras tu respirabas profundo y ya no había miedo. En esa cama me ha costado volver a conciliar el sueño casi dos semanas de tres. He odiado esa cama desde tu partida y tuve que dormir en ella, abrazando la otra almohada, la tuya, y mojandolo todo en lagrimas. Pánico. He tenido pánico a esa cama dos semanas de tres y fue horroroso. Los cuartos, los armarios donde ya solo había hueco y espacio porque tu ropa no estaba. La ducha. Ducharme era romperme a llorar porque tú solías entrar mientras me duchaba y gastarme bromas, darme besos, chincharme... creo que he echado de menos hasta hacer caca porque tú me enseñaste que hacer caca era algo normal y en pareja también. Desnudarse al otro y no temer - incluso si desnudarse implicaba reconocer que sí, yo también hago caca... - ahora lo escribo y puedo hasta sonreír. Pero no he podido durante todas estas semanas. Y sabes? he aguantado. Me he quedado. He vivido aquí, sosteniendo estas paredes impregnadas de nosotros. Sosteniendo las lagrimas de las que no diré que me he vaciado porque creo que pueden todavía quedarme muchas, pero las he sostenido. Sosteniendo los recuerdos uno detrás de otro, tu olor, tu risa, tus ojos verdes, tus manos, todo aquello que era ya solo la forma de un fantasma que alguna vez me amo y al que todavía yo amo.

He aguantado ir a trabajar con orejas y una hora de sueño y nada en el estomago. He llorado en el suelo del escenario minutos antes de la función, segundos antes mientras me cambiaba de ropa y he salido a escena sonriendo y he estado sobervia (y sí, lo he estado y quiero reconocermelo y dejarlo por escrito. Porque mis compañeros me decían que era una profesional de los pies a la cabeza y una actríz portentosa. Porque me veían en el suelo consumida en lagrimas y me trataban de abrazar y tenían miedo de que fuese incapaz de salir ahí y yo sin embargo no lo dude ni un segundo. Porque al escenario se sale. Da igual lo que haya detrás y por dentro. Se sale).

He ido al Mercadona y he llorado tras las gafas negras de sol detrás de los cartones de cereales. Cada pasillo era un lugar que recorrí contigo con un carrito. El mercadona era el infierno. Las calles del barrio eran el infierno. La cafetería que tanto me gustaba el primer día que conocí este barrio en Valencia, aquella dónde celebramos tu cumple y yo te di tu carta y tu regalo y una tarta de galleta sorpresa y soplaste velitas, ese lugar, esa mesa (porque recordaba aquella mesa) ese lugar que tanto amé se volvió un infierno también. La ciudad ardía a mi paso sin ti. Y se desmoronaba sin ti. La calle en la que cantamos y bailamos camela y bebimos cerveza y nos besamos en fallas. La calle en la que pensé, que feliz soy junto a él. La calle en la que te grabe videos y te mire a los ojos y mis pensamientos todos eran: qué poca pasta tenemos, pero mientras estés a mi lado nada importa.Qué poquito se necesita para ser feliz. Cada vez que bajaba aquella calle veía el maldito escenario, la verbena, la barra donde servían las bebidas. Nos veía a nosotros vestidos con la ropa de aquel día bailando sobre la acera y tenía que pestañear tres veces porque ya no había nada. Solo carretera.

Cómo no pudiste imaginar nunca que era yo la que se quedaba con eso? porqué nunca cogerme el telefono? porqué lograste ser tan tajante : "Hablamos todo y nos vemos en Madrid." Sí, lo entiendo. Entenderlo desde un lugar racional lo entiendo. Pero desde un lugar emocional me cuesta horrores. "Me llamas sesenta veces seguidas Lu... esto no puede ser." Y sí. Sí. mil veces sí, tienes razón pero joder, otras mil veces piensa en dónde estaba yo. Atrapada en el meollo de nuestra historia, de nuestra convivencia, de toda una vida aquí sin si quiera poder escuchar tu voz. Racionalmente ganas la partida. Pero emocionalmente sigue pareciendome imposible mantenerse tan firme y distante como tú lo hiciste. Tal vez ni si quiera pensaste en qué suponía estar aquí para mi. En que era yo la que se quedaba dentro de una ciudad y de una casa en la que durante mucho tiempo fuimos tú y yo. Nosotros. 

Sabes, el día que fuimos al cine y sostuviste mi mano mientras lloraba. Luego volvimos caminando y hablando y yo siempre enroscada de tu brazo. No te lo dije, pero fue aquel día en el que por primera vez sentí ganas de decirte "Te amo". Ya sabes lo mucho que me encanta decir "Te quiero" y creo que hay que decirlo todo lo que se pueda porque la vida es muy corta en realidad para no quererse, demostrarlo y decirlo. Pero - te amo.- eso es diferente. Eso para mi tiene un peso distinto. Y aquel día volviendo del cine sentí que tú eras. Que eras el papá de mis niños. Que eras un hombre especial y que esa sensibilidad que escondes porque te duele es algo de lo que yo me había enamorado y vi tu corazón, que siempre lleva coraza pero yo lo he visto y lo he amado y te he querido como si fuese a durar toda la vida. Aquel día al salir del cine fue la primera vez que me di cuenta de que te amaba.

Hoy, que me quedan horas para coger el tren a Madrid. Hoy, toda esa tormenta ha pasado. No digo que no vuelva otra, que no me queden días sin ti hasta verdaderamente volver a accionar en la vida como alguien que no siente que le falta algo constantemente y ese algo eres tú y ahora, todo lo que hago, en todo lo que hago, noto tu ausencia. He enfrentado todo. Incluso nuestras fotos juntos, no solo las de aquí en Valencia o en Roma, también las de Madrid y todo lo que vivimos hasta conseguir irnos juntos a un lugar. Hemos vivido tantas cosas en un año... quizás tu memoria te ayude olvidando mucho antes, la mía es incapaz. Nací asi, con una memoria privilegiada. Pero me gusta tenerla porque yo, a pesar de todo, siempre me quedo con lo bonito. Y por muchas vueltas que le de, por mucho que tú último comportamiento - un mensae a las 11am para dejarme en el cumpleaños de mi padre y nunca jamás diganrte si quiera a contestarme- me duela, todo lo demás, todo lo anterior, absolutamente cada mes contigo en este año, ha estado lleno de amor. Y eso, me hace estar en paz.

Me siento orgullosa de mi fuerza. Sé que el duelo no ha hecho más que empezar. Pero también sé que en Madrid hay muchas cosas que también están empezando y creo que incluso Lucía, esta Lucía, acaba de empezar.

Os voy contando, nos vemos por el camino.


L.

Comentarios

Entradas populares