HOME WILL HAVE TO BE ANOTHER THING NOW.

 

 



 

 

 

 

 Sentarme en la silla de la terraza q tú ocupabas siempre duele. Xq es tú silla. Ahora y hasta dentro de mucho tiempo será tu silla y brillan las luces del balcón y tengo tú perspectiva cuando salías con tu té aquí.

Y tengo la perspectiva de la primera noche q te puse un mote cariñoso desde estás mismas sillas y estuvimos riéndonos media hora seguida. Qué dolorosa puede ser una silla y una perspectiva desde un balcón.
Ahora veo mucha más gente besándose por la calle y hasta el cajero del mercadona q siempre me atiende estaba hoy con su novia esperándole a la salida del trabajo.
Tantos meses aquí y hoy. Hoy. Estaba la novia del cajero.
Veo parejas felices por todos lados.
Qué ironía.
He pasado x nuestro parque y he tenido q sentarme en otro banco primero a respirar y luego a observar dos siluetas q ya no existen. Una sostiene churros con chocolate en la mano y viste con sudadera granate. Otra va entera de negro. Acaba de salir de los ensayos de teatro. Y tiene tortitas y horchata en la mano. Sonríen.
Y les escucho decirse: “En realidad con esto nos basta. Tú y yo así felices”.
Y sé q se lo dijeron xq esas dos siluetas alguna vez fuimos nosotros. Mi memoria siempre está intacta y x eso escuece tanto.
Tener buena memoria puede ser una fortuna y una condena a partes iguales.
Y desde esta perspectiva de la terraza pienso en todas las veces q me regañabas un poco por decir tanto: Te quiero.
Y ahora, que desde esta perspectiva me observo en una casa repleta de recuerdos felices, y otros no tanto, pero la mayoría sí. Y observo las infusiones q yo no me hago porque las hacías tú y observo toda la comida q no soy capaz de ingerir xq el amor y el estómago ya se sabe, son dos puertas q se cierran a la vez. Y observo la ropa todavía colgada, y observo la cama q ya no desharemos juntos y todos los lugares de esta misma casa dónde correteábamos  y jugamos como niños xq nuestra risa fue alta. Y desde el balcón trato de alcanzar la avenida dónde cantamos camela y nos pegamos unas cuantas noches de verbena. Y desde el balcón siento el hueco de tu bicicleta y el tuyo.
Recuerdo esas veces q me regañabas x decir: -Te quiero- y me reconcilio conmigo.
Hice bien en decirlo. Precisamente xq yo te quería nunca habría actuado de una forma cobarde, irresponsable con tus sentimientos. Nunca te hubiese hecho nada de todos esto q tú estás haciendo.
No era yo la que tenía q moderar los: -Te quiero- xq yo sé hacerme cargo de esas dos palabras.
Eras tú.
 
 

 
 
 

 

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