MARINERITA FRAGIL





Lengua viperina con sal.
Arrastras un mar de lagrimas y sigues siendo feliz con cajas de música que te cantan nanas de infancia.
Gitana mía, siempre tan morena,
tan oscura,
tan perdida,
tan tuya.

Tienes un invierno infinito en la piel y una caricia escapando en la sonrisa, se te fugaron las navidades en familia por los ojos; niña bonita deja de correr.
A cuantos vivos tienes que perdonar el daño y a cuantos muertos añoras.
No deposites esperanzas en tumbas ajenas, no te escribas un poema como epitafio, no te duelas más.
Eras una migraña dulce acompañando la resaca. Injusta te hicimos todos que nunca supimos ser vehementes al sentenciar tus actos: pequeñita, enamorarse no era excusa para asesinarte el pecho.
No entendías aquello de las formalidades pero te sentabas en bancos junto a quienes se lamentan, eso sí sabías hacerlo, acompañar los lloros de otros.
Acompañar.
Te hiciste un barquito de papel para no tener que caminar descalza y por ir de puntillas se rompió, te lo advertí, no puedes aterrizar solo cuando hay una emergencia.
Se distinguen los colores en tu vientre por el rojo de tu sangre que brota por heridas que te hicieron los que no supieron quererte.
Marinerita frágil, viajando de bar en bar, deja de comerte la vida en vez de las uñas sustituyendo besos por un vaso de cristal.
No te hundas más en las aceras solitarias de Madrid, no te hundas a secas.
Te compraré una corona de espinas y podrás darme las gracias, luego sonríe.

Pero gitana, no te engañes, el amor solo fue un accidente; tu ya estabas muerta.

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