SI ALGUNA VEZ NO HUBIESES EXISTIDO

(...) "Y no lo sé tal vez, no sé si me recuerdo
prisionero de un cuerpo o libre junto a él,
buscando salvación o en servidumbre,
miserable y maldito, pero atónito.

Quizás sólo se trata de que no estás aquí,
de que perder es duro para todos
y el amor me hace falta, como sabes.
Quizás contigo estuve
tan demasiado cerca de tu reino,
que necesito ahora desmentirte,
utilizar los trucos que uno tiene
para poder seguir.

Porque somos así seguramente,
huellas equivocadas,
solitarias hogueras de un camino,
paraísos de cuatro habitaciones
que sólo se comprenden
después de haber firmado muchas veces,
precisamente ahí,
                           donde pone El viajero.

Y a mí, ya que prefiero escoger mis derrotas,
quiero que me recuerdes derrotado,
como quien algo espera
más allá de los tiempos y los hechos.
Quizás porque haga falta haberlo presagiado
o porque, en todo caso, nadie sabe
dónde acaban los sueños."
- L.García Montero






 
Cuando no tengas casa, ni techo, ni escaleras de emergencia por las que salir corriendo de personas.
Cuando no tengas hambre, ni ganas, ni culpa que regalarme.
Cuando el incendio vuelvas a ser tu, y yo siga tan seca de no poder llover más que por los ojos a los que hace tiempo que no miras.
Cuando la carretera de mi cuerpo te recuerde y seas autopista con peaje para mi.
Cuando pidas caramelos de otras bocas cada noche en las que desde hace siglos no te importo.
Cuando me duela la rabia debajo de los dientes y a ti la impotencia te lata de pies a cabeza pensando en otra que no sean yo .
Cuando las sobras sean mi apellido y mi nombre todas las veces que soñé con el tuyo.
Cuando las aves de paso, pasen. Como tu por mi vida, sin saber quedarte o sin querer hacerlo.
Cuando te subas a escenarios desde los que nunca te veré reír, ni tu me veras llorar.
Cuando los gajos de piel caigan como cascaras de limón, y solo quede fruta podrida en la nevera de esta historia,
Cuando te echo de menos.
Cuánto.
Cuando Noviembre deje de ser triste, tal vez respire.
Alguna vez habríamos podido amarnos fuera de una cama de hospital, te pregunto.
Lo peor de seguir como si nada cuando te pesa todo, es eso.
Y a quién le explicas que el vacío está lleno de soledad y se me ha empezado a olvidar como se hacía lo de ser feliz.
Como se hacía eso de vivir.
Cuando utilice la almohada como guillotina y no sepa callar a la niña dentro de mi que sigue teniendo miedo a la oscuridad.
Cuando mis manos sostengan la pena de los monstruos que te acompañaban algunas noches.
Mis manos, sí, mis manos esconden kilos de desamor bajo las uñas.
Una ira atroz corta mis labios cuando los pinto granate y tu no vuelves para besarlos.
Cuando me desahucies no intentes buscarme nunca más en una canción de Nacho,
Ni mi pelo enredado en algún verso de García Montero.
Cuando alguna vez te acuerdes de todo el tiempo que llevo olvidada no recites a Joaquín junto a una última copa porque ya me fui de los bares y estoy enterrada bajo la arena de los parques que nunca conocerás, donde no hay columpios pero suenan voces de niños que nunca juegan.
Cuando necesites mi puerta para pedir consuelo,
Cuando necesites mi vientre de refugio,
Cuando necesites que te curen los miedos,
Cuando necesites hacerme daño de nuevo,

Acuérdate de que existo allí donde una vez me dijiste: “No te quiero.”

Y entonces, recuerda una última cosa,
Agacha la cabeza cuando pases de largo, por favor.


 

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