PÁJAROS DE PORTUGAL




"Bucearon contra el Everest
Y se ahogaron" - J. Sabina

 

Hay días y hay causas.
Y hay motivos que son causa de todos los días que lloraste.
Hay causas perdidas que fueron jugadas lo mejor posible.
Y lo posible no resulto y fue peor que cualquier realidad.
Hubo margaritas en las manos y en la entrada de mi jardín se deshojaron todas cuando regaste reproches, mentiras y yo tanta duda.
Se nos encogió la vida en un salto mortal y las luces de ciudad apagadas y estos cuerpos que no conseguían encenderse.
Tanta vejez en este corazón de veinticinco años.
Dime que esa arruga es mía. Y tú que sonríes al verme.
Te conté que mi flor favorita son los crisantemos de color rosa y tú sin entender porqué.
Me dejaste depositarlos en nuestro ataúd sin saber lo que callaban el día que nos abandonamos.
Me dijiste que el olvido siempre llegaba tarde y yo tardé en recordar esa despedida.
Bailé desnuda sobre una cajita de música que te llevaste en la mudanza y ahora suena cada mañana de tu nueva vida.
Luego me bebí el frasco por compasión hacía el resto.
Luego me caí y no supiste levantarme.
Luego tres otoños.
Yo te avise de las golondrinas que rondaban el tejado.
Tú decías que anidan en los aleros de las casas y no debía preocuparme.
Yo sin embargo, sabía que anidaban bajo los anhelos de las casas y entiéndeme al decir que no es lo mismo.
Cuando encontraron mi cuerpo tu móvil comunicaba.
Te comunicaron mi muerte el día que tu mujer daba a luz.
Tres otoños.
Tres otoños desde que fuimos.
Tres otoños hacía ya de aquella infancia dulce.
Por escrito pedí que me dejaran reposar en Portugal y tú volviste allí el día del funeral.
Personas que deje de conocer hace ya mucho leyeron poemas, contaron anécdotas.
Y cuando pasaron todos te levantaste tú, mi eterno insensato.

“Ella siempre iba con prisa.” – Cerraste el acto.

Y mi cuerpo congelado que te sigue amando susurro desde la tierra:
-       Ya conocemos el mar.

Se llamaban Abelardo y Eloisa.

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