PRINCESAS


Una de mis películas favoritas dentro del Cine Español, desde que la ví, hace tiempo ya, es esta: "Princesas".
Creo que mediante la historia de dos mujeres Fernando León de Aranoa trata temas sociales, además del amor, la fragilidad o el miedo de una manera especial y descarnada.
Hay una realidad fuera que muchas veces no vemos, otras sencillamente no queremos mirar y decidimos ignorar y sin embargo ahí está.
Mi personaje favorito sin duda es Caye.
No vale de nada que os cuente quién es Caye ni como a través de sus ojos miramos nosotros también. Es necesario verla. Escucharla. Y para algunos, (los más sensiblones, y me incluyo dentro de ese grupo) llorar junto a ella a lo largo de la película como lo hice yo.
Pero en cualquiera de los casos hoy me he topado con una canción en la que aparecía uno de sus monólogos que resulta ser de mis favoritos y habla sobre la nostalgia.
He estado todo el día dandole vueltas y al final, ha salido esto.
 
 

 
“Hay un día, ya verás, que es la hostia. Ese día todo es bueno ves a la gente que quieres ver, comes la comida que más te gusta y todo lo que te pasa ese día es lo que quieres que te pase. Si pones la radio, la música que sale es tu favorita, si vas a la tele ese día a un concurso lo ganas todo. Pasa solo una vez en la vida por eso hay que estar muy atenta no sea que se te pase, es como un desvío, como cuando vas por la carretera y hay un desvío pero a lo mejor vas hablando por el móvil o lo que sea y se te pasa y te jodiste porque ya no puedes volver atrás. Pues ese día es lo mismo, un desvío y es muy importante porque puedes elegir por donde va a ir todo si por ese camino que es nuevo o no.”


 “Dicen que las princesas no tienen equilibrio, son tan sensibles que notan la rotación de la tierra. Dicen que son tan sensibles que enferman si están lejos de su reino, que hasta pueden morir de tristeza.”


 
No tenía equilibrio.
Se había alejado de su reino sin darse cuenta para caminar las calles de noche en busca de un billete pequeño y un trabajo rápido dentro de un coche.
Y por eso era una princesa frágil y triste.
Había enfermado por exceso de sensibilidad.
Pero ella no quería morir de tristeza.
Se imaginaba como serían las cosas que nunca habían pasado y probablemente no fuesen a pasar. Y sobrevivía.
Porque era muy dura por fuera. Y aún más humana por dentro.
No era la más guapa pero eso que importa si cuando echaba de menos se ponía preciosa.
Que putada que nadie supiese nunca echarla de menos a ella.
Tenía muchos que extendían un billete de cincuenta por un rato con ella.
Pero ella quería a alguien que considerase que una conversación no tenía precio.
Ni un abrazo.
Ni ella.
Le hubiese gustado que fuese el hombre de su vida. O ser la mujer de la suya, aunque fuese por un día.
Lo cito literalmente de su boca porque de ninguna otra manera sería posible hacerlo más claro; tampoco más bonito.
Para ella el amor era algo sencillo. Mucho mas sencillo que para los demás.
Que te vayan a buscar a la salida.
Que más darán los regalos si ya sabe que el dinero puede comprar casi todo, hasta su cuerpo.
Pero que te vayan a buscar a la salida.
Hay gestos que valen un precio que no muchos están dispuestos a pagar.
Hay muchos que además no sabrían hacerlo.
Hay muchos que ni siquiera entenderían lo que supone un “ven a buscarme” para una princesa.
Una vez habló con alguien de quién podría haberse enamorado si la vida no le hubiese venido en dirección prohibida y demasiado rápido.
Y le contó a que se dedicaba. Lo de que era heroína.
Porque solo las mujeres valientes pueden ser heroínas y ella era valiente todas las noches del año.
No podía volar, pero hacía volar.
Él no lo entendió. Tampoco hace falta.
Para alguien cuyo nombre depende del día lo único realmente importante de aquella conversación era eso, hablar.
Notar que era posible que alguien en algún lugar del mundo estuviese mostrando interés por ella.
Era una princesa a la que una vez dieron nombre y por supuesto que no lo tenía olvidado.
Pero para hacer volar a otros, hay veces que,
 se necesitan secretos de por medio. Imaginación. Y olvido.
Ella olvidaba muchas cosas por necesidad.
Para poder seguir.
Para no caerse.
Para intentar quererse aunque solo fuese un rato.
“Existimos porque alguien piensa en nosotros.”
Era muy difícil no creerla. Porque yo también me he pasado mucho tiempo pensando en ella desde que la conocí.
Por eso sé que existió.
También he pensado que hay una cantidad innumerable de princesas en las esquinas de mi ciudad a las que todavía algunos se permiten mirar por encima del hombro.
Y no creo que tengáis ni puta idea de lo bonitas que son cuando recuerdan el mar,
Cuando tienen nostalgia,
Cuando se guardan un billete de veinte para que sus hijos a los que llevan cinco años sin ver puedan estudiar.
Tampoco creo que tengáis ni puta idea de lo difícil que debe ser subirse a unos tacones de aguja sin que se te esguince el alma cuando te convierten en propiedad de un chulo al que debes pagarle por tu libertad.
Ni del miedo a jugarse la vida abierta de piernas porque sin papeles, bonita, tu única opción es esta.
Yo tampoco tengo ni puta idea.
Pero hoy, me ha apetecido homenajearlas porque yo también recuerdo el mar.
Porque yo también he tenido nostalgia y la tengo todavía.
Y a veces me pilla a las cinco de la mañana en una esquina.
Y otras en casa.
Y otras borracha en una barra de bar.
Pero llorar. Lloramos todos.
Y no deberíamos olvidar que todos somos persona.
Y no deberíamos olvidar que todos tenemos una dignidad,
Y un padre,
Y una madre,
Y una familia,
Y alguien a quién hemos importado,
Y alguien que todavía nos importa,
Y todo eso no lo condiciona un estatus social, ni una profesión, ni el sexo, ni un trabajo que a veces ha sido el único al que hemos podido enganchar para sobrellevar de alguna manera lo de vivir.
Y todos nos merecemos vivir.
Que a veces, las elecciones vienen impuestas.
Que una princesa también hace mamadas y se abraza a si misma cuando tiene miedo.
Y también tiene miedo.
La última vez que te vi Caye, ibas sola y de fondo sonaba una canción de Manu Chao.
“Pisando baldosa, la revoltosa y tan perdida”
Yo te recuerdo.
No me llores,
Estas preciosa,
Pídeme que te vaya a buscar.


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