CIERRA LOS OJOS, QUE SI LOS ABRES NOS SALVAMOS.




"Porque sí..." - (Fan de ti) Sidecars






 

Me he calado los huesos llorando en tu nombre.
Como en la calle Sol te pilla un torrente de agua por sorpresa, cuando menos te lo esperas y más te va a mojar, así, como los recuerdos.
Después de pensarse la vida dos veces y soñar despierta unas quince, mientras un Lunes de Noviembre te escurres en la rutina de vino y conversación.
El humo de su boca y la mía evapora una idea que vuelve a hacer creíble esta profesión.
Camino por mi Otoño y tú por el tuyo. Imagino como son tus días.
Si en tus tardes sopla la incertidumbre que provocan las tormentas.
Si en tus noches aprieta soledad o sencillamente me gusta idealizarte.
Que peligro la idealización. De una persona. De garabatos propios de la memoria.

Me he visto en los pasillos de este metro con ella.
Íbamos vestidas con la inocencia que dan los veinte años y la tragedia de todas esas historias de amor que se reducen a encontronazos químicos.
Llevábamos debajo del brazo una botella y la sed de quién nada teme excepto la capacidad de auto agredirse de forma tan constante.
Crías, por este mismo pasillo.

Los lugares no cambian. Son las personas quiénes lo hacen.
Ya.
Pero es volver a los lugares dónde fuiste lo que te hace replantearte lo que eres.

Morir a causa de alguien y morir con una canción son exactamente lo mismo.
Escribir a alguien y escribir desde qué alguien son dos cosas completamente distintas.

Ya no bajaremos Gran vía como si fuésemos eternas. Pero claro, Gran vía siempre será lo suficientemente eterna para recordarnos que alguna vez nosotras también.

Esa persona. Sí, esa por la que empeñaste un riñón, el corazón y la sonrisa repitiendo la misma cantinela una y otra vez; no es más que tu libro favorito.
Puedes releerlo cuantas veces quieras, pero asume que la historia ya te la conoces y el final es el mismo.
A ver si entendemos que una historia no sale mal. Son las personas quienes lo hacen mal y algunas, adrede.
El daño que te hicieron no justifica el que haces y la única pena es que ya no me das ninguna.

Volaban insensatas. Hay errores que se quedan camuflados en la planta de los pies para recordarnos que repetir la hostia es lo más estúpido que haremos desde que elegimos cometerlos por quién lo hicimos.

Se cogen de la mano porque es Noviembre, como ahora, y tienen frío y tienen prisa por salir. Y eso que aún no saben dónde se están metiendo.

Los lugares no cambian. Son las personas quienes lo hacen.
Es el mismo pasillo. Y me acuerdo.
Y recuerdo la botella debajo del brazo.
Y pienso que por aquél entonces tendríamos que haber bebido a nuestra salud pero no a costa de ella.

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