SEMPITERNO.
Café Libertad. Se ha subido al escenario Guille. Guitarra en mano.
A su lado, una amiga y un poema.
La canción que le escribió a una madre que se fue y el poema de una amiga que se gestó después de esa canción.
Hay dolores de los que no tenemos puñetera idea y aún así, existen. Y aún así se sufren.
Después de ellos, yo también he necesitado escribir, no necesariamente por mi, no necesariamente por nadie ni a nadie. o tal vez sí.
Puede que al aire. Pero como dice Marea, si eres aire, te irás.
"Te echo tanto de menos
Como hubieras disfrutado viendo esto"
"Te tengo bien grabada, no necesito ni mirar" - Guille D.
Como ha golpeado la vida desde que tú no
estás, aunque el peor de los golpes fuese ese. Marcharte.
No te conozco y sin embargo te he visto
asomada desde el balcón de esos ojos que algunas noches son ventanas hacía
vuestros recuerdos juntos.
Estas preciosa cuando te llora.
Estas preciosa cuando sonríe.
Te cuento que tu ausencia ha hecho vacío
y el agujero del pecho es tan grande que ni el alcohol desinfecta.
Me hubiese gustado que le dieses tiempo.
Tiempo a tu lado.
Tiempo para enseñarle a cuidarse. Para
poder cuidar del resto.
Yo le perdono porque comprendo la
dificultad de abrazar a otros cuando no pudiste abrazarlo a él.
Cuando no puede abrazarse él tampoco.
Supongo que ya sabes del caos por el que
pasean sus botines desgastados.
A veces se enmienda cumpliendo con las
obligaciones típicas impuestas por la sociedad; ya sabes, la rutina. Las
clases. Los formalismos de siempre.
Pero su cabeza es un hilo muy fino que
tiende a quebrarse ciertos meses del año y ciertos días al año.
El amor ha de cuidarse para que no se
desgaste. Tú se lo habrías explicado mejor.
El amor ha de cuidarse para que no se
rompa como lo hicieron sus manos cuando ya no podían tocarte.
No te preocupes, tiene los mismos ojos de
aquel niño que te necesitaba. Que aún lo hace.
Por eso quizás, se notan los años sin ti.
Los miedos sin ti.
Las lecciones que dejaste pendientes.
Se le nota la vida sin ti.
He intentado salvarle de la nube que
hondea bandera negra de tormenta tras su espalda, pero me devolvió decepciones
y acabé llorando yo.
Me devolvió promesas incapaz de cumplir y
tantas, tantas mentiras.
Entonces acabé por comprender que aquello
de lo que realmente intentaba salvarle, equivocada, era de si mismo.
Y esa batalla la tenía perdida de
antemano.
Ojalá el no.
Tu ausencia brilla fuerte por los poros
de su piel y me estremezco si me toca.
Eso es precioso. Y triste. Preciosamente
triste, supongo.
Como le apetezca, si le apetece y cuando
le apetece.
Seguro que le hubieses explicado la
responsabilidad del compromiso y el valor existente en el acto de que otro ser
humano quiera ser contigo.
Tiene tan rota la columna vertebral de
crecer sin ti que se tambalea en tropiezos de hombre con edad de niño.
No sé dónde se quedó a esperarte pero
tengo frío porque no es un lugar sólido ni estable.
No tengo derecho a escribirte y todas las
cartas que suben arriba cuando dice “te echo de menos” son más bonitas que
esta.
Pero de la misma forma estoy convencida
de que lo entiendes.
Porque yo también le quiero aunque sea un
rato cada día.
Aunque ya menos. Aunque siempre un poco
más.
Si hubieses estado, tal vez habría podido
percibir este amor.
Tal vez, hubiese podido encontrarle sin
estar perdido.
Y entonces, quién sabe, hubiésemos podido
parar juntos.
Tiene un beso perdido en la mejilla y es
tuyo.
Una cama cuyo cabecero te sostiene.
Es el lugar más abatido dónde alguna vez
dormí.
Territorio imperturbable de sábanas con
desgaste emocional y excusas envueltas en palabras que nunca se correspondieron
con hechos.
La soledad de ser quién es después de ti
resumida en un minuto de gloria cuando suena una canción de ya sabes que grupo
y de repente se avecinan todas las huidas inminentes de aquel que ya fue
abandonado antes.
Los niños perdidos deberían haber podido
encontrarte y Peter Pan es un cuento para adultos, tierno y profundamente
desgarrador.
Hay una bala perdida clavada muy dentro y
la autodestrucción no es más que una pistola que se carga sola.
Hay ciertos disparos que tú habrías
guiado evitando muchas masacres.
Pido perdón de antemano por atreverme a
escribir después de una canción.
Pido perdón de antemano por atreverme a
escribir.
Estará bien, aunque contigo, hubiese sido
más fácil.
Su voz te resguarda protegida, exquisita
y sobre todo, bonita.
Bonita, como todo lo que resulta
demasiado bello para quedarse y demasiado bello para dejar de ser etern(a).
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