TREPO POR TU RECUERDO, COMO UNA ENREDADERA





"La segunda estrella a la derecha y directo al amanecer" - Peter Pan




Hola calvito,

¿Qué tal andas por ahí?
Estoy convencida de que estas recopilando millones de libros de poesía que leer a los niños perdidos.
¿Les has enseñado ya a García Montero?
¿Les has contado la historia de Cassie, como decía Bukowski: La chica más bonita de la ciudad?
¿Estas escribiendo alguna novela nueva?

Seguro que desde que te paseas por allí sus noches son mejores. Como me pasaba a mi cuando estabas a mi lado. Ahora ya no tienen miedo, de eso estoy segura.

Espero que estés viviendo millones de aventuras.
Poniendo voz a Joaquín Sabina con las sirenas, cantándote un Frank Sinatra o pegándote unos bailes al ritmo de Elvis con los piratas.

Aquí las cosas están un poco del revés.
Sin ti todo es absurdo y los días pasan muy lentos.
Porque a veces me entran unas ganas terribles de escuchar tu voz,
de pedirte consejo,
de decirte una vez más lo muchísimo que te quiero.

Y ya me explicaste tú que al País de Nunca Jamás solo puedo llegar soñando muy fuerte, pero me gustaría poder abrazarte en una terraza de Retiro como solíamos hacer.

Reconozco que tengo envidia de los niños perdidos porque ahora tienen tus manitas a su alcance.
Esas manos grandes que siempre me parecieron tan bonitas.
Mis manos favoritas.
Y que ahora, no puedo agarrar.
No sé quién va a reposarlas en mi tripa cuando me duela.
Si pido la “manita mágica” nadie lo entiende.
Nadie responde.
Creo que ahora, la niña perdida soy yo.

Me has dejado encargada de trasladar tus lecciones aquí
Y me parece tan complicado cuando no consigo volver a reír.
No como antes. No sin tus chistes que duraban todo el paseo marítimo de vuelta a casa.
Mis chistes eran los cortos y malos. Los tuyos eran largos y divertidos.
Me quejaba de que era muy difícil aprendérselos y cuánto me hacen falta ahora.
Me parece que mi risa no podrá ser la misma sin ir acompañada de tu voz.

Tengo unas ganas terribles de volver a ver El rey león.
Porque la última vez fue en aquel sofá azul recogida en tu pecho.
Y lloraba.
Pero no entendía la magnitud del dolor.
Ni la magnitud de las lagrimas como ahora lo hago,
Como ahora las lloro

Pero recuerdo cuánto te gustaba que viésemos esa película.
Decías que enseñaba una de las lecciones más importantes de la vida.
Ahora, resulta tan irónico contemplarme repitiendo constantemente aquél: Él vive en ti.

Lo que pasa que me desgarra tenerte tan dentro y sin embargo no poder correr hacía ninguna esquina dónde verte de nuevo, donde pegarme muy, muy fuerte a ti, donde escuchar tu corazón latir cuando mi cabeza descansaba en tu pecho.

Nos quedaban muchas cosas.
Me tenías que acompañar camino del altar,
Tenías que dar el aprobado a varios poetas de pelo largo,
Cantautores de bares buscando un futuro,
Granujas a los que bajarles la ceja, como tú decías.
Tenías que aplaudir en todos los patios de butacas de escenarios donde me veré dedicándote cada instante, segundo y minuto de la función.
Me tenías que traer flores al camerino en el primer estreno.
Me tenías que sostener en brazos por infinitud de desamores, o golpes, que antes de tu partida dolían y ahora, ya no sé si lo harán; si algo podrá nunca doler más que este echarte de menos tan abismalmente recorriendo el esternón.

Nos quedaba Berlín, Chicago, África.
Probablemente medio mundo, porque el mío eras tú.

Ahora cuando miro el mar pienso en las aguadillas,
En como me cogías en brazos y me lanzabas al agua. Sin ir más lejos, este verano, con mis ya veinticuatro años y tú tan juguetón como de costumbre.

-Que soy ya una mujercita papá, no puedes hacer eso.

Y tú lo volvías a hacer. Y te reías. Y yo que me enfadaba.
Y ahora me jode, y me duele, y me revienta.
Porque ahora, te lo pediría una y mil veces.
Porque ¿en que se va a convertir el mar desde que no puedo jugar contigo?

¿Dónde y quién me llamará princesita? ¿Qué va a ser de mi cuándo suene Sabina y esa canción, esa?
Ahora es demasiado tarde…

Desde que no caminamos juntos todo es calle melancolía pero nadie puede poner ese gesto tuyo al cantarla,
No puedo llamarte en el numero siete,
Y mis pies también se han fatigado al asumir que andarán sin encontrarte.

Cómo volver a emprender charlas interminables analizando versos,
Cómo confiarle mi vida a alguien que no seas tú,
Cómo confiará alguien en mi si no eres tú.

Aférrate a la vida y busca el amor que es motor de todo decías en la carta que me dejaste.
Pero papá, si la vida te ha desprendido de mi y no he amado a nadie tanto como a ti,
No estoy segura de cómo se siguen esas indicaciones.

Recuerdo que te emocionabas cuando leías aquello de que:

“El mundo tiene a veces sabor de noche vieja”

Y yo que las pasaba contigo, con la copa cargada y en un karaoke,
De repente el mundo lo mastico insípido y hóstil.

No puedo escuchar la canción de Víctor Manuel desde que voy comprendiendo que no podremos bajar las ventanillas del coche y emprender rumbo hacía ninguna parte por la carretera con la música muy alta y los problemas detrás.
Desde que “Cuando la comía ella se dejaba” y ahora, y ahora.
Tampoco los chunguitos si ya no cantamos a coro en los viajes de dos o tres o infinitas horas que se hacían tan cortos a tu lado.
¿Qué va a pasar con las clases prácticas de conducir?
A ti, que todo el mundo decía que lo hacías tan bien,
Tú que lo hacías tan bien,
Tú que al volante eras feliz,
Yo, que disfrutaba del coche siendo copiloto si al girarme podía verte.

Mis pies en la guantera al ritmo de Los Secretos y esos “ojos de perdida” no podrán amoldarse igual en ninguna otra, ni descalzarse con libertad, ya no.

Las motos de agua ya no rugen si no me engancho a tu cintura,
Las olas ya no me harán botar de la misma forma.
Pero claro, es que creo que la vida tampoco tiene ya la misma forma, ni color, sin ti.

Cuando paso por ese Vips, miro muy, muy fuerte y nos veo entrando de la mano, con mi falda del colegio y las coletas.
Te miraba pequeñita desde abajo.
No te imaginas como sonreía. Sonreía tanto papá.
Luego saboreo el Brownie de chocolate con dos cucharas para compartir que me dejabas entero.
Que grande eras desde mi altura de cinco años.
Que grande eras desde mi altura de quince, entrando por esa puerta y hablándote del primer amor.
Que pensaba que era el de mi vida.
 Y que era amor.

Que grande eres siempre, porque siempre te admiré más que a nada, más que a todo, más que a todos.

Se me olvidó preguntar la receta del puré de patata con salsa de soja que solo tú sabías hacer para que me gustase tanto los Sábados de cine.
Pero te dejo que sea secreto, a fin de cuentas tenemos muchos y los dos los guardamos a buen recaudo, cómplices como siempre fuimos.

Me veo obligada a dejar de lado el vino blanco, al menos un poco, y retomar la cerveza. Se nos han quedado muchas pendientes y mi mejor brindis es a tu salud.
Voy a echar de menos ese:
-       Por dios, que buena está. Vaya poniéndome la siguiente

Cuando aún no habías terminado la primera.

Me quedan tantas cosas que contarte, pero es la primera carta y por fin he podido escribirla. Me ha costado una buena dosis de cigarros,  sentarme en la oscuridad y respirar un poquito más fuerte de lo habitual.
Pero nosotros somos de papel y tinta, y al final, aquí está.

Eres cada película de Disney,
Eres Disneyland parís y la atracción de la mina donde me escondías en tu regazo y reía y gritaba a partes iguales:

-       ¡Papi, Papi, que miedo! ¡Papi, papi, que divertido!

Eres todas las atracciones dónde me da miedo montar pero al final vence la adrenalina porque nos vencía a los dos.
Eres toda la poesía de los libros que leo,
de los libros que me descubriste,
de los que te descubrí,
de los que seguiré descubriendo y te contaré en susurros antes de dormir.

Eres Roberto Aro los días en que Madrid sigue lloviendo.
Eres Golfo. El de La dama y el vagabundo,
y el de los tiempos mozos
y el de la barra de bar en Nueva York
y el del Rocca con tus veinte años y tus amigos.

Eres cada uno de los días de colegio por las mañanas enseñándome a multiplicar.
Eres la gabardina negra y el sombrero de ala ancha.
Eres las historias maravillosas sobre tu pastor alemán,
Sobre Rockeros con vidas difíciles
Sobre la vida que pasa y no me he dado cuenta porque ha volado a tu lado.

Eres mi lugar favorito en un mundo que se ha quedado desolado sin ti.
Eres las chupas anchas y los botines desgastados.
Eres cada película de Woody Allen con un helado de Haggen dazz en el verano de los trece.
Eres Peter Pan que nunca dejó crecer al niño que había dentro.

En el hospital, cuando te quejabas porque te apetecía cerveza, te dije:
-        
-       Eres un Rebelde eh

Y tú contestaste:

-       Sin causa

Hay que ver, no perdías el sentido del humor ni si quiera dentro de esas paredes tan blancas y tan gélidas.
Yo pensé, que ni a James Dean le quedaba tan bien como a ti.
No te lo dije, pero te lo digo ahora.

Y es que a nadie le podrá quedar nunca tan bien esa fuerza, ese coraje, ese amor a la vida y a la literatura y al arte, como a ti.

A nadie le podrá quedar tan bien nunca ser el papá que tú has sido conmigo.

Espero que las buenas noches que te doy cuando apago la luz y llega la hora de dormir estén llegando a esa segunda estrella a la derecha.
Espero que cada uno de los besos que ahora lanzo mirando al cielo, también.

Te quiero con toda mi alma, y te echo de menos con todo mi ser.

Tu enanilla, siempre.


Comentarios

  1. Una estrella que nunca nunca dejará de brillar

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  2. Que bonito lo cuentas. Cuanto amor en tus palabras. Es tan duro y tan difícil caminar sin tener junto a ti a un ser tan querido. Al principio todo es dolor, añoranza de todo lo vivido pero poco a poco ese dolor tan punzante se transforma en paz. Apoyate en toda esa gente que tanto te quiere. Lucia, tu padre siempre estará ahi, efectivamente dentro de ti, en cada paso que des, en cada cosa que hagas. Ahora toca vivir tu duelo, pero verás como pasado un tiempo hay luz. Un abrazo enorme preciosa Lucia.

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  3. Tuve la suerte de conocerle y me dejó impresionado . Ahora te digo, que como padre que soy , mi vida será plena si algún día logro esa emoción que tú describes en mis hijos . Me has emocionado...mucho

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  4. Preciosa y conmovedora carta a tu padre. Estate segura que ya, por siempre jamás, irá pegado a ti, cuidándote. Ya si que nunca estarás sola porque él va contigo. ¡Qué orgulloso estará! Un abrazo

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