CHARO.







Estoy aprendiendo a hacer algunas cosas muy chulas de diseño.
Para mi estoy es todo un logro teniendo en cuenta que las tecnologías y yo nos llevamos incluso peor que la cocina y yo…
Pero bueno, supongo que de la misma forma que he conseguido hacer el galletón gigante, a base de probar, una va consiguiendo logros.

También estoy tanteando diseños a mano, con acuarela a modo de “Fanzines” y “cuadernos de vida” pero eso todavía está comenzando y además no me apetece compartirlo todo.

Han pasado en poco tiempo varias cosas que me han golpeado profundamente y algo que todavía no sé explicar ha sucedido en mi.
Algo que me ha llevado a borrar mis redes y re iniciarlas, a borrar el pasado en imágenes, lo escrito… no sé.

Siento que todavía no puedo entrar mucho en este tema.

Las despedidas… el saber que no volveré a ver a mi compañero más… y bueno… lo dicho, hay cosas que te golpean de repente sobre otras ya acumuladas y ocurren cosas que no sé poner en palabras todavía.
Tal vez cuando sepa, es muy probable que tampoco quiera ponerlas por escrito.

La cuestión es que estoy contenta.
Contenta con los nuevos diseños en los que invierto mi tiempo libre entre el ordenador y las acuarelas, manchándome las manos de colores con la música muy alta.
Tienen un toque muy mío.
Ya sabéis, esa cosa algo melancólica y nostálgica- esa cosa de poder poner lo brutal en papel.
Llega un punto en la vida en que solo me interesa poder expresar lo brutal.
Tanto en lo bueno como en lo malo.

Lo brutal.

Aunque echando la vista atrás, mi historial de autores y directores siempre fueron afines a expresar ese límite. Los extremo. La brutalidad en los sentimientos y vivencias.
Porque eso es lo que luego guardamos en el cajón de los recuerdos.
Aquello que nos hizo sentir en su mayor expresión lo que quiera que fuese.

Puedo dejar por aquí algunas de las cosas que he conseguido con el ordenador, pero de momento no quiero entrar en lo que estoy haciendo a mano.
Tal vez porque lleva más curro y porque al ser precisamente a mano, me parece más especial y delicado.

Reconozco que por esa connotación de añoranza que siempre tienen las cosas que hago, he tenido que tirar de recuerdos.
Recuerdos que guardo en diarios, en imágenes, en rosas entre páginas de libros…
Y algunas cositas pellizcan.
Estás que voy a enseñar aquí, por supuesto han pellizcado.
Aunque también me han hecho recordar porqué a pesar de todo, todos hemos sido felices muchas más veces de las que creemos.
Hay historias, que se componen de algunos momentos que las hicieron mágicas y en retrospectiva después, parece que casi todo – valió la pena.





No voy a explicar aquí de quién o qué son las conversaciones que salen en estas imágenes.
Sí, evidentemente son mías con alguien porque son diseños míos y la propiedad intelectual es importante para no meterme en un lío…fuera de coñas – evidentemente son cosas mías porque es lo que más me hace cuidarlo.
Los recuerdos vivenciados por la piel de uno mismo siempre tienen un valor especial.

Pero no me parece que en algo tan personal como los recuerdos y sobretodo las palabras que alguna vez intercambié con alguien deba dar detalles.

Lo que sí puedo decir es que  - Bueno en realidad ¿sabéis qué? – que solo hace falta leerlo para darse cuenta de porqué me he sentido afortunada y porqué creo que algunas historias, después de años, te dejan un sabor amargo pero, sobre todo, te dejan la sensación de que todo valió la pena. Y esa, es la mejor de todas.

PD: No todas son así, esta es que me parece especialmente bonita.
Hay de todo tipo, collages, dibujos, palabras sueltas… y hay con muchas personas y con diferentes connotaciones.
Ya iré enseñándoos más poco a poco.
Que a pesar de que estamos bien, hacer cualquier creación artística tirando de vivencias personales y recuerdos, siempre pellizca un pelín y hay que tomárselo con calma y además disfrutarlo.


Siento no poder contaros muchas más cosas o no estar tan charlatana como de costumbre.
Ando muy removida emocionalmente con los sucesos de hace tan poco y esto es lo más que doy de sí de momento.

Pero nos encontramos en la luna, las noches que la miréis, y nos encontramos aquí, en el rincón de la gata.

Dulces sueños.

L.




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