ELEANOR RIGBY









Una de las cosas (porque hay muchas) por las que decidí dedicarme al mundo de la interpretación es porque desde bien pequeña y sobretodo en mi adolescencia, en las épocas buenas pero siempre, siempre, siempre en las malas me refugiaba en las películas.

No hay nada que me siga gustando tanto como aislarme en soledad cuando las cosas no marchan bien y hacerme un maratón de cine. En la más absoluta soledad.
Las noches de verano pasadas por agua son las mejores para eso.
También para escribir en pijama en este rincón, frente al ordenador y las vistas de la ventana que dan al cielo cubierto de estrellas.

Siempre pensaba que si otra chica u otro chico, en sus momentos bajos, podía hacer lo mismo que yo, y sentirse mejor o aliviado, como yo me siento después de un maratón de pelis, me gustaría que fuese en parte gracias a mi personaje y la historia que se cuenta lo que le acerca a esa sensación de que “todo está mejor” como me sucede a mi.
Siempre pensé que querría ser el cuerpo físico que da vida al personaje que consigue hacer sonreír de nuevo a una persona cuando esta triste y se cobija en el cine.

Esa fue una de las razones.

Hoy, en una de esas noches, tal y como a veces pasa con las canciones, una película me ha encontrado a mi.
No estaba triste, pero hoy me sentía rara. Algo meláncolica.
Siempre lo estoy un poco.

No por nada amoroso. Es más porque siento que todo ha cambiado mucho y tengo algo de miedo al futuro laboral.
A veces me cuestiono demasiado si estoy cumpliendo mis sueños y sobretodo si estoy a la altura de las expectativas y deseos que tenía para conmigo cuando era más pequeña y me visualizaba a la edad que ahora tengo.

Y a veces, cuando me invade la sensación de que absolutamente nada ha salido como estaba previsto, me asusto.

Entonces acudo al cine. Al cine y a la soledad.
Cuanto más voy valiéndome de mi misma y más fuerte me siento, cuanto mejor me llevo conmigo y más tolero mi propia compañía, más disfruto de la soledad.
De mimarme.

Digo que esta película me ha encontrado a mi por varios motivos.
Además de ser una película cojonuda (no es por dármelas pero mi intuición cuando elijo una peli para ver suele fallar poco aunque alguna vez lo haga. Supongo que tiene que ver porque de la misma forma que de geografía debo de ser la persona más inculta del planeta, en cine, creo que soy todo lo contrario.)

La cuestión es que independientemente de la altísima calidad del film, ha habido una escena. Una escena, dónde se ha dado la magia.
Me he visto ahí. En la pantalla.

Es una escena en la que se da el siguiente diálogo entre los protagonistas:



CHICO: ¿A dónde quieres ir?

CHICA: Sin destino. Simplemente alquilamos un coche, cantamos las canciones que pongan en la radio…. Y conducimos sin rumbo hasta que nos apetezca parar.


Luego se besan. Tumbados en el césped. De noche. Mirando el cielo.

Toda mi vida he fantaseado con infinitud de cosas.
Tengo dos especialmente destacadas. Un viaje en moto recorriendo la Ruta 66 y otro es ese. El que ella le pide hacer al chico.
Alquilar un coche y conducir sin rumbo fijo. Perderse juntos.

Nunca lo he propuesto porque siempre he sentido que eso solo podría proponérselo a alguien especial. Que uno siente perfectamente con quién verbalizaría ese deseo.
Yo lo he sentido. Pero no ha podido ser por cosas que poco importan aquí.

Lo que vengo a contar y en lo que me quiero centrar es en la magia.
A veces, el cine, igual que las canciones te encuentra él a ti.

Me he visto proyectada en ese dialogo porque no todos los días sucede que tus deseos más íntimos o secretos, aquellos que todavía no has podido formular, se sucedan en la pantalla generándote la esperanza.
Como si así, en cierta medida te dijesen que alguien más lo ha soñado igual que tú en este mundo y que tengas paciencia porque llegará.
Que tal vez, un día, te encuentres tumbada en un césped, o en un banco, o sinceramente me da bastante igual donde, mirando a la cara de la persona a quién poder verbalizarle esos deseos y sabrás, que él contestara que sí.
Porque solo podríais hacerlo juntos.

Y aunque os parezca una bobada, ocurre de en cierta medida sientes que la película trata de comunicarse contigo.
Que la magia esta ahí. En como una historia te encuentra a ti y te habla.
Te habla para recordarte que todo llega. Que no desistas aún. Que todo sigue aunque tengas mucho miedo ahora. Aunque tengas dudas. Aunque a veces pierdas las esperanzas incluso en ti misma.

No sé, es como si me acostase contenta. O tal vez solo esperanzada.
Pero me voy a la cama y sé que algún día yo también podré verbalizar mis dos sueños.
Que algún día alguien me dejará engancharme a su cintura mientras nos morimos de calor y a la vez nos da el viento de cara subidos a una moto recorriendo esa Ruta 66. Cumpliendo sueños juntos.
Que algún día yo también conduciré la moto y pararemos por ahí, y cuando nos miremos, nos importará un bledo lo demás porque no necesitamos nada más.
Porque no estaríamos con nadie más que con quién estamos y donde estamos.
Y eso mismo me ha pasado con el viaje en coche sin rumbo.
Con la escapada sin destino.
Solo “el camino” y la compañía.

Muchas veces me he sentido sola con ese deseo.
Quiero decir, mis amigas con sus novios o parejas hacen otras cosas.
Y están genial.
Pero yo no soy igual que ellas. Ni ellas lo son a mi.
Menos mal, ese es el encanto de todo esto, de este lugar en el que vivimos ¿no? la diferencia.
Pero tal vez como ninguna comparte mi deseo, es algo que se habla poco y una sencillamente se acostumbra a soñarlo en bajito.
De puertas para dentro.

Y no me importa.
Si supieseis cuantísimos sueños guardo de puertas para dentro…

Pero hoy,

Hoy el cine ha vuelto a encontrarse conmigo y los sueños, vuelven a tener sentido…

Me gusta recordar aquella frase que llevo tatuada de Cinema paradiso:

“Hagas lo que hagas, amalo”.

Y bueno… yo, amo el cine.



PD: os dejo por aquí la peli.
Son tres en realidad. En estos días me veré las dos que me quedan.
Básicamente es la historia de una relación contada desde el punto de vista de ella y de él.
Y luego la simbiosis de ambas.
Y no es una historia de amor o desamor. Nah. Es mucho más profundo que todo eso.

Asique por si queréis…

Dulces sueños…

L.





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