NO SE COMO DECIRTE
Me pasa a veces –
Me ha pasado en concreto este finde en
cierto momento también –
Tener una conversación con amigos y
amigas, no éramos un grupo muy grande, cinco para ser exactos.
Comenzamos a divagar sobre cosas.
Comenzamos a divagar sobre cosas.
Entre ellas algunas que tenían que ver
con las relaciones, la pareja, los gustos, los planes… supongo que un poco el
amor.
Y me veía siendo la única que opinaba
diferente.
Un buen amigo dijo :
“Nah, es que ella es muy cabezota y
soñadora. Hay que quererla así”
Como si realmente así se resumiese todo
mi argumento.
Como si así se justificase que mi opinión
no tenía absolutamente nada que ver con la de los otros cuatro allí presentes.
Y pensé en alguien que si hubiese estado
en esa mesa, sé, que habría opinado como yo.
Y no habría hecho falta que “ganásemos”
el argumento porque nos habríamos mirado al final y habríamos sonreído.
-
Nosotros nos entendemos y con
eso basta –
Incluso en el fondo, habríamos pensado,
pobres de ellos, que aburrido tiene que ser entender las relaciones así.
Siempre perfectos. Siempre impolutos y manteniendo una magia que a veces acaba
resultando aburrida porque esa amiga es incompatible con la verdadera
complicidad.
Esa persona y yo, nos hubiésemos
entendido solo con mirarnos.
Es una putada. Muchas veces hablo en este
diario de esa persona.
En este caso, creo que no tiene ninguna
connotación romántica lo que digo.
Pero es casi peor, porque tiene una única
connotación y en cierta medida es una connotación melancólica.
La complicidad.
La complicidad.
Y a veces pienso que esa es una de las
cosas que más pueden provocar ese famoso echar de menos.
Sentir
que has llegado a ser cómplice de una persona hasta grados que el resto de
humanos no podrían comprender es la forma más sencilla de acabar condenado/a a
echar de menos. Creo.
La conversación no era profunda, no os
penséis. Había de todo.
Pero hubo un momento en el que se llegó a
hablar de pedos…
-Joder, y si se te escapa un pedete tonto de repente.
-Que asco. Yo ya no le/la miro a la cara
-Aunque sea uno que nunca ha sucedido
jamás podría reírme con él/ella de eso
-La magia siempre tiene que estar
-Siempre tienes que estar guapo/guapa
para él/ella
-Uy no no ¿la regla de repente y una
anécdota con eso?
- Quita quita
En este grupo había dos chicos y tres
chicas.
Todos opinaban más o menos así.
Todos menos yo.
Vamos a ver, para que me entendáis, yo
soy una maniática de la higiene.
Mis duchas son eternas,
También creo en cierta medida aquello de
que “el éxito de una relación son baños separados” (pero siempre con cierto
sentido del humor, no sé si me entendéis)
Pero joder, partiendo de todas esas
bases,
También soy una chica que se puede ir al
campo y haberse pasado dos o tres días sin ducharse, con un moño en la cabeza y
unas converse llenas de barro.
Una chica que se amolda.
Soy una chica que alguna vez manchó la
cama de un chico (vamos a decir que con vino como él lo denominó) y ese chico
acabo riéndose.
Ese mismo chico ha llegado a buscar
tampones para mi en su propia casa en alguna otra situación.
Y creo que si alguna vez ese chico o yo
nos hubiésemos tirado un pedete tonto
las carcajadas habrían sido monumentales.
Con esto lo que trato de decir, es que
sentada allí, además de echar de menos esa complicidad, creo que de lo que me
di cuenta, es de lo difícil que es llegar a encontrar personas con las que
verdaderamente tener ideas en común sobre una relación (del tipo que sea) entre
chico y chica.
Y a lo mejor lo que más me fastidio es
volver a cerciorarme de la putada que es cruzarte en la vida con alguien con
quién llegas a tener tanta confianza.
Con alguien, con quién llegas a pensar
que sois personalidades casi paralelas.
Con muchos, muchos, infinitos matices.
Pero los gustos… los gustos son casi exactos.
O tal vez no sea exactamente así. Tal vez
lo que más se aproxima sería decir que vuestras personalidades, no sabes bien
porqué ni como, encajan la una con la otra casi de manera perfecta.
Creo que esa sería la definición
correcta.
¿pasa eso muchas veces en la vida?
¿te encuentras cada tres meses con
alguien por pura casualidad con quién encajas
a la perfección?
Molaría que sí.
Haría mucho más fácil lo de no tener que
echar de menos joder.
Que putada es echar de menos.
Aunque todo este bien.
Supongo que también os pasa ¿no?
Cuando te sucede algo y hay una persona a
la que te gustaría contárselo.
Cuándo haces una coña que para ti es súper
graciosa y falta su risa a tu lado porque el resto… el resto no la pilla. O
desde luego no de la misma forma.
Incluso cuando haces alguna y hasta te
acabas sintiendo gilipollas pero sabes que con cierta persona, no habría sido
así.
Parece muy romántico.
No lo es.
Quiero decir, hay otras entradas mucho
más románticas que esta, ya os lo digo.
Pero a veces, de pequeños momentos o
anécdotas como unas cervezas en una terraza, ocurre esa sensación, esa de las
canciones y los poemas – No tanto la de sentirte solo rodeado de mucha gente –
pero en parte un poco. Esa de, ¿dónde está quién me comprendía mejor que nadie?
¿Dónde está la complicidad? ¿se ha escapado para siempre?
Esa de, quiero buscar sus ojos, porque
nos entendíamos sin hablar.
Y a veces, me gustaría no tener que
hablar tanto y manejarme con la mirada.
Pero supongo, que eso, solo pasa veces
contadas en la vida.
Me da miedo pensar, que sean
excesivamente contadas.
Porque me da mucho miedo echar de menos.
Y.. sigue sucediéndome.
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