LA NOCHE DE SAN JUAN.
¿Sabéis lo que más me gusta de la noche
de San Juan?
Lo que más me gusta es que San Juan es el
día con más luz.
Sí. Oficialmente es el día de todo el año
en el que la luz dura más y anochece más tarde.
La luz. No sé, me parece algo especial.
Algo bonito.
Papá siempre me decía que yo era un
pequeño destello de luz.
Que siempre emanaba luz y especialmente
cuando sonreía.
A Papá le encantaba mi sonrisa.
Hay algo de eso en el nombre de Lucía
supongo.
Aunque sé por fuentes muy certeras que
eso, realmente, fue por la canción.
A Papá le fascinaba la canción de Serrat
y acabo por convencer a Mamá.
Algún día os contaré cuáles fueron mis
posibles nombres y lo que ocurrió con todos ellos pero no he venido a hablar de
eso.
Tampoco de la luz. Aunque hace referencia
a mi nombre y es lo que más me gusta del día de hoy.
A lo mejor me gusta precisamente eso.
Que el día que contiene la mayor duración
de luz se celebre precisamente en la noche. Con fuegos artificiales y fogatas.
He celebrado muy pocas veces San Juan. Menos
de las que me habría gustado.
Pero las pocas que me ha pillado en la
playa, allí donde veraneo, me llevo unos recuerdos extraordinarios.
La gente se emborracha y lo celebran en
su mayoría (no me malinterpretéis pero en general las veces que yo lo he vivido
ha sido así) solo por celebrar.
Para mi, tiene algo de mágico, por todo
esto que os he contado, y sentir la arena bajo mis pies, el cielo estrellado,
el fuego tan cerca y la brisa del mar en la cara… despedir la luz. Homenajear
la luz.
Para mi, es una noche especialmente
bella, aunque pocas veces pueda compartirlo.
Hablando de cosas bellas. De cosas
realmente hermosas, me gustaría estar con Nica.
Mamá está ya con ella. Lleva una semana.
Yo me he tenido que quedar con Charlie
aquí porque tenía cosas importantes que hacer y sin hacerme el test o guardar
algo de cuarentena (y no he podido aún) hemos preferido no arriesgarnos.
Me jode enormemente, porque es con quién
más me gustaría estar.
Mamá, Nica y yo.
Pero en cuánto acabe todas las cosas que
tengo aquí todavía, me escapo del tirón a su casa, habiendo tomado unos días
las medidas de precaución previas.
Todas las noches cuando hablamos me lo
dicen.
Me están esperando.
No hay verano sin días de las tres.
Las tres sin nadie más.
Es una norma sagrada.
Ya que me pongo a contaros, así,
generalidades…
He empezado una nueva novela.
La elegí por el título. Fue por intuición
pura y dura.
A veces los títulos de llevan a
sensaciones, aunque no las puedas reconocer con exactitud o calificarlas.
Y no me he equivocado.
No quiero destriparos de qué va.
Leedlo. Yo siempre os animo a leer. Para
mi el mundo sería un lugar muy diferente y desde luego merecería mucho menos la
pena sin literatura.
A veces pienso que los libros, el cine y
la música me han salvado más veces del dolor y de la muerte de lo que yo
hubiese podido hacer por mi misma.
Tokio Blues.
Así se titula.
Joder. Incluso ahora que ya lo he
empezado y lo estoy devorando.
Incluso ahora, volviendo a escribir el
titulo me pasan cosas en el estomago.
A veces lo leo en alto.
Os parecerá que estoy loca. Pero de
verdad probadlo.
Escuchadlo en alto.
¿No os produce algo?
No sé qué es. Pero es un título que me
fascina.
También me llevé una edición preciosa de “Mrs Dalloway”
Os acordáis que en la entrada anterior os
hablé de ella y de V. Woolf, de la importancia que esa novela había tenido para
mi y de las ganas que tenía de releerla.
Pues por fin una edición para mi dónde
poder subrayar y garabatear a lápiz.
Para mi, es como desvelarle secretos al
libro.
Y se quedan entre tú y el autor.
Lo que subrayas en un libro, no dejan de
ser confesiones.
Lo que subrayas en un libro no deja de
ser reconocer que alguna vez te sucedió o te sentiste así o te sigues sintiendo
así.
No deja de ser reconocer que añoras,
recuerdas, amaste o amas.
En todos los campos posibles y
connotaciones posibles que esas palabras puedan abarcar.
Y de alguna manera, es confesárselo al
autor, parándote dónde él o ella escribieron y tomándote el momento de pasar el
lápiz o marcar esa frase o esas frases.
Diciéndole:
jo, te reconozco que yo también.
Estos son varios dibujos que he ido
haciendo durante la cuarentena y algunos tiempo después. Aunque no he podido
acabarlos porque desde que llegó la nueva normalidad estoy haciendo muchas
cosas de diferente índole. Pero poco a poco. No me gusta dejar las cosas
inacabadas. Antes siempre lo hacía. Ahora, precisamente por eso, intento pelear
contra esa antigua costumbre.
Los que veis son los que me he ido
animando a hacer con acuarelas.
Me gusta mancharme las manos y subirme la
música alta.
No dibujo bien pero no me importa.
Cada vez me reafirmo más en que encuentro
mucha más belleza en la imperfección que en el canon. En lo establecido. En lo que se supone que es lo bello por
definición.
Tokio Blues cuenta algo parecido en
algunos momentos.
El prota le dice a una de las chicas
(porque os anticipo que van a ser dos las chicas importantes de esta historia
para él) cuando ella se corta el pelo que precisamente lo que más le gusta es
la diferencia.
Para él lo realmente bello son las
peculiaridades.
En fin, que me vuelvo a ir por las ramas.
Que no dibujo bien pero no me importa.
Podéis ver ahí un dibujo de mi eterno
James Dean.
Otro para un amigo. Le dio por reírse de mi manera de dibujar y
acabé haciéndole un dibujo de una foto suya que me mandó para inspirarme y
ahora va a colgarlo en su pared… eso me moló. G, Acabó reconociendo que “lo peor de todo es que me mola”.
Y la verdad me hizo ilu. Porque otra cosa
como la técnica no, pero cariño sí que le pongo a las cosas.
Eso es algo que suelo hacer por costumbre
desde siempre.
Cuando grito lo hago con todo mi ser.
Cuando protejo lo hago con todo mi ser.
Cuando amo también lo hago con todo mi
ser.
Intento vaciarme de mi en todo lo que
hago. Y no pretendo cambiarlo.
Cuidarme más y protegerme más tal vez,
pero cambiarlo no.
El otro es un dibujo de un viaje a Milán.
Todavía no lo he terminado. Le queda bastante.
Y el otro es una versión libre hecha por
mi de la película “The Dreamers”.
Otra de mis favoritas. (Veis porqué
rechazo completamente lo de las listas de favoritas. Tengo infinitas cosas si
hablamos de cine y libros favoritas. Asique renunció a hablar de listas.)
Me gusta mucho ese y tengo que acabarlo
cien por cien porque he mezclado citas, colores, la estructura del dibujo un
poco es inventiva mía haciéndole un homenaje a la película.
Tiene mucho de mi esencia ese dibujo
asique pretendo acabarlo.
Luego he colado por aquí la banda sonora
que he estado escuchando hoy mientras leía con los rayos de sol tirada en mi
sofá.
Sencillamente es acojonante.
Uno, porque también es de una de mis
películas favoritas.
Dos, porque es una música preciosa.
Tres, porque es un jodido vinilo.
Y cuatro y muy evidente, porque mirad la
carcasa. Porque solo con echarle un vistazo sobra que añada nada más.
Y bueno, por último, cuelo una foto mía
haciendo el mongolo con un filtro.
Porque sí.
Sencillamente porque estoy hablando de
cosas bonitas y en esta foto estoy bonita.
Y no. No porque esté guapa o algo así.
Sino porque estoy divirtiéndome yo sola y
con miles de lunitas sobrevolando mi cabeza.
Y yo, igual que con la luz, también tengo
algo con la luna.
Una fijación rara. Pero es que me parece
de las cosas más bonitas que hay en el cielo.
Llevo una media luna en mi cuello desde
hace mucho.
Un colgante de plata que me compró Papá.
Y también me llevo muy bien con la noche.
Creo que eso nos pasa a todos los
románticos por lo general.
La luna y las madrugadas son hermanas
gemelas, van a la par.
Y desde siempre, he andado algo enamorada
de las madrugadas.
Con esto y un bizcocho,
Hasta mañana a las ocho.
Siento que últimamente no vengo por aquí
a contar nada concreto o a profundizar en algo de manera muy exhaustiva pero… a
veces los pensamientos así, relajados y sin ningún propósito concreto, cuentan
muchas más cosas de las que os podáis imaginar sobre alguien.
En serio, los pequeños detalles, las
historias insignificantes y no tan profundas dicen mucho sobre quién te habla.
Y yo, cuando no me pongo intensita
después de tres vinos, pues supongo que hablo así.
De repente, de las cosas bonitas.
Bonita es una palabra que me gusta mucho.
Me gusta porque engloba muchas cosas de una manera sencilla. Eso es lo que más
me gusta. Todo lo que guarda siendo tan sencilla.
Feliz noche de San Juan,
Mirad mucho la luna.
L.
PD: Esta última es de mi amado Malasaña.
Un día que fui a visitar sus calles y me di cuenta de que Madrid por fin, volvía a la vida. Aunque fuese despacito.
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