HABLAME COMO LA LLUVIA Y DEJAME ESCUCHAR.







Nacho Vegas te ha escrito canciones, chucho malherido.
Yo, que me he perdido, solo te he buscado.
Y a todos nos has respondido con el mismo ladrido: intoxicado y lleno de rabia.
Tengo una lista infinita de cosas que recriminarte y no sé por dónde empezar teniendo en cuenta que lo nuestro es acabar. 
Podrías morderme de una puta vez para que dejemos de argumentar las razones que nos impiden colisionar en una cama pudiendo hacerlo contra la vida.
Me impides avanzar sin ti y me lo prohíbes contigo.
Lanzas el dado y escondes la ficha, a mi no me quedan instrucciones que inventarme, esta partida se va a la mierda.
La gente que se pregunte a que jugamos debería entender que no hemos encontrado la diferencia entre amistad y amor en el diccionario y el único término intermedio que flota en el aire es sexo.
Hay que ser muy valiente para dejarse tatuar huellas dactilares en la piel y muy hijo de puta para acariciar, sabiendo que todo lo que tocas lo destruyes; pero claro, como te hago entender que yo nací rota y solo pueden recomponerme.
Partida por el esternón ya estoy.
Supongo que esto es lo máximo que puedo contar de nosotros, lo mínimo es con lo que decidí conformarme y a eso añadidle una canción de Sabina, la única vez en la que me llamó princesa.




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