¿QUIEN TEME A VIRGINIA WOLF?







Nació con tendencia suicida y a los tres años jugaba a inmolarse.
Le regalaron un columpio en el patio de atrás que no uso hasta que se oxido para que sonase igual que su caja torácica.
Se comía la plastilina para que algo aparte de la vida se le hiciese bola.
Afilaba la punta de los lápices de colores contra su piel, sangrando arco iris y nunca dejo que el resto de niños le diesen la mano. Notar una caricia sería más letal que cualquiera de sus hábitos.
La niña se hizo mayor y oscura.
Podía ser la pesadilla de cualquiera, por eso buscaba canallas. Dos males juntos disimulaban el individual.
Lloraba mucho y sonreía más para que nadie averiguase que era pozo y dentro solo había vacío.
Buscaba en todas las camas piratas que la viesen tesoro para quedarse con ella, pero su piel desprendía olor a gasolina y solo querían que prendiese de noche, a la hora de la verdad, nadie quiere destrozar medias negras a plena luz del día.
Se cosió por dentro, perdió el dedal, corto el hilo y se clavo la aguja.
Así juro solemne que ninguno sería capaz de hacerla más daño que el monstruo que lleva dentro.
Sigue cuidando de un peluche que abraza sin careta de mujer demonio porque él no la teme.
Aunque arda en este infierno sabe que después de muerta solo hay paz, porque de agonía tiene calcificación en los huesos.
Una noche se cruzo con tus ojos en un parque de cualquier ciudad y comprendió porque todos los intentos previos de arrancarse la piel a tiras habían sido en vano.

-       “Soy X”

Y esta vez, sí que dio la mano.






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