500 NOCHES PARA UNA CRISIS.
He
alimentado mi pena hasta hacerla invencible.
Soy
cómplice de mi propia derrota.
Soy
quién tira la piedra y te muestra dos manos para que impongas tu castigo sobre
ambas.
Soy
quién se quedo esperando al otro lado del teléfono escuchando al eco burlarse de
mi nombre.
Soy
quién te ha pedido tantas veces que te quedes sin éxito, que se aisló en un
cuarto sin ventanas para no tener que distinguir la soledad de la oscuridad.
Soy
todas las veces que me avisaron del peligro que reside en hacer costumbre a su
voz.
Soy las
mangas de la camisa de fuerza que le puse a mi cabeza.
Soy la
medias que me arranque sola cuando mordiste mis esperanzas y no mi lencería.
Soy
todas las expectativas que nunca cumplí.
Soy el
desastre de quién intenta vivir sabiéndose terminal.
Soy la estúpida
que te ha dado doscientas tres veces la segunda oportunidad.
Soy la
cobarde que no te dijo: a la tercera estamos vencidos.
Soy la
que tiene gritos de dolor guardados cada vez que sonrío y ninguno os dais
cuenta.
Soy la
que mendigó que supieses cuidar tanta enfermedad.
Soy
todo lo que escondo en el “todo va bien.”
Soy
todo lo poco que te he importado hoy.
Soy tu
puta promesa en la basura.
Soy la
misma decepción que me provocas.
Soy el
asco que me tengo por no poder tenértelo a ti.
Soy todas
mis lagrimas agujereando las mejillas que solías besar.
Soy,
sobre todas las cosas, la mayor hija de puta mentirosa que te echarás a la
cara.
Porque
ni aun cortándome el vientre,
ni
arrancándome tiras de piel hasta dejar mi virus expuesto,
reconoceré,
que hoy,
me he
vuelto a mutilar por ti.
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