YO,MI,ME,CONTIGO.














 Tengo miedo de perderte en la inmensidad de esta ciudad.
Se me hace grande el hueco en el pecho cuando el corazón palpita y suena eco.
Todo va tan rápido. Todos van tan rápido.
No consigo capturar el tiempo y en mi memoria sigues fijo, quieto, en pausa.
Aun puedo dibujarte sin dudar, porque no se va tu olor de mi memoria, ni el color de tu risa en cada esquina que doblo, donde no suenas.
Me devolviste la vida y ahora temo por ella.
Siempre fui experta en decorar el escenario de mi propio suicidio, hasta que llegaste tú, inundando las comisuras de mis labios de aire con cada beso.
Has despertado contemplándome a mi como paisaje, sin salir huyendo.
Has compartido mis noches y has cedido tus brazos a mis caderas que siempre fueron huérfanas.
No me acostumbro a estar sin ti.
No me acostumbro a sentir miedo de que tú si te acostumbres a estar-
        
                                            Sin mi.

El tiempo es un capullo vanidoso disfrazado de promesas.
He visto tantas romperse en “para siempres” vanos, que juré no volver a  creer en ellas.
Sin embargo, contigo rompí esa y mil más, al pedirte que me prometieras exactamente aquello en lo que juré no creer.
No lo hiciste. No reprocho. No confieso.
Si que temo.
Si que
Miedo.
Ausencia se abre paso en la distancia.
Ausente de muchos, pero duele, ausencia de ti.

Enamorada de quién menos me quiere, cuando más lo necesito. Hasta que pasaste tú.
Los rascacielos llegan tan alto como este vacío de tantas cosas a las que no se poner nombre.
Tengo necesidad de ti, ganas de ti.
¿Puede distancia borrarme de tu memoria?
Entonces la llamaría “hija de puta” y se lo gritaría con alevosía.
Me aterroriza pensar que tenemos fecha de caducidad, y eso, que desde que nací me hablaron de la muerte.
Cuanta ironía en lo que te cuento. Palabras.
Hablar de la existencia de lo mortal.

El caos en la calle se parece al de mi cabeza, suenan en cadena los pitidos de los coches, el barullo de la gente. El barullo.
Ando perdida en líneas rectas por las Avenidas con el jaleo interno que se asemeja al externo.
Tú no puedes cuidarme desde donde estas, yo no debería necesitar que lo hiciesen.
Algún día sostendré mi cuerpo con la fuerza necesaria para aguantar cincuenta kilos de rotura emocional.

Te echo de menos.
Te lo digo cada noche cuando hablamos.
Te lo digo aquí en papel para no olvidarlo, ambos.
Tengo esperanza aunque me la mataron varias veces.
Tengo la sensación de tus manos acariciando mi cuerpo grabada en cada terminación nerviosa.
Tengo el valor mano a mano con la angustia.
Tengo la capacidad de resistencia ante el dolor agudizada por los años.
Así que, puedo -
Conmigo.

No es que llore tu nombre,
Aunque a veces sí.
Es que, necesitaba contarte, que tienes los ojos verdes más bonitos de Madrid.

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